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Pablo Gutiérrez Toral | Investigador de Blimea del CSIC, coordinó la creación de un calendario científico para escolares

“El calendario científico escolar busca romper estereotipos y promover las vocaciones”

“El panorama de la investigación en España es prometedor si se sabe gestionar bien todo el capital humano; la clave está, como siempre, en la mejora de la financiación”

El investigador blimeíno Pablo Gutiérrez Toral.

El investigador de Blimea Pablo Gutiérrez Toral lleva catorce años ligado al Instituto de Ganadería de Montaña, impulsado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de León, y en el que se trabaja en la mejora de la calidad nutricional de la leche. De forma paralela, ha coordinado la creación de un calendario científico que recoge para cada día del año los hitos clave de la ciencia y la tecnología, destinado principalmente a fomentar la cultura científica en las aulas.

–¿Cómo surge la creación del calendario científico?

–La propuesta inicial la hicimos en la asociación “Europa Laica”, para tener una alternativa al calendario tradicional en el que se sustituyera el santoral por personas del mundo científico o hitos de la investigación o la tecnología que han ayudado al progreso de la sociedad. A partir de ahí, y con el apoyo del Instituto de Ganadería de Montaña (ubicado en León), decidimos plantearlo como un proyecto de divulgación científica más ambicioso y solicitar una ayuda a la Fundación Española de Ciencia y Tecnología.

–¿Cuál es el objetivo de esta herramienta?

–El objetivo principal es ofrecer un material didáctico alternativo para la enseñanza, a fin de mejorar la alfabetización científica del alumnado y poner a su disposición modelos referentes cercanos que promuevan las vocaciones STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Para ello, el calendario se acompaña de una guía didáctica y hemos asegurado la visibilidad de las mujeres científicas y tecnólogas. Hemos intentado dar proyección a personas y hallazgos contemporáneos y de campos de investigación lo más variado posible, que incluyan no solo biomedicina o ciencias del espacio, sino también agricultura, música, folclore, ciencias del mar o filología. La idea es transmitir que se puede hacer investigación en todos los temas y que esta puede ser una opción de futuro para las nuevas generaciones.

–¿Este año se ha hecho más accesible, ha costado adaptarlo?

–Todo el proyecto es fruto del trabajo en equipo y, por suerte, hemos contado con la ayuda de personas con experiencia en el tema. La guía didáctica se hizo desde la perspectiva de la accesibilidad y el diseño universal para proporcionar tareas que incluyen un amplio rango de habilidades y niveles de dificultad y que, desarrolladas de modo cooperativo, permiten que todo el alumnado haga aportaciones útiles y relevantes.

–Asegura que trata de dar visibilidad a la diversidad del mundo científico, ¿falta información al alumnado sobre todo lo que puede ofrecer?

–Sin duda. Parece que la investigación es solo cosa de biología o física, pero la realidad es mucho más diversa, con múltiples campos en los que trabajar y avanzar nuestro conocimiento. Y cuando se piensa en personas del mundo científico, estamos igual, porque los primeros nombres que surgen pueden ser Einstein, Newton o Darwin y, solo con suerte, puede salir alguna mujer como Marie Curie, pero poco más. Hay que romper estereotipos y mostrar que el mundo científico también incluye una gran diversidad de género y afectivo-sexual.

–¿A qué centros se trasladará el calendario?

–Hemos dirigido el esfuerzo de difusión a centros educativos de Primaria y Secundaria, pero la realidad es que el calendario puede ser utilizado por todos los públicos. Esperamos que el año próximo consigamos mayor apoyo económico desde las instituciones para imprimir más copias, pues visto el éxito del calendario nos hemos quedado cortos. No obstante, para favorecer ese uso, todo el material está disponible en acceso abierto para descarga desde el repositorio institucional del CSIC y se puede imprimir desde casa o utilizarlo en versión digital.

–¿Por qué se decidió a estudiar Veterinaria?

–Fue una decisión basada en mi pasión por los animales, pues quería ser veterinario clínico. Sin embargo, a medida que avancé en la carrera me di cuenta de las otras salidas que ofrecía, entre ellas la investigación, que me atrajo porque es una forma de contribuir al progreso de la sociedad. La ganadería es esencial en nuestra economía y cultura, así que necesitamos seguir investigando para garantizar su sostenibilidad es un escenario global muy complejo.

–Uno de sus primeros proyectos fue conseguir un componente anticancerígeno en la leche, ¿cómo se resolvió?

–El objetivo era conseguirlo mediante la alimentación que recibe el ganado. Es decir, aplicamos estrategias nutricionales que resultaron muy eficaces para aumentar el contenido de los ácidos grasos saludables que aparecen de forma natural en la leche, entre ellos algunos potencialmente anticancerígenos y antiaterogénicos.

–¿En qué líneas de investigación está trabajando ahora?

–Seguimos trabajando en la mejora de la calidad nutricional de la leche, intentando utilizar para ello materias primas alternativas que no compitan con otros usos –como la alimentación humana o la industria del biodiésel– y resulten así más interesantes desde el punto de vista económico para las granjas. Y que reduzcan el impacto potencial de la ganadería. También trabajamos en lograr un uso más eficiente de los alimentos por parte del ganado y estamos explorando nuevas materias primas, como el uso de insectos.

–¿Cómo ve el panorama de la investigación en España?

–Actualmente mal, pero con un futuro muy prometedor si se sabe gestionar bien todo el capital humano que tenemos y que no podemos perder. La clave está, como siempre, en la mejora de la financiación, pensando que cada euro que se gaste en investigación es una inversión de futuro.

–¿Cómo ha afectado el coronavirus a su trabajo?

–Ha supuesto una complicación grande a nivel logístico, porque nosotros trabajamos con ovejas lecheras y, obviamente, no se podían “desenchufar” durante el confinamiento, pero tuvimos la suerte de poder seguir con la actividad, aunque fuera de forma más limitada. Además, todo el equipo de investigación arrimó el hombro y pudimos salir airosos con las pruebas que teníamos en marcha. Por suerte, una parte importante del trabajo como investigador también se puede realizar desde casa, así que ha sido cuestión de adaptarse.

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