"Valoramos poco lo nuestro y si se trata de algo modesto, todavía menos", lamentó el historiador, escritor y guionista cinematográfico Juan Carlos De la Madrid en el acto previo a la proyección de la película "Mieres del Camino", de cuyo estreno se cumplen 90 años. El acto fue organizado por el Ayuntamiento de Mieres, dentro del ciclo "Historias de Mieres" y contó con la colaboración del Club LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas.

Abrió la sesión María Fernanda Fernández, historiadora del arte y experta en el patrimonio histórico y cultural del concejo mierense, que destacó el valor documental de la película. "Hay que señalar la íntima relación entre el cine y el desarrollo urbano. Y prueba de ello es que en una misma manzana de Mieres llegó a haber tres salas, el Novedades, el Pombo y el Esperanza" explicó Fernández, que señaló que "el cine, en aquella época, era una actividad muy rentable". La película "Mieres del Camino", de 30 minutos de duración, fue estrenada en el cine Princesa de Madrid y dos días después se exhibió en el teatro cine Pombo. A continuación, Juan Carlos De la Madrid resaltó que el principal valor de "Mieres del Camino" es su propia existencia. "Es una obra que sobrevivió a destrucciones, cambios de formatos, la llegada del sonoro y demás vicisitudes que produjeron la pérdida de más del 90% del material cinematográfico español".

"La mayoría de las películas de la II República acabó convertida en acetona para las uñas" añadió De la Madrid, que advirtió que la simpleza de la historia de amor que preside el argumento se combina con el protagonismo de la mina y la reivindicación del carbón nacional frente al importado de Inglaterra. "Es una película también de este tiempo, con el futuro de la minería en entredicho", finalizó el escritor. Acto seguido se procedió al visionado de la película, que fue comentada por el también historiador Roberto Álvarez, que identificó los escenarios en los que se desarrolla la acción, resaltando la tecnología aplicada en aquellos años en Fábrica de Mieres, donde ya existía la electrificación y mecanización de algunas fases del proceso productivo.

Y es que la historia de amor de Pepina y Pinón, con la oposición de Don Gaspar, recorre el Palacio de Viade, Mariana, Barredo, los trabajos de encauce del río Caudal tras la riada que destruyó el puente de La Perra, les Cases Barates y el antiguo Convento. Álvarez situó la película en su contexto histórico, explicando los modos de vida y trabajo habituales en el Mieres de primeros del siglo XX, el entorno industrial, el crecimiento gracias a la minería y la amenaza del carbón extranjero.