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Adiós a Juan Luis Varela, el pintor que retrataba la unión y la generosidad

El valle de Turón despide a uno de sus grandes artistas, involucrado con el movimiento cultural y vecinal: "Es una pérdida para todo el concejo"

Juan Luis Varela, en una de sus últimas exposiciones.

Adiós al artista que retrató como nadie la importancia de la unión. Por encima de ideologías y de creencias. Por encima de todo. El valle de Turón despide a Juan Luis Varela, mano inconfundible de pintor -discípulo de Urbina- y un excelente saxofonista. Sus allegados y familiares destacaban ayer su "bondad" y su capacidad para "unirlo todo". Se fue a los 68 años, tras una larga lucha contra el cáncer, y deja una huella imborrable: "Es una pérdida para el Valle y para todo el concejo". Bondadoso hasta el final, pintó retratos de todos sus amigos y los expuso en el Ateneo de Turón y en la Casa de Cultura: "Paisajes y Paisanajes II". Esa fue su despedida.

Pero nadie entendería los finales sin contar desde el principio. Contar como Varela cogió un pincel y empezó a pintar. Contar que Urbina le hizo su discípulo, y él consiguió un estilo propio. Hablar de su escuela de pintura, de como le apasionaba el arte: "Un día me confesó que lo que más le había llamado la atención era la música, pero había decidido pintar porque era como mejor se expresaba", recordó ayer su primo, Jorge Varela. Deja una obra generosa y que dice mucho: dedicó muchas pinceladas a los Mártires de Turón, también fue el diseñador de la escultura del Pozo Fortuna.

No creía en bandos, tenía fe en las personas. Juan Ponte, concejal de Cultura, era un niño cuando le conoció: "Era íntimo amigo de mi padre, tocaba con él". Y era excelente con su saxo, aunque fue autodidacta: "Siempre me contaba que había aprendido solo. Me fascinaba". Como artista y como persona. También mostró su aflicción el vicealcalde de Mieres, Manuel Ángel Álvarez: "Se va un referente cultural".

Está incluido ya en la sección de "Personajes relevantes de Mieres", homenaje oficial para el que tanto dio a su concejo. No hubo fiesta que le pidiera un cartel y que él no lo pintara. No hubo asociación que necesitara una mano, que no encontrara la suya. Era, sobre todo, de los suyos: "Varela era el pintor de lo cotidiano de nuestra tierra, de la sonrisa triste, de los azules de plomo, de las tardes desangeladas de la lluvia", escribió ayer Ismael González Arias, director de la Casa de Cultura e Mieres. Cuando le diagnosticaron su enfermedad, tuvo una etapa oscura en su pincel. Enseguida le dio luz.

Varela deja una hija. Su familia y allegados le despedirán hoy, en el cementerio de Turón. El funeral se oficiará cuando las circunstancias lo permitan. Imposible dejarlo sin un último adiós.

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