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A CONTRACORRIENTE

Historia de un imaginero

Sobre el lavianés Domingo Suárez Álvarez de la Puente, nacido en 1648 en La Rebollá

Historia de un imaginero

La historia, en su esencia, nos depara circunstancias cargadas de emoción y que dice mucho de la idiosincrasia de los pueblos y su entorno vital. Tal es el caso del imaginero y escultor lavianés Domingo Suárez Álvarez de la Puente, natural de la aldea de la Rebollá -1648- en la falda de los montes de Peñamayor. Hijo de Toribio y María; campesinos de hidalguía rural y bien asentados en ese caserío de familias con linaje como los Argüelles, Hevia o Menéndez.

De bien pequeño, Domingo ya demostró sus habilidades con la artesanía de la madera y sus infantiles trabajos llamaban la atención a su familia. Por mediación de sus vecinos los Argüelles, el joven artesano logró un trabajo como aprendiz en el taller del escultor Luis Fernández De la Vega, en la zona de la Puerta Nueva en Oviedo, hoy San Lázaro. En este centro de arte y verdad, Domingo adquirió el estilo y la conformación de la talla y el dominio de la madera. Fue un discípulo sobresaliente en esta escuela-taller de prestigio nacional. No en balde, Luis Fernández De la Vega estaba considerado un notable artista de la imaginería que siguió los pasos directos de los tallistas consagrados como Gregorio Fernández o Alonso Cano.

Con los años y un aprendizaje severo y realista, Domingo se casa con la hija mayor de Luis Fernández De la Vega, Luisa. Fueron años de trabajo e ilusión con un bagaje laboral y artístico de altura con obras por toda Asturias y Castilla. Catedrales, Monasterios, iglesias y capillas eran los lugares reservados para sus trabajos ornamentales. Y Domingo, siguiendo las orientaciones de su suegro Luis Fernández De la Vega pero con una imaginación superdotada, elaboraba auténticas obras de arte, tanto imágenes como retablos. Y una de sus obras más renombrada, entre las muchas que realizó, es la referida a la capilla de la patrona de Oviedo, Santa Eulalia de Mérida en la catedral ovetense. Se trata de un magnífico templete de madera policromada con varias columnas y coronado por un baldaquino. Aquí se encuentran las reliquias de la Santa Mártir recogidas en una urna de plata del siglo XI, regalo del rey castellano Alfonso VI al cabildo eclesiástico. Al fallecer Luis Fernández De la Vega se hizo con el taller su yerno Domingo con el apoyo de su cuñado Alonso De la Vega. El taller mantuvo el ritmo de obra y arte hasta la muerte de Domingo en 1724. Y la obra imaginera y escultórica de Domingo es todo un ejemplo del arte barroco español, un autor desconocido para muchos por la sombra de su mentor Luis Fernández De la Vega.

Pero la realidad apunta al estilo y minuciosidad del imaginero lavianés como un tallista sobresaliente y dominador del arte complejo de la madera. Los rostros clarividentes y los pliegues de los vestidos de sus imágenes son impresionantes. Su obra repartida por Asturias y Castilla y León, representa la talla artística de un maestro genial del barroco español. Hora es que su concejo natal le honre con un tributo merecido. La historia está ahí y los pueblos son grandes y relevantes gracias a sus hijos preclaros.

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