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De lo nuestro | Historias heterodoxas

Crónica de una jornada nacionalista

La gran manifestación del 27 de marzo de 1881, en la que se unieron en Oviedo vecinos de toda Asturias en defensa de los intereses de la región

Crónica de una jornada nacionalista

Sostengo que la gran manifestación celebrada en Oviedo el día 27 de marzo de 1881 fue el primer y único hito de carácter nacionalista digno de tenerse en cuenta en toda la historia contemporánea de Asturias. Habrá quien piense que olvido el 25 de mayo de 1808, cuando la Junta Suprema tras declarar la guerra a Napoleón, envió embajadores a Gran Bretaña y llamó a los asturianos a formar su propio ejército, pero los protagonistas de estos hechos, importantísimos por ser la primera vez que un órgano de poder defendió aquí la soberanía popular, manifestaron desde un principio su intención de vincularse a la lucha junto al resto del país.

Tampoco la revolución de octubre de 1934 tuvo en ningún momento un carácter asturianista, sino todo lo contrario, ya que hasta el último momento los obreros se mantuvieron en armas con la esperanza de sumar a la insurrección a los obreros de toda España.

En la misma clave debemos entender la creación del Consejo Soberano de Asturias y León, que funcionó al margen del Gobierno español desde el 24 de agosto hasta el 21 de octubre de 1937, porque fue una estrategia de guerra para conducir con más eficacia la lucha contra el fascismo y organizar la vida en la retaguardia de estas provincias sin el control de las autoridades militares republicanas del momento, aunque su objetivo nunca fue la independencia territorial.

Más recientemente, no debemos admitir la simpleza de identificar a los movimientos que defienden nuestra cultura o la lengua asturiana como nacionalistas, y en cuanto a los partidos políticos que sí se identifican con esta línea, como vemos elección tras elección, su influencia real en la sociedad civil es nula.

Sin embargo, en la manifestación de 1881, cuyo recuerdo permanece en el olvido, los asturianos de todas las clases sociales, indignados con la marginación a la que se les sometía desde Madrid dejaron patente su orgullosa identidad e incluso amenazaron con la posibilidad de romper para siempre con las instituciones estatales si las cosas no se reconducían. Se lo cuento para que ustedes juzguen.

Aquella jornada se convocó como protesta contra el cambio de condiciones previstas para el tramo de ferrocarril entre Puente Los Fierros y Tibi-gratias, que la empresa Donon y Compañía planteaba prorrogando los plazos para la ejecución de la obra y reformando el proyecto, de manera que disminuía el radio para las curvas y aumentaba la pendiente máxima de veinte milésimas hasta el tres y medio por ciento, lo que suponía encarecer mucho más del doble el coste de cada trayecto.

Fue tan trascendente que la plaza más céntrica de Oviedo -la actual Escandalera- se bautizó como "del 27 de marzo" y se estuvo a punto de levantar un monolito que recordase el gran día. Afortunadamente, uno de los convocantes, César Argüelles Piedra, dejó memoria de lo ocurrido en un folleto de 68 páginas, lo que nos permite ahora extractar algunas de las frases más significativas que se pronunciaron en los numerosos discursos que la acompañaron, y que después de tanto tiempo nos sorprenden por su radicalidad.

La alarma había saltado ya en los primeros meses de 1880, y la burguesía regional, viendo peligrar sus intereses comerciales, se encargó de atizar el fuego haciendo crecer el odio contra Armand Donon, el presidente de la Compañía de los Ferrocarriles del Noroeste.

De manera que el Ayuntamiento de Lena dirigió una carta a todas las corporaciones de Asturias comunicándoles su acuerdo de acudir a las Cortes para protestar contra el cambio en las pendientes y a partir de este momento fue creciendo la movilización que culminó con el acuerdo de convocar una manifestación a la que fueron llamadas instituciones y vecinos sin distinción de clases sociales con el objetivo de defender los intereses y la identidad de Asturias frente al menosprecio centralista.

Después de casi un año de reclamaciones, el 27 de marzo de 1881, la respuesta superó cualquier expectativa. Ya desde la noche anterior empezaron a llegar en trenes, diligencias, carruajes o a pie delegaciones de diferentes concejos que iban siendo recibidos por los ovetenses lanzando vítores y declamando versos desde los balcones, engalanados con colgaduras y lazos con el color azul que representa a Asturias.

Por fin, a las once de la mañana, según el programa previsto, mientras la multitud llenaba las calles, se reunieron sus representantes en el circo Lesaca, que estaba emplazado detrás del caño del Fontán, donde hoy se abre el portón de la cochera del palacio del Marqués de San Feliz. Allí fueron hablando por turnos los presidentes de la Junta Asturiana y de la Diputación, los alcaldes de Oviedo, Gijón, Avilés, Lena, y otras localidades como Villaviciosa, cuyos delegados solicitaron 18 palabras.

Debido al número de peticiones las intervenciones fueron breves, pero vehementes. El alcalde de Gijón don Eduardo Marina quiso dejar claro que los rumores que vinculaban el cambio con otros beneficios en la obra del puerto marítimo de su ciudad eran falsos y los gijoneses se sumaban a la protesta regional, y el de Villaviciosa también pidió unirse en derredor de la bandera con el lema "Todo por Asturias y para Asturias".

Destacó después el representante de Salas, don Valentín Longoria, quien recordó que en caso de que se agotasen todos los recursos legales "los astures uno contra ciento, ciento contra mil, izaron la bandera de la independencia en Covadonga. Al grito sano de libertad e independencia, Asturias en el memorable año de 1808, levantó también en Oviedo la bandera de la independencia en contra del Capitán del siglo, del gran Napoleón, y consiguió cortar el vuelo a las águilas imperiales".

También habló de independencia el representante de Cangas de Tineo, don Francisco del Valle Blanco: "Los cangueses todos están dispuestos, si necesario fuese, a morir abrazados a la bandera de la independencia, que con tanto valor han defendido nuestros padres". Y en la misma linea, el del Casino de Oviedo, don Marcelino Pedregal: "concentremos en esta querida tierra de la abnegación y del patriotismo todas nuestras fuerzas, todas nuestras aspiraciones, y que nuestro grito de guerra, como nuestro grito de entusiasmo no sea otro que el de Viva Asturias".

Otras intervenciones en tono épico fueron la de el del representante de la Industria y el Comercio, don Aurelio San Román: "Asturias huérfana sufrirá su Cruz, Asturias huérfana subirá a su calvario, pero sin infame Cirineo que la deshonre", y la de don Aureliano Cienfuegos, por el Concejo de Lena, asegurando que los habitantes de aquellas montañas sabrían y serían los primeros en cumplir su deber, según su proverbio "si la hiciste en Pajares, pagástela en Campomanes".

En cuanto a la manifestación, a pesar de la lluvia, resultó impresionante: la abrió la Banda de Música de Santa Cecilia seguida por más de trescientos vecinos de Lena con dos pendones, uno con las armas de su concejo, y otro que tenía pintado en su anverso un tren saliendo del túnel de La Perruca con la inscripción "Lena, consecuencias de las pendientes del tres y medio por ciento". Tras ellos, los llegados desde Laviana, Aller y Caso, Sobrescobio y resto de los concejos, de modo que entre estos y las asociaciones se sumaban más de cien estandartes.

Una vez concluido el desfile, las autoridades volvieron a reunirse y se leyeron varios telegramas, entre ellos uno del poderoso cacique don Alejandro Pidal y Mon en el que calificaba de estéril a la manifestación, que fue muy criticado, como también lo fueron el conde de Toreno y don Luis Pidal, quienes desde Madrid parecían renunciar a su condición de asturianos. Y después pudo oírse al lenense Adolfo Buylla y Alegre proponiendo que así como Irlanda había formado la Liga Agraria, estableciera Asturias una verdadera Liga para defender su ferrocarril, lo que dejaba clara su apuesta por la confrontación.

El informe de don César Argüelles Piedra se cerró con una explicación que deja poco margen a la duda: "Lo de menos era ya la variación o no variación del trazado; el sentido verdadero de la manifestación fue más trascendental del que pueden serlo los intereses materiales porque el carácter independiente de los asturianos reunió en su memoria todos los abusos, todos los escándalos, todas las burlas de que ha sido víctima durante muchos años, y los asturianos todos pensamos en levantar nuestra voz de una vez para siempre contra toda clase de imposiciones vengan de donde vinieren, dispuestos como estamos a exigir se respete la personalidad de nuestra provincia en todos sus derechos".

Ahí lo tienen. Lo que no me explico es por qué los asturianistas actuales todavía no reivindican este episodio.

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