El Instituto Peñamayor de Nava, directo a las estrellas

Los alumnos de Bachillerato se imponen en el concurso regional de satélites y lanzarán una nueva sonda al espacio para estudiar la radiación solar

Los alumnos y profesores que han preparado la misión científica que se desarrollará en Zaragoza

Los alumnos y profesores que han preparado la misión científica que se desarrollará en Zaragoza

La Agencia Aeroespacial de Nava vuela cada vez más alto, y con más reconocimientos. Los alumnos de segundo curso de Bachillerato del IES Peñamayor en la modalidad de Tecnología acaban de hacerse con el primer puesto en el concurso “Cansat”, organizado por la Agencia Espacial Europea (ESA), gracias a la construcción de un innovador satélite con un doble sistema de paracaídas para situaciones de emergencia. Los cinco integrantes del equipo naveto “Mooncat” serán así los representantes asturianos en el certamen nacional que se celebrará próximamente en Murcia. De ganar la fase nacional, disfrutarían de una estancia en las instalaciones de la ESA en Países Bajos, pero los estudiantes y sus docentes ya celebran el triunfo regional por todo lo alto. “Es la segunda vez que se organiza la competición en Asturias, así que estamos muy contentos con el resultado; medirse con el resto de equipos nacionales es ya otro nivel, porque llevan más años en competición, pero vamos a por todas”, señala el profesor y director del centro Iván Fernández.

Los chavales, “un equipo de gente muy buena”, asevera el docente, conquistaron al jurado de la competición celebrada en La Morgal y se llevaron el premio frente a varios institutos de toda Asturias por la calidad de su proyecto, por la buena compenetración y trabajo en equipo. Durante muchas semanas se han dedicado a diseñar un satélite que cumpliera con las especificaciones impuestas por la ESA, fundamentalmente y de ahí el nombre de la competición, que el ingenio tuviera las dimensiones de una lata de refresco (de ahí el nombre, can en inglés significa lata). 

Entre todos construyeron la parte electrónica, con una antena para conectar el satélite con una estación en tierra y con un paracaídas para garantizar un aterrizaje seguro. La misión obligatoria exigida por la ESA consistió en “medir la temperatura, la presión y la altitud y enviarlos a una estación en tierra para que los alumnos, sobre la marcha, pudieran analizarlos, elaborar una presentación y exponer el resultado ante el jurado”, resume Fernández. 

Los alumnos, en plena prueba de lanzamiento del satélite

Los alumnos, en plena prueba de lanzamiento del satélite / R.L.P.

Además, y de ahí el aspecto innovador, pusieron en marcha una misión secundaria que consistió en la creación de un sistema de paracaídas de emergencia, detectando cuándo el satélite baja sin control y desplegando una segunda tela en caso de urgencia. Con todo ello lograron despegar el satélite adosado a un cohete que ascendió unos 600 metros, distancia suficiente para finalizar con éxito las dos misiones. “El equipo demostró la importancia del trabajo en conjunto, estuvieron muy unidos y eso se nota y se valora; al final es lo que buscamos con este tipo de actividades, que los estudiantes de hoy se enfrenten a situaciones reales que se van a topar en las empresas de mañana”, indica el director del instituto de Nava tras varias semanas de ensayos y pruebas, de campañas de financiación para comprar el material y de muchas horas de ingenio y trabajo duro. 

No conformes con este premio, los estudiantes, en esta ocasión acompañados por algunos alumnos y profesores de física y química, participarán por tercer año consecutivo en la Misión Servet X de lanzamiento de sondas a la estratosfera organizada por la fundación Ibercibis y la Universidad de Zaragoza. Los jóvenes navetos impulsarán un globo de helio al espacio con una sonda que analizará, por una parte, cómo se comporta a esa altura una pila Daniell fabricada en los laboratorios del centro, y por otro lado, cómo afecta la radiación del sol en la estratosfera a varias muestras de textiles. “Analizarán si la ropa nos protege del sol a través de sensores envueltos en muestras de diferentes tipos de telas, además de si varía la resistencia al rasgado tras el lanzamiento”, apunta Iván Fernández. Otras muestras se quedarán en tierra para compararlas entre sí tras el paso por el espacio cercano, y así poder extraer conclusiones. 

En este caso, el éxito ya está asegurado, puesto que “el reto era precisamente que escogieran nuestro proyecto, sólo se eligen diez entre todos los institutos de España que se presentan”, afirma el director. En ediciones anteriores pusieron en órbita un culete de sidra y el himno de Asturias. Ahora se preocuparán de la seguridad ante la radiación solar, y lo que toca el próximo fin de semana es disfrutar del trabajo realizado. A todo gas.