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Los siniestros laborales bajaron un 25% en el Valle en un lustro por el cierre de minas

La caída de la actividad industrial también ha sido clave | El año pasado terminó con 514 accidentes en la comarca, 175 menos que en 2015

Salida de los trabajadores del penúltimo relevo de labores de extracción en Carrio, en el año 2018.

El 28 de diciembre de 2018 dejó de sonar el “turullu” en la comarca del Nalón. Con el último relevo del pozo Carrio, terminó la actividad minera en el valle tras más de dos siglos de historia. Los contras de esta descarbonización son de sobra conocidos. Aquí un pro: en un lustro, los accidentes laborales han disminuido en un 26 por ciento. En cifras redondas, de 689 a 514 accidentes. Es una reducción íntimamente ligada al fin de la actividad minera, pero también a la caída de la actividad industrial.

Viaje en el tiempo, hasta 2015. Entonces empezaron las labores de precierre del pozo María Luisa. Antes habían afrontado el proceso los pozos San Luis, Samuño (ahora museo de referencia), Fondón y Candín. Los vecinos salieron a la calle: “Nos están desmantelando”, clamaron. Nada sirvió, la jaula se cerró con candado en diciembre de 2016. Y los datos de siniestralidad lo reflejaron enseguida: de 470 a 368 accidentes, entre 2016 y 2017. Una reducción del diez por ciento.

Quedaba actividad extractiva en la comarca, concentrada en el pozo Carrio (Laviana). Esta mina aguantó abierta hasta el cierre decretado por la Unión Europea para el sector: el 1 de enero de 2019. No cerraron los trabajos de “clausura” y “posclausura”, que entonces estaba previsto alargar durante un mínimo de dos años.

La estadística de siniestralidad volvió a ser espejo del sector. Los accidentes laborales en Laviana, un año después del cierre de la última explotación minera en el valle, se redujeron: de 99 a 70 siniestros. La mayoría fueron leves, según el informe de siniestralidad.

Es una fórmula extrapolable a toda Asturias. La región ha pasado de encabezar todos los rankings nacionales de peligrosidad laboral, como ocurría en los ochenta, a estar a la cola. Actualmente, según los datos de 2019, es la octava comunidad autónoma del país con el índice de incidencia más bajo. Obtienen mejores resultados Aragón, la Comunidad Canaria, Cantabria y Castilla y León. También Cataluña, Comunidad Valenciana y Comunidad de Madrid.

La mina, a pesar de todo, sigue siendo muy negra. Tanto, que un trabajador del carbón tiene cinco veces más riesgo de accidente que un obrero de la construcción. El índice de incidencia de la extracción de hulla –el número de accidentes que se producen por trabajadores expuestos al riesgo en un sector determinado– sigue siendo el más alto de Asturias. El año 2019 se cerró con 465 accidentes, uno de ellos mortal: el primer fallecido en la minería asturiana desde 2011.

El accidente se produjo en la térmica de La Pereda, en julio del año pasado. Ocurrió cuando un empleado de una empresa auxiliar de Hunosa sufrió una brutal caída en el interior de la chimenea. El joven, de 41 años y vecino de Gijón, era un trabajador experimentado y estaba realizando labores rutinarias de mantenimiento.

El pasado

Echando la vista atrás, hace una década, la minería arrojaba un balance anual de 1.681 accidentes, con siete siniestros graves. Hace dos décadas, las cifras se vuelven más difíciles de leer. El informe del año 2000 se cerró con 6.838 accidentes. Ocho de ellos mortales. Suponían casi el treinta por ciento del total de los siniestros laborales en Asturias.

La pérdida de peso de la minería, afirman desde el Instituto de Prevención de Riesgos Laborales de Asturias, tiene mucho que ver en la mejoría de los datos. Pero no todo. “Se ha mejorado, en general, en las cifras de todos los sectores. Esto se debe a la implantación de medidas por parte de las empresas y la evolución favorable de la normativa en materia de seguridad laboral”, concluyen fuentes de la entidad.

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