Al enterarme, por medio de un amigo, del fallecimiento de Luis Arias Argüelles-Meres, sentí una extraña sensación de vacío y tristeza, poco común en mí. Admiraba sin fisuras al hombre de Láneo, cuyo padre da nombre a la Biblioteca de Pravia, al considerarlo una persona íntegra, culta, brillante y a la que le importaba poco quedar bien o mal defendiendo sus sólidos principios.
Siempre quise ser como él por su prosa ágil y equilibrada, donde todo estaba en su sitio siempre, pero, sobre todo, por sus firmes convicciones republicanas, impolutas e incuestionables. Las sobremesas con él y Pepe Monteserín, eran largas pero siempre insuficientes para mí, por lo que allí se decía y cómo se contaba.
Todo el Bajo Narcea- Nalón echará de menos tus escritos, pero nos quedará el recuerdo del mejor republicano que conocí.