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Tras los molinos de Caso

El grupo “Los Bribones” realiza un inventario, que suma 115 expedientes, de las máquinas de moler, fraguas y batanes que hubo en el concejo

Recogida de escanda en la localidad casina de Bueres. | “Los Bribones”

El grupo de investigación histórica de Laviana, “Los Bribones”, se encuentran inmerso en el proyecto de creación de un inventario o catastro de molinos, fraguas y batanes del Alto Nalón. El trabajo, que comenzó en el concejo de Caso –dividido en las parroquias reconocidas en tiempos del catastro del Marqués de la Ensenada, en el siglo XVIII– cuenta ya con 115 expedientes abiertos. Un trabajo del que están dando cuenta los investigadores Monchu Calvo, Ismael Méndez y Mar Muñoz, todos pertenecientes a “Los Bribones”.

Tal y como explican desde el grupo, estos expedientes son fichas con diferentes datos relativos a cada uno de los molinos, batanes y fraguas conocidos en el concejo de Caso. En dichas fichas recopilan información como la situación, la propiedad, el uso o las fotografías existentes. Además, algunas de estas fichas también incluyen “curiosas historias y experiencias que han surgido a través de la transmisión oral de los habitantes de los pueblos casinos a los que pertenecen estas instalaciones”.

No es un trabajo fácil, comentan: “Además de tener en contra la dificultad de la situación por la pandemia que obstaculiza nuestro trabajo de campo y prospección, también nos complican los hallazgos la maleza que invade estos tesoros, que ya moribundos, quedan sepultados en el entorno”. Asimismo, el proyecto no incluye únicamente los molinos que están en pie. “Si así fuese, el trabajo sería breve”, explican, dando cuenta de que “nuestro interés va mucho más allá, ya que deseamos inventariar todos los que ha habido”. Sin embargo, “molinos erguidos prácticamente no queda ninguno, y los mal heridos los contamos con los dedos de la mano”. Otros, según explican, están bajo las aguas del embalse de Tanes y los hay que se encuentran totalmente desaparecidos, como ocurre con los batanes de Caleao. En este trabajo importan mucho el tiempo, ya que, como señalan, “los habitantes que recuerdan donde estaban aquellos molinos, fraguas y batanes están faltando, y los hijos o familiares recuerdan a veces, o vagamente su ubicación”. Por eso, consideran que “con este motivador proyecto, creemos poder ser el eslabón que recopile los datos y testimonios como un legado para los que nos suceden”.

El molino de Puentepiedra.

El molino de Puentepiedra.

Para desarrollar este proyecto hay tanto trabajo de campo como de despacho, ya que “todo es necesario. Estamos entre libros, noticias, fotografías, testimonios y piedras llenas de musgo, es emocionante reconstruir la historia de cada una de estas instalaciones, para poder completar el puzle de una actividad vital para la supervivencia de esta zona de Asturias con un territorio tan complejo”. En el inventario hay molinos privados, comunales, de una muela, de dos, con vivienda, sin ella, o con cuadras, que desde el grupo de investigación de Laviana consideran que “son lugares con alma y vivencias, y lo más importante, impregnados de la historia de Asturias”.

Además de recopilar la información de estos molinos, “Los Bribones” también han empezado a ayudar en las labores para arreglar algunas de estas instalaciones, sobre todo después del último temporal de nieve. Concretamente, estuvieron en el molino del Carneru, en Bueres, donde una rama caída estaba dañando el tejado y sus propietarios no se podían acercar a arreglarlo por culpa de las restricciones por la incidencia del coronavirus.

“Estuvimos limpiando los cañones de un molino centenario, para salvaguardar de forma altruista esta etnografía, quitamos ramas y retejamos con tejas”, destacó Arcadio Noriega, presidente del grupo de investigación.

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