Ya les conté en otra ocasión el viaje que Mario Roso de Luna hizo por Asturias en 1912 y que se plasmó años más tarde en su libro «El Tesoro de los Lagos de Somiedo». Les dije entonces que pasó por Laviana en vísperas de las fiestas de San Pedro y San Pablo donde pudo ver bailar la Danza Prima y también asistió a una boda en Tiraña, coincidiendo con el etnógrafo Juan Uría Riu.

Supongo que ya lo saben, pero por si acaso les recuerdo que Roso de Luna fue un sabio para unos y para otros un alucinado, aunque incluso estos últimos no pueden ignorar que tuvo uno de los cerebros más privilegiados que ha dado este país. Aquellos que juzgan a las personas por su currículo lo tienen fácil porque don Mario fue licenciado en Ciencias Físico-Químicas, Derecho y Filosofía y Letras, y destacó en Astronomía, Historia, Literatura y Arqueología

Iba a escribir ahora que no se le recuerda por nada de esto, pero no es verdad, ya que sus trabajos sobre algunos yacimientos de la tierra extremeña en que nació siguen teniendo aún mucho interés científico y a su estudio de los astros se debe el descubrimiento de dos estrellas y varios cometas, uno de los cuales lleva su nombre. El caso es que aún teniendo en cuenta este historial, su figura siempre se une a una discutida escuela de pensamiento, que últimamente cuenta ya con muy pocos seguidores, pero que en la primera mitad del siglo XX se hizo muy popular en España, precisamente gracias a él: la Teosofía,

Hoy vuelvo a este interesante y querido personaje para detenerme en la visita que hizo a la Montaña Central en marzo de 1931 con la intención de divulgar sus creencias impartiendo un ciclo de conferencias. La gira, según se lee en el Boletín Mensual del Ateneo Teosófico debía seguir el calendario que les expongo, con los temas correspondientes a cada día: el 9 de marzo en el Ateneo de Mieres: «Realidad e ideal». El 10 de marzo en el Ateneo de Turón: «La visión del hombre en la vida». Al día siguiente en el Ateneo de La Felguera: «Los obstáculos tradicionales en la marcha eterna del progreso». El 12, en el mismo lugar: «Filosofía y Astronomía». El 13, de nuevo en el Ateneo de Mieres: «Positivismo, Espiritismo y Teosofía».

Ya fuera de los valles mineros, tenía que estar el 14 de marzo en el Ateneo de Gijón para disertar sobre «Las Internacionales y las patrias» y el 15 en el de Ribadesella con este título sorprendente: «Anhelos ultratelúricos, las pretendidas comunicaciones con el planeta Marte». Después se trasladaría hasta Cantabria, para cerrar su gira con otras 4 conferencias.

Revisando la prensa de la época, se ve que el título de algunas charlas se alteró sin mayor problema, pero ese es un detalle que pasa desapercibido al lado de los elogios que recibió el conferenciante y del cariño con el que fue recibido por unos vecinos, en su mayor parte obreros o comerciantes, que llenaron las salas para oír hablar sobre unos temas que en principio no parecen demasiado amenos y que sin embargo lograron sistemáticamente una acogida extraordinaria.

Veamos un resumen de las crónicas que los diferentes corresponsales fueron enviando al diario El Noroeste en aquellos días, empezando por el acto del 9 de marzo de 1931 en Mieres: «Nuevamente hemos tenido la satisfacción de escuchar desde la tribuna del Ateneo la docta palabra del eminente teósofo don Mario Roso de Luna, el que existía gran interés por volver a oír en Mieres, como lo prueba la gran concurrencia de ateneistas que llenó el salón del Teatro Novedades en la tarde del lunes. Presentó al conferenciante, con palabra fácil y acertada, el entusiasta directivo don Mario Menéndez?Seguidamente se levanta a hablar el señor Roso de Luna, que es acogido con una ovación. Recuerda la última vez que habló al público mierense hace año y medio, y comienza con la frase «Decíamos ayer»... Con la amenidad y elocuencia en el características, entra en el tema «Realidad e ideal: La misión del hombre en la vida». Pinta con vivos colores el materialismo grosero de quienes viven alejados de todo ideal, siendo esto indispensable para el desarrollo de la misión que el hombre debe cumplir en la vida.

Cita algunas anécdotas que son muy celebradas? censura al clero, que dice utiliza la religión para contribuir a la falta de coordinación que hay en el mundo. De este defecto adolece también la prensa derechista que se dedica a fomentar discordias y partidismos internacionales. Acerca de la práctica de la religión dice que en lugar de los pastores cuidar a las ovejas, lo que hacen es devorarlas. Trata de los misterios y dice que en vez de imponerlos como dogmas deben escudriñarse para buscar el germen de las grandes verdades olvidadas. Termina el señor Roso de Luna su interesante oración abogando porque todos laboren por la unidad ideal de los hombres, a fin de lograr el renacimiento de España. Tanto al final como durante su bella conferencia, recibió el notable profesor nutridos aplausos».

Y el día 10, en Turón: «Don Mario Roso de Luna ¡Por fin! el sabio, el hombre todo cívico por excelencia, el cantor de la Libertad, don Mario Roso de Luna, por segunda vez da una lección de cultura cívica al pueblo obrero de Turón en el que cuenta con fervorosos discípulos e infinidad de admiradores. Más de una hora de fogosa y cautivadora oración; con sus parábolas, con sus anécdotas, con sus cánticos a la Libertad, confortaron el ánimo ciudadano del auditorio numeroso que llenó plenamente el amplio coliseo. No nos es posible seguir frase por frase la conferencia; fue algo que se escapa de nuestra capacidad perceptiva; no tuvimos un instante de divagar; solo éramos todo atención a sus palabras; se nos hacía imposible perder una para regalo de nuestro espíritu; repetidamente su palabra arrancó unánimes aplausos».

No sabemos si el calendario se cumplió en La Felguera con dos conferencias o solo hubo una, porque aunque en los diarios se lee el anuncio de la primera para el miércoles 11 en el cine París, en El Noroeste se informa de que: «El jueves se inauguró el ciclo de conferencias organizado por el Ateneo de esta villa, con una muy notable del ilustre teósofo y astrónomo, don Mario Roso de Luna?acerca del tema 'Astronomía y Filosofía'. La disertación del distinguido conferenciante fue una de las más amenas e interesantes que escuchamos en nuestro primer centro de cultura, pues Roso de Luna habló en un tono científico pero tan claro y sencillo que era asequible a las inteligencias menos preparadas. Relacionó la Astronomía y la Filosofía, señalándolas como ciencias importantísimas para estudiar todos los progresos humanos, demostrando que la ignorancia de aquéllas ha sido el origen de muchos equívocos en el orden social y político. Intercalando en su peroración curiosas anécdotas, supo vulgarizar el ilustre escritor cuestiones de indudable trascendencia. Al terminar recibió muchísimos aplausos y felicitaciones».

Y otra vez en Mieres, al día siguiente, viernes 13, como estaba previsto sobre «Positivismo, Espiritismo y Teosofía». «Hallábase el Salón Novedades atestado de público, formado por socios del Ateneo y sus familiares? De la magnífica disertación de don Mario Roso es imposible dar idea exacta en la obligada brevedad de esta reseña. El ilustre profesor escuchó muchos aplausos y recibió numerosas felicitaciones después de su brillante peroración».

Los teósofos creen en la comunicación con los espíritus y en la reencarnación y se ha contado que cuando Murió Roso de Luna, su hermano se dirigió a la doliente multitud que acompañaba al cadáver para tranquilizarlos diciéndoles que no llorasen: Mario se había comunicado con él y estaba feliz porque ahora había renacido siendo gallo en Madagascar. Seguramente tampoco le hubiese importado ser un raitán en Mieres o en La Felguera.