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Historias heterodoxas

Tierra de paso

Las impresiones que dejaron en sus escritos los viajeros que recorrieron la comarca de la Montaña Central de Asturias antes del siglo XX

Ahora que están próximas las vacaciones, me parece buen momento para hablar de viajes, pero no teman, no voy a hacerlo de los míos, porque no hay nada más fatuo que suponer que a los demás les puede interesar saber a donde ha ido o dejado de ir cada cual. Lo que les traigo hoy es un muestrario de las impresiones que plasmaron en sus escritos los viajeros que nos visitaron antes del siglo XX. Se trata de unos pocos -los que permite este espacio- pero sirve para que sepamos como nos vieron aquellos que cruzaron por esta tierra de paso entre la meseta y la costa, qué les llamó la atención y, en algún caso, qué reflexiones hicieron ante lo que habían visto.

Todo ello constituye una excelente referencia para que podamos comprender como nos han considerado a los asturianos desde fuera a lo largo de los últimos siglos. Algo que interesa a aquellos que, como yo, nos dedicamos a la historia con minúsculas y procuramos quitarle hueso para que cualquier paladar pueda digerirla sin problemas.

Aquellos que leen con asiduidad esta página, recordarán que ya hemos dedicado alguna historia monográfica a los personajes más destacables que anduvieron por aquí, pero esta vez trataremos de hacer un resumen, que forzosamente debe limitarse a una zona: el camino por el que cruzaban la Montaña Central.

Por ser el primero, a pesar de la brevedad de sus notas cuando se refirió a nosotros, citamos a Antonio de Lalaing, chambelán de la corte de Felipe I el Hermoso, quien se detuvo a comer en Mieres cuando se dirigía a Compostela por la ruta asturiana en compañía de otros dos caballeros. El noble fue un personaje importante: señor de Montigny, Estrées y Merbe; Gobernador y Lugarteniente General de Holanda y Utrecht en 1522, caballero del Toisón y conde de Hoogstrate, entre otras dignidades.

Su crónica se guardó en la Biblioteca Real de Bruselas hasta que en 1876 se publicó dentro de la Colección de los viajes de los soberanos de los Países Bajos y por ella sabemos que los ilustres peregrinos se detuvieron en la villa del Caudal el 24 de febrero de 1501, cuando se cumplía la sexta jornada de su viaje iniciado en tierras de Burgos. Habían salido aquel día de Puente Los Fierros, comieron aquí y la misma tarde pasaron el Padrún para llegar a San Salvador de Oviedo. Una visita de médico que demuestra tanto la velocidad de sus monturas como el poco interés que entonces despertaba Mieres.

También fue muy corta la referencia que hizo Alfred Jouvin, autor en 1762 de la obra "Le voyageur d'Europe", publicada en París en 8 tomos. El segundo está dedicado íntegramente a España y Portugal y allí se lee esta nota: "..pasamos por Mieres, pueblo en el que hay también un castillo y un río que bordeamos hacia el lado de la fuente, y después de haberlo pasado sobre un gran puente, continuamos bordeándolo por un hermoso valle, donde están Vilalana (Villallana), Lapoldeleit (Pola de Lena) y Campomanes, no apartándonos de ese río en el mismo valle, donde le seguimos remontando hasta su fuente, que viene de los montes de Asturias, hechos casi como Los Alpes, que se extienden por todo el país de alrededor, que subimos pasando por la venta y el pueblo de Pajares".

El castillo es el Palacio de Camposagrado, que llamó la atención a muchos de estos viajeros y la aclaración de los topónimos entre paréntesis es mía porque parece que a los franceses les costaba transcribir correctamente el nombre de los lugares que atravesaban.

Vean sino el caso de Guillermo Manier, sastre de La Picardie y también peregrino, que en 1726, ya volvía de Santiago y acababa de perder en Olloniego dos o tres docenas de "piedras de Cruz", unos amuletos que vuelven a estar de moda con el nombre de piedras celtas y son curiosos porque presentan una cruz de diferente color en su centro como resultado de un tipo de mineralización de la pizarra.

El hombre no dio una a la hora de apuntar como se llamaban nuestros pueblos, por eso debo traducirlos: "Fuimos a Robilia (La Rebollada), a Mire (Mieres), donde dormimos. Los alrededores de este país no son sino montañas y lugares impracticables para los carros. No pueden ir más que coches de dos por pequeños senderos que siguen la pendiente de las montañas, todos pedregosos, con rocas en los fondos, donde entre dos de esas montañas hay como precipicios. El 19 a Ouches (Ujo), donde subimos una montaña hermosa rodeada de bosque, desde allí a la Pola, a Lona de La Poste (Pola de Lena), a Vesgalciet (Vega del Ciego), a Ambromannee (Campomanes), a La Frecha, a Veguellina, a Larmie (La Romía), a Paysajes (Pajares), donde dormimos en el hospital, en buenas camas.."

Un francés más: A. Germond de La Vigne, traductor de clásicos españoles y autor de un "Itinerario de España", publicado poco después de la mitad del siglo XIX que sirvió de guía durante mucho tiempo a los viajeros del país vecino, debemos darle un poco más de espacio por el interés de sus apuntes: "Pola de Lena, pequeña villa de 160 casas, alineadas a ambos lados de la carretera, y que cuenta con dos buenas posadas, una de ellas hace de parador para las diligencias?la carretera pasa por Ujo, pueblo de 400 habitantes, cruza de nuevo el río Lena en Santullano, por un hermoso puente y se interna por la magnífica llanura, hábilmente cultivada que precede a Mieres del Camino (tres buenas posadas, la principal al lado del Palacio de Camposagrado, villa de 4000 almas?

En los alrededores están las minas de carbón, de cinabrio, de hierro y azufre. La rica cuenca minera está también a una pequeña distancia de Mieres, a la derecha un camino conduce allí. Después de Mieres, una vez pasado el puente del Cristo de La Peña, brota, al lado de la carretera, un manantial ferruginoso llamado La Salud, que a pesar de estar muy mal acondicionado atrae a un gran número de enfermos de la zona. Frente a esta fuente hay una herrería, que pertenece a una compañía inglesa?"

Ahora un inglés, el famoso médico y clérigo Joseph Towsend, viajero por España entre 1786-1787. Tras su recorrido, redactó la obra "Viaje por España", editada en tres volúmenes, minuciosa y muy valiosa para conocer como era este país en su tiempo. Comió en Mieres y durmió en Campomanes el 2 de octubre de 1786: "quedé muy sorprendido de esos sitios, de lo módico de los precios de las posadas. En Mieres, por un plato de huevos, por la cocción de mi gallina y por el ruido de la casa, es decir por los cuidados que me dispensaron, la posadera no me pidió más que un real o algo más de dos sueldos y un dinero (5 sueldos). En Campomanes, por los mismos servicios y una cama, me pidieron dos reales (10 sueldos)".

Y dos españoles interesantes. El primero, Isidoro de Antillón, geógrafo y liberal, al que se debe la abolición de los castigos en la escuela y la primera petición para abolir la esclavitud de los negros, empeñado en formar un atlas completo de España, fue un patriota que después de combatir a los franceses para traer a Fernando VII, acabó perseguido por él como tantos otros y murió cuando se le conducía a prisión en 1820. Aunque ni así tuvo descanso, puesto que en 1823 una partida de realistas desenterró sus restos y los quemó en una hoguera para esparcir después sus cenizas al viento.

De su visita a Asturias en 1808 recogemos esta ilustrativa nota en la que cita de pasada un aspecto de nuestra historia que aún está pendiente de un estudio serio: "En las orillas del Trubia, y en el pequeño pueblo de este nombre, al Oeste y cerca de Oviedo, hay una real fábrica donde se hacen balas de todos los calibres, granadas, bombas y cañones de fusil en hornos de fundición. Los cañones se trasladan después y pulen en Mieres del Camino, al Norte de Pola y se montan en Oviedo".

Y el último, el granadino Francisco de Paula Mellado Salvador, también geógrafo y escritor, pero sobre todo editor de periódicos y libros. En sus talleres madrileños imprimió en 37 volúmenes la denominada Enciclopedia Moderna. Diccionario universal de literatura, ciencia, arte, agricultura, industria y comercio y numerosas obras de todo tipo. Entre 1849 y 1851 también editó los tres volúmenes de "Recuerdos de un viaje por España", con los recuerdos de su periplo por todas las provincias españolas incluyendo Ultramar, aunque tampoco anduvo fino con el orden de los lugares.

Vean: "Pasando después de La Pola por Villallana, La Frecha, Ujo y Santullano, pueblos todos insignificantes, se encuentra la graciosa villa de Mieres, de cerca de dos mil habitantes, situada sobre el Nalón, en cuyo término hay minas de cinabrio y una excelente fundición de hierro dirigida por ingenieros belgas. A la izquierda, siguiendo el camino de Oviedo, se ve el palacio señorial de los marqueses de Camposagrado, que son los parientes mayores o jefes de la renombrada familia de Quirós". Otro día, más.

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