Son unos murales únicos en Europa. Datados en el siglo XVIII, época de la que apenas se conservan frescos, tienen dos peculiaridades que rompen los moldes de los expertos: unas figuras que representan escenas indígenas y un color, el azul atacamita, que nunca antes había sido usado en murales contemporáneos en el continente. No hay que ir muy lejos para ver esta obra de arte: está en el santuario de Bendueños (Lena), templo en el que se ultiman los trámites para ser declarado Bien de Interés Cultural. El restaurador e historiador del Arte, Carlos Nodal, inició ayer una intervención de mejora para los murales: tiene un presupuesto de 22.000 euros y un plazo de ejecución de dos meses.

Falta poco para el mediodía. El historiador Carlos Nodal se prepara para comenzar la intervención en los murales. Viste bata blanca: "En esta primera fase, lo principal será asegurar los morteros", explica, señalando la piedra gastada. Los murales de Bendueños, aunque únicos en Europa, llevaban muchas décadas sin atención. Fue la asociación "Vindonnus", que vela por el patrimonio del concejo y encabeza el arquitecto David Ordóñez, la que inició una lucha incansable por salvarlos.

Consiguieron, el año pasado, 4.000 euros para su estudio. Y lo que ya se intuía, que la pieza artística era única, se confirmó. "La restauradora Rosa Campal llamó la atención sobre las figuras indígenas", afirmó ayer Nodal. Unas representaciones con dos posibles explicaciones: el viaje de un noble de la localidad de Bendueños a Sudamérica, que podría haber influido en el encargo de las pinturas, o la representación del dominio total de la Iglesia en todos los continentes. Y otro hallazgo aún más sorprendente: entre los colores, hallaron el azul atacamita (debe su nombre al deserto de Atacama, en Chile). Hasta ahora, no se había encontrado en Europa, sólo en Sudamérica. El autor fue Toribio Fernández, un pintor asturiano al que le habían encargado también pintar el retablo en una fecha aproximada a la que datan los murales.

Las escenas de los murales se completan con figuras de clara alusión litúrgica. Es el caso de las uvas, la sangre de Cristo. También hay flores, plantas y pájaros exóticos. En la parte superior, se pintaron una serie de santos. Todos los que están representados son conocidos en la Iglesia por su amplio conocimiento en teología: San Jerónimo, San Ambrosio, San Francisco y Santo Tomás. Hay más figuras, pero el deterioro del mural las hace totalmente irreconocibles. Un menoscabo progresivo que ahora, expertos y vecinos del concejo, quieren frenar a toda costa.

Manos ya a la obra, porque la restauración de estos murales y su investigación es esencial para comprender la historia de la región. La consolidación de los morteros, explicó ayer Carlos Nodal, se completará con sujeción. La instalación de soportes que los aseguren a la pared y eviten su desprendimiento. También se limpiarán las pinturas y el restaurador aplicará mortero en algunos lugares.

Asegurar los murales, literalmente, es lo más urgente. Pero hacerlo también por la vía administrativa es otro de los objetivos de "Vindonnus". Ellos fueron los principales impulsores de una medida que ya está más cerca: la declaración del templo como Bien de Interés Cultural. El Boletín Oficial del Principado de Asturias (BOPA) publicó ayer el inicio del plazo para la presentación de alegaciones. Los interesados podrán consultar el expediente sobre los trámites en el Servicio de Patrimonio Cultural. Todo parece indicar que no habrá alegaciones al proyecto.

Carlos Nodal se quita la bata blanca, ha terminado el primer día de trabajo. Esta será sólo la primera fase de la restauración, que requiere varios años de intervenciones.