"Señor cura, esto es un folclore". Así empieza la carta que le ha enviado un turista de Levante al párroco de Campomanes, Antonio López. ¿El motivo? El color azul cielo que lucen las columnas de la iglesia de San Martín de Puente de los Fierros, inmueble protegido como Conjunto Histórico (junto a la Casa Rectoral y el puente). Las pilastras se pintaron del "color exacto", según el religioso, que ordenó la Consejería de Cultura. Una reforma ejecutada en 2014 y que aún genera polémica: el párroco ha recibido más de veinte misivas rogándole que cambie ese color azul que envuelve el pórtico.

A Antonio López no le gusta hablar del problema, "en Consejería me dicen que no se puede hacer nada", pero reconoce que los feligreses y los turistas no se sienten cómodos con el aspecto del templo (del siglo XVII y protegido por el Principado desde el año 1984). "Algunos me dicen con sorna que llegas al pórtico y parece que ya estás en el cielo", comenta, resignado, el sacerdote.

Resignación que llega tras un lustro de polémica. Los problemas con la imagen de la iglesia empezaron en 2012, cuando los vecinos organizaron una sextaferia para "adecentar" el templo. Las labores, con el párroco a la cabeza, incluyeron pintar las columnas en marrón oscuro: "Había escritos ofensivos contra la Iglesia". Hicieron una fiesta para celebrar su iniciativa, pero la sextaferia terminó mal: una vecina que no había participado en los trabajos denunció ante la Consejería. Consideraba que habían estropeado la imagen del templo, y el Principado le dio la razón. Cultura ordenó devolver a los pilares "su color original": un azul cielo, casi pastel. Concretamente, el tono 5.015 en la escala de colores RAL.

"Esperamos que a nadie se le ocurra pintar la Catedral de Oviedo de rojo", ironizaron entonces los vecinos. El párroco presentó alegaciones, pero la respuesta de la Consejería de Cultura fue rotunda: las columnas son azules, sin admitir negociación, porque así lo refleja el expediente de declaración del Conjunto Histórico. El pueblo ya estaba acostumbrándose a la imagen del templo pero, de un tiempo a esta parte, comenzaron las quejas de los turistas.

Llegan a través del correo. Cartas que están revolucionando el municipio y de las que ha tenido conocimiento el Ayuntamiento. "Es cierto que me proponen cambiar el color de las columnas, al menos, una vez al mes", dice López. El párroco, de momento, no tiene previsto declararse en rebeldía: "Tenemos que respetar la decisión de Cultura, aunque duela a la vista".