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Los últimos druidas

Música y emociones

Que no ha de ser todo tristezas, valles de lágrimas y manzanas amargas en la vida. Charles Trenet, un músico francés, decía: "música antes que nada". Y es verdad porque cuando la angustia, la pesadumbre y la tristeza asoman en algún momento del día por la ventana de la amargura y la desesperanza, la mejor manera de hacerles frente es la canción del olvido, las notas de un acordeón, el trino de un jilguero, el rumor del río, el silbo del viento, las olas de la mar, un canto lejano bajo forma de tonada y la voz de un amigo que se torna melodía. Quien lleve en el alma música tiene asegurada una buena parte de su felicidad vital. Se han rendido homenajes, emociones y lágrimas de alegría en Grado al recordar y tributar calor y gozosos pentagramas a dos músicos que hicieron de sus vidas y de la de los demás el júbilo de sus conciertos populares. El acordeón y otros instrumentos en las manos y labios de Jamín de Doriga y Pepe Lueje quedan en los arpegios del recuerdo y son una lección para aquellos que deseen hacer una "kermesse" antes de que llegue el otro lado del tiempo.

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