El carbón cambió su historia y su fisonomía, vivieron décadas de esplendor a mediados de siglo pasado y en la actualidad afrontan juntos un inexorable proceso de reconversión económica y pérdida de población que amenaza seriamente su futuro. Mieres y Langreo caminan en sendas paralelas. Su capacidad para atraer vecinos -a falta de consolidar una nueva estructura económica que permita sustituir a la industria extractiva- se basa en poder ofertar buenos servicios y una vivienda asequible. En ese afán Langreo ha salido mejor parado que el concejo vecino. El plan residencial de Langreo Centro ha puesto en el mercado 800 pisos, ocupados en su mayor parte por jóvenes. Además, el precio de la vivienda se han mantenido a la baja, haciendo al concejo residencialmente atractivo frente a otros municipios del centro de la región. En Mieres, por contra, el ensanche de la Mayacina se ha estancado y el coste de los pisos en general es más caro.
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Ese desajuste se refleja en el volumen de habitantes. La sangría demográfica ha sido más contenida en los últimos años en Langreo, que actualmente tiene 42.000 vecinos. Mieres ya ha bajado de los 40.000. A finales de la década de los sesenta Mieres rozó la barrera de los 71.000 habitantes. Era la tercera ciudad de Asturias y el concejo rebosaba vida. Sólo en Turón residían unas 25.000 personas. Decenas de cuadras fueron reconvertidas en viviendas. El trabajo era un bien al alcance de todos. Fábrica de Mieres y el sector de la construcción absorbían la demanda de empleo fuera de las minas. Se levantaron grandes barriadas obreras, como San Pedro y Santa Marina. La ciudad pronto ocupó todo el ancho valle del río Caudal. Pero todo cambió de golpe, muy rápido. El cierre de la factoría siderúrgica desencadenó un inesperado y veloz declive.
En los terrenos que ocupó el gigante siderúrgico impulsado por Numa Guilhou hay ahora un polígono industrial, salpicado de pequeñas naves, algunas cerradas. Más de 30.000 vecinos ha perdido el municipio en el transcurso de las últimas cuatro décadas, tras seguir la minería el camino de la siderurgia. Mieres ha sufrido una evidente involución industrial, pero los expertos consideran que el concejo también ha puesto de su parte a la hora de acelerar el proceso de despoblamiento. Planes residenciales bloqueados durante lustros, una planificación urbana anémica e inversiones millonarias que han dejado muy poca rentabilidad.
Mieres tiene cada vez menos vecinos y, además, de más edad. Los expertos ven en el urbanismo, o mejor dicho, en la falta de planificación urbanística, un lastre que ha impedido a Mieres levantar el vuelo pesa a las inversiones multimillonarias realizadas en el municipio durante los últimos 20 años. Los geógrafos predicen una "hecatombe" demográfica aún mayor en los próximos años. No escatiman epítetos y reconocen que el ritmo de despoblamiento es "alarmante", incluso hablan de una tendencia "escalofriante". Los profesionales consultados por este diario, además, no atisban un antídoto que permita prever un cambio de tendencia. A estas alturas remarcan que únicamente un "improbable" ciclo de eclosión económica, prolongado durante varios años, podría revertir la situación con la ayuda de la inmigración.
A lo largo de los últimos años han sido varios los expertos que han dado su opinión sobre los problemas que arrastra Mieres. "Langreo consiguió crear una estructura urbanística, con un modelo de ciudad lineal que nace en Lada y enlaza con el concejo de San Martín del Rey Aurelio, mientras Mieres sufre un desastre urbanístico total", sostiene Fermín Rodríguez, director del Centro de Cooperación y Desarrollo (CeCodet) de la Universidad de Oviedo. Además considera que el plan urbano de la Mayacina estuvo demasiado tiempo bloqueado: "Su tardío desarrollo ha sido además un fracaso, con bloques que dan la espalda a la plaza central del barrio". Para el director del CeCodet, Mieres "no ha sabido identificar los problemas".
La Mayacina, con sus 700 pisos, y Oñón, con sus 250 viviendas, fueron proyectados en los ochenta para finiquitar el ensanche urbano. El primero de estos planes urbanísticos comenzó a ejecutarse en 2005 y, el segundo, sigue a ras de suelo. El Ayuntamiento mantuvo bloqueadas estas actuaciones durante lustros mientras el concejo se desangraba demográficamente. Además, pequeños solares en desuso "escondidos" en recovecos del casco urbano se revalorizaron ante la falta de suelo.
En Langreo, sucedió lo contrario con su principal baza urbanística: el plan de Langreo Centro. Gracias a esta actuación, que también permitió consolidar el eje urbanístico entre Sama y La Felguera, se construyeron 778 pisos de los 938 previstos inicialmente. Se construyó en ocho de las nueve parcelas asignadas. En la última finca, las sucesivas iniciativas quedaron paralizadas, aunque ahora también se ha desbloqueado y está en construcción. Buena parte de esas viviendas fueron ocupadas por población joven.
La apuesta de los sucesivos gobiernos locales de Mieres por evitar la especulación en la Mayacina y Oñón sirvió para que los promotores y dueños de pequeños solares hicieran fabulosos negocios rentabilizando los pocos espacios urbanos que quedaron en disposición de ser edificados. Mientras, las viejas barriadas se deterioraban. "El problema de Mieres no ha sido tanto la falta de vivienda, como que la oferta no se adecúa a las expectativas del usuario joven, con inmuebles muy deteriorados", sostiene el director técnico de Efinco (Eficiencia Integral Constructiva), Iván Menéndez. Otro mal son los precios: "En Mieres el coste de acceso a la vivienda siempre ha sido muy elevado, y durante años las familias jóvenes han optado por instalarse en la periferia de Gijón y Oviedo, donde encontraban precios más competitivos", subraya Menéndez.