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Un crimen que conmocionó a la comarca

"No buscaron al asesino de mi padre", afirma el hijo del ganadero Ramón Valdés

A. C. V. A., que habla públicamente por primera vez, afirma que la Guardia Civil "difundió" que él era sospechoso y lo enfrentó con los vecinos

El lugar donde fue hallado el cuerpo de Ramón Valdés. SILVEIRA

Fue un crimen frío, rápido y bien calculado. A Ramón Valdés le mataron de dos tiros por la espalda, que atravesaron las lunas de su todoterreno. Han pasado dos décadas desde el crimen del ganadero de Ujo, que entonces tenía 71 años, y los hechos ya han prescrito. Ahora, por primera vez desde que ocurrió este suceso que conmocionó al concejo, su hijo habla públicamente de lo ocurrido. Quiere que se conozca su historia, su verdad. A. C. V. A. -las iniciales que se corresponden con su identidad- asegura que "la Guardia Civil no hizo nada" por esclarecer los hechos. Va más allá y acusa a los responsables de la investigación de "sembrar el rumor" de que él era un sospechoso: "Yo me quedé solo, sin nadie". Dice que había una pista que nunca se hizo pública y que era clave para resolver el crimen: una pistola del ganadero había sido usada poco antes de su asesinato. Su hijo asegura que, hace dos años, él supo contra quién se había disparado. Lo comunicó al Instituto Armado, para que no dieran el caso por perdido: "Fue como hablar con una pared".

"Nadie nos avisó"

Era el 20 de septiembre de 1999. Ramiro Valdés era un hombre de horarios ordenados, y subió a Casares -un pequeño pueblo a unos 550 metros de altitud- para atender el ganado. Estaba en su todoterreno cuando se produjo el crimen. Un vecino encontró el cuerpo dentro del coche, y avisó a la Guardia Civil. Hasta aquí la versión conocida hasta ahora.

Desde aquí, lo que nunca había contado su hijo: "Nadie nos llamó. Cuando me enteré de que le había pasado algo a mi padre, fui allá arriba (a Casares). Había una pila de gente... como si fuera 'La verbena de la Paloma', y a nosotros sin avisarnos". A. C. V. A. parece un hombre de carácter, tiene los ojos honestos: "Así era mi padre. Un paisano de los de antes. El que lo hizo se lo hizo por detrás porque tenía miedo al paisano, está claro". Se le tuerce la boca en una mueca, parece dolor.

- ¿Pudo llorar a su padre?

-No me dieron ni tiempo a asimilarlo.

El siguiente paso de la Guardia Civil, según A. C. V. A., fue llamarlo a declarar. "Nos llamaron a todos, también a la paisana (la madre de él, esposa de Ramón Valdés). A familia, a vecinos, a amigos. Mi madre y yo fuimos de buena gana, contestamos a todo lo que nos preguntaron lo mejor que supimos, queríamos que se resolviera cuanto antes". "A mí ni siquiera me hicieron la prueba de parafina", añade contrariado.

Dato importante para lo que llegó luego. Él tenía que operarse de una mano poco tiempo después del fallecimiento de su padre. Cuando estaba ingresado, se enteró de que la Guardia Civil estaba acometiendo un registro en su casa: "Un primo mío había dicho que mi padre tenía un arma en casa. Yo vi innecesario aquel despliegue que hicieron en mi casa, estando mi madre sola, cuando ya les habíamos ofrecido que registraran lo que quisieran el día que asesinaron a mi padre".

La pistola estaba envuelta en un rollo de cinta. Y la Guardia Civil descubrió que había sido disparada poco antes del asesinato. Las pesquisas se dirigieron entonces a descubrir contra quién iba el disparo. "Yo iba cada quince días allí (a las dependencias de la UCO) o así, a interesarme por los avances. Nunca hacían nada", reitera. "Son como la TIA, los de 'Mortadelo y Filemón'", añade en un humor amargo.

Lo peor estaba por llegar. "Empezó a correr la voz de que yo había matado a mi padre. Un Guardia Civil 'de paisano' se acercó a mi, un día por ahí de noche, y me preguntó delante de la gente con la que estaba que cuándo me iba a entregar". Luego hubo más rumores, más "encontronazos" con vecinos. Incluso llegaron a solicitar al banco que diera información de las cuentas de la familia, para investigar si A. C. V. A. "robaba a su padre". "La jueza dijo que eso no tenía ni pies ni cabeza, que lo que mostraban los datos del banco eran una economía casera al uso. En otras palabras, que se dejaran de chorradas", relata.

Hace dos años, cuando parecía que el crimen sería un misterio para siempre, una persona le dio una información crucial: "Me dijeron contra quién había sido disparada el arma de mi padre". Desde entonces, afirma, sabe con seguridad quién mató a su padre: "Es una persona que sigue viva". Con aquel "chivatazo" acudió a la Guardia Civil de Oviedo. "Había un chaval, me dijo que ya había habido otros tres capitanes antes que él". "¿Entonces matar es gratis?", le replicó A. C. V. A. Dice que varios agentes se acercaron un día a Ujo, pero "por cubrir el expediente". Pasaron los dos años, el crimen prescribió: "El caso es que mi padre está muerto. Nadie lo quiso mirar, era un paisano y era mi padre, no era el suyo. Mi madre murió hace dos años, yo me quedé solo".

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