Las Cuencas Mineras del Nalón y del Caudal han sido durante un siglo y medio el principal almacén energético de España. En este momento crucial para la transición energética, la oportunidad surge de aprovechar algunas de nuestras potencialidades para recuperar el protagonismo que hemos tenido en el mundo de la energía.

Lejos de lamentarnos por no haber sido capaces de encontrarle al carbón de hulla una aplicación diferente a su utilización como combustible en las centrales térmicas o por el escaso número de horas de viento y sol que nos convertirían en una “mina” de energía renovable, podemos pensar en el incuestionable valor del suelo industrial, la relevancia de nuestros centros de I+D+I o la excelsa formación de nuestros técnicos y directivos. Agradezco a LA NUEVA ESPAÑA, que hoy celebra sus 25 años de edición exclusiva para las Cuencas aunque lleva muchos más años informando de todo lo que aquí pasa, su invitación a pensar en el futuro.

Me gustaría aprovechar esta oportunidad para lanzar tres ideas en las que la colaboración de todos los actores implicados puede hacernos avanzar.

La primera, desarrollar una industria para la fabricación de equipos dedicados a la producción y al almacenamiento de energía. Estamos en condiciones de competir, con el ineludible apoyo de las administraciones central y autonómica para fabricar electrolizadores, baterías, acumuladores térmicos, y todo aquello que nuestros técnicos sean capaces de imaginar en la energía del futuro.

Tenemos condiciones para ello: suelo industrial debidamente equipado, una red de comunicaciones terrestres y marítimas que no limita la expedición de los productos, tecnología, trabajadores y directivos bien formados.

El mayor esplendor económico de las Cuencas llegó con la industria transformadora –fundamentalmente el acero– más incluso que con las explotaciones mineras.

La innovación va a ser clave en el desarrollo de estos equipos, y contamos en Asturias con centro de I+D+i punteros que tienen que jugar un papel relevante en este escenario.

La segunda, aprovechar al máximo los recursos renovables que existen en las cuencas como pequeños saltos del agua en nuestros ríos, con centrales hidráulicas de nueva generación como los hidrotornillos que está desarrollando EDP; o utilizar la diferencia de nivel y la disponibilidad de agua en las explotaciones mineras para centrales de bombeo, que son el método de almacenamiento de energía más eficiente, en las tecnologías actuales.

No hay que olvidar que tanto los saltos de agua existentes, como las explotaciones mineras abandonadas son pasivos ambientales cuya mejor recuperación se consigue mediante proyectos de este tipo.

En este caso tenemos que pedir a la autoridades locales, autonómicas y estatales que colaboren mediante la tramitación ágil y fiable de estos proyectos. Es habitual, en este tipo de proyectos, que el tiempo de obtención de las autorizaciones necesarias es mucho más largo que el de construcción de la propia instalación. Ese hándicap está en nuestras manos superarlo.

Y, por último: reutilizar las antiguas centrales de producción. En el cercano futuro de un mundo con generación 100% renovable serán necesarias instalaciones que den fiabilidad al suministro eléctrico, como las instalaciones de almacenamiento o la utilización de los antiguos generadores como compensadores síncronos que aporten la energía reactiva necesaria para el funcionamiento estable del sistema eléctrico.

Tanto la Central de Lada, como la de Soto de Ribera, incluso La Pereda podrían ser ubicaciones adecuadas para estas instalaciones. Para que se hagan realidad deberán ser establecidos los mecanismos de retribución de estos servicios, que hoy en día son prestados, sin compensación económica alguna, por las instalaciones de generación existentes como centrales térmicas y nucleares.

Todas estos proyectos precisan de iniciativa privada, que existe; de la colaboración de las autoridades para la tramitación de los proyectos y para disponibilizar los recursos económicos necesarios para darles viabilidad económica, que existen a través de los Fondos de Transición Justa, pero también de la participación de los agentes sociales, ofreciendo sus capacidades, sembrando para recoger fruto en el futuro.

Retomando nuestro lenguaje minero, tenemos una buena capa a explotar pero hace falta que todos: picadores, barrenistas, maquinistas, ingenieros y hasta el patrón y el alcalde “demos tira” para sacar este mineral a la superficie.