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Un supermercado sobre ruedas

Rubén Blanco recorre Redes en su furgón para llevar productos de primera necesidad a un centenar de clientes, la mayoría personas mayores

Clientes comprando en el servicio de autoventa de Blanco. JUAN PLAZA

El supermercado de Rubén Blanco tiene volante, cuatro ruedas y nunca se queda en el mismo sitio. Desde hace veinticinco años, este empresario lleva alimentos, artículos de higiene personal y todo tipo de productos del hogar a los vecinos de Caso y Sobrescobio, en rutas de reparto que llegan a alcanzar una docena de pueblos. También por otras comarcas asturianas. Ahora, en tiempos de coronavirus, el servicio que presta es más necesario que nunca. La tienda rodante suministra artículos de primera necesidad a un amplio volumen de clientes confinados en sus casas que, en gran medida, son personas de avanzada edad, con mayor riesgo de tener complicaciones por la enfermedad.

Autoventa Ruel (el nombre es una fusión de las primeras letras de su nombre y del de su mujer, Elvira) establece rutas diarias que van cambiando cada día de la semana y que, junto a Redes (el destino principal), también llegan a Colunga y a algunos pueblos de Siero, Langreo y León. Blanco carga cada día los 7.200 kilos de capacidad de su furgón Iveco con todo tipo de productos. Después va parando en los pueblos, hace sonar el claxon y vende la mercancía. La jornada suele ser dura. Se inicia a las seis de la mañana y, en ocasiones, se prolonga hasta la noche.

El hecho de estar motorizado no es la única diferencia con un supermercado convencional. A Blanco sí le quedan existencias de papel higiénico. "Los clientes no me están pidiendo más que otras veces. Sí se nota que demandan más lejía, fruta, harina y pasta". En invierno atiende a unas cincuenta personas al día, que en verano se multiplican por tres: "Ahora estamos en esas cifras, en más de cien al día, por todo el tema del coronavirus". La clientela está formada fundamentalmente por personas mayores y otras con segunda residencia en Redes que han decidido pasar la cuarentena alejados de la ciudad: "Se percibe que la gente es más cuidadosa para evitar contagios. No se acercan tanto entre ellos y algunos vienen con guantes".

Después de tantos años se ha generado una gran complicidad entre el empresario y sus clientes. "Hay un pueblo por el que paso en el que solo vive una señora de 93 años que me compra leche y algún refresco. Quizá se pueda pensar que, a nivel comercial, no vale la pena el desplazamiento, pero no lo quito de la ruta porque lleva muchos años siendo mi cliente y también es una oportunidad de hablar un poco con ella", indica Blanco. Y añade: "Mis clientes también hacen sus esfuerzos porque, en un momento dado, me compran a mí cuando podían encargárselo a sus hijos. No los voy a dejar tirados".

El temor de Blanco es quedar desabastecido por la crisis del coronavirus. Si no hay contratiempos, seguirá conduciendo su supermercado rodante cada día. "A no ser que me ponga enfermo, claro".

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