La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entre la bocamina y el lavadero

Senderistas de Riosa, Morcín y Mieres reivindican como ruta turística el recorrido que transportaba el carbón por las trincheras de las montañas entre 1899 y 1916

El grupo de excursionistas, ante la boca este del túnel de La Boqueriza. MARCOS MALLADA

Riosa / Morcín,

Fernando DELGADO

Las detalladas explicaciones de la historiadora morciniega Mercedes Fernández, autora del libro "De la Corona a los accionistas anónimos: Minas de Riosa 1899-1916", y los sabios comentarios de José Luis Cabo, cronista oficial de Riosa, quienes ejercieron como guías en la ruta senderista celebrada el pasado domingo por las antiguas trincheras de las explotaciones carboníferas de montaña de los concejos de Riosa y Morcín que transportaban el carbón hasta el lavadero de La Pereda, en Mieres, hicieron disfrutar a los excursionistas con las magistrales lecciones de historia que recibieron al pie de los vestigios de los yacimientos mineros.

El fin de la marcha era poner en valor el rico patrimonio industrial existente en la comarca y dar a conocer la historia de la actividad extractiva del carbón en Riosa y Morcín, que comenzó en 1846 en las minas de Porció, cuyas explotaciones suministraban de hulla grasa a la Fábrica de Artillería de Trubia, y continuó en 1899 con las Minas de Riosa para finalizar en diciembre de 2014 con el cierre del pozo Montsacro de Hunosa. En total, 158 años de tradición minera que no pueden ni deben quedar en el olvido.

Esta ruta guiada también tuvo un carácter reivindicativo ya que se pretende señalizar en un futuro con indicaciones que informen de los puntos de mayor interés en estos antiguos yacimientos mineros que hoy están en el olvido. Entre los participantes, cabe destacar la presencia de Mino García, alcalde de Morcín; Laura Cabo, concejala de Cultura del Ayuntamiento de Riosa, y Juan Rionda, presidente de la Federación Asturiana de Montaña (FEMPA), quien se comprometió a realizar el estudio que permita que esta ruta sea homologada y señalizada.

El pueblo riosano de Villameri fue el punto de partida de los senderistas que iniciaron el recorrido a las diez de la mañana bajo el apoyo del dispositivo de Protección Civil de Riosa y los miembros del grupo de montaña "Llazarandín", comandados por Honorino Ruiz, quienes fueron los encargados de velar por la seguridad de todos los participantes.

Desde Villameri se ascendió hasta la trinchera de El Rebollal, nivel 456 piso octavo, donde tuvo lugar la primera parada explicativa junto a los vestigios del antiguo economato minero. Posteriormente, se recorrió el valle de Canales por el antiguo vial del ferrocarril, construido en 1900 con magníficas vistas del Aramo y del Monsacro, para detenerse en la "Muezca de la Pudinga" y observar los restos del cabrestante a vapor que subía los vagones de carbón por los planos inclinados de la montaña. El siguiente punto de interés visitado fue la bocamina de La Raíz, donde consta que ya existía en 1901 un servicio de teléfono para comunicarse con las instalaciones industriales del lavadero de La Pereda, en Mieres. A continuación, el grupo se trasladó hasta los Alcantarillones de Caneo para admirar estas auténticas joyas de obra civil construidas a principios del siglo XX. El túnel de La Boqueriza, que unía el valle de La Foz de Morcín con el de Loredo, fue la última parada antes de ascender hasta Collado Plano, donde el grupo de excursionistas de Riosa y Morcín se reunió, después del mediodía, con los que provenían de Mieres y habían ascendido hasta allí por "Les Cuestes de Lloreo".

José Luis Suárez, integrante de los Averinos, se sumó en ese momento como guía acompañando a la historiadora Mercedes Fernández y al cronista José Luis Cabo, para aportar diversos planos y documentación con datos de gran interés sobre la segunda parte del recorrido, que comenzó en los vestigios del caleru y de la antigua "teyera" que operaba a principios del siglo pasado comandada por "los santanderinos". Luego se descendió hasta la boca este del túnel ferroviario de La Boqueriza, que, en sus seiscientos metros de recorrido a través del piso octavo nivel 456, unía los valles de Riosa y Morcín con Mieres para transportar el carbón hasta el lavadero de La Pereda.

La siguiente parada tuvo lugar en "La faya de toma el agua", paraje denominado así porque era donde tenía lugar la captación y suministro de agua para las locomotoras de vapor que transportaban el mineral. Este árbol centenario, de seis metros de perímetro y 228 años de vida, todavía sigue en pie sin los ruidos de las máquinas que le acompañaron durante tanto tiempo.

Posteriormente, se visitó mina La Piñera, que suministraba estériles al resto de yacimientos carboníferos, y la explanada de Ana María, punto neurálgico de las infraestructuras industriales de donde partían los planos inclinados que descendían hasta el lavadero de La Pereda y donde el grupo de senderistas se detuvo a comer.

Desde Ana María, en el nivel 456, hasta Galián, nivel 341, los excursionistas descendieron a través del plano de 24 grados de inclinación denominado también "plano de gochu" por el que bajaban los vagones de carbón mediante un sistema de contrapesos. En Galián aún se pueden observar los restos del edificio que albergaba la lampistería y desde allí se volvió a descender a través de otro plano inclinado hasta Reguera Grande, en el nivel 220. Una experiencia que nada tiene que envidiar a las atracciones de cualquier parque temático, pero en este caso rodeado de naturaleza e historia.

Reguera Grande también fue un punto estratégico del transporte y allí se ubicaban la casa del guarda, del capataz y de los mecánicos que trabajaban en la reparación y mantenimiento de las máquinas de vapor. De hecho, todavía se puede admirar el foso subterráneo existente para repararlas. Desde allí se descendió hasta La Pereda, donde estaban las principales instalaciones industriales y el lavadero de carbón de la sociedad Minas de Riosa entre 1899-1916.

Finalmente, desde La Pereda los excursionistas se desplazaron hasta Loredo por la antigua vía ferroviaria construida entre 1917 y 1921 para unir La Pereda y La Foz de Morcín con el fin transportar el carbón de la sociedad Hulleras de Riosa, que comenzó su actividad en 1917. Atravesaron el túnel número uno construido en 1919 y la original obra del puente de La Pasera antes de llegar a la antigua estación y actual aula del ferrocarril de Loredo para continuar hasta el valle de Frechura, donde se finalizó el recorrido. A las siete de la tarde, los excursionistas regresaron a Riosa y Morcín en los autobuses dispuestos por ambos ayuntamientos.

Los 158 años de tradición minera en Riosa y Morcín ligada a la explotación de hulla no pueden ni deben quedar en el olvido como homenaje y reconocimiento al duro trabajo desarrollado, en unas difíciles condiciones laborales, por miles de obreros que buscaron el sustento para sus familias. Sin duda, conocer y poner en valor el pasado permitirá afrontar con mayor ingenio el incierto futuro que espera a esta olvidada comarca minera.

Compartir el artículo

stats