José Juan Vaquero (Valladolid, 1973) es a día de hoy uno de los monologuistas más reconocidos de España. Empezó a ser conocido como guionista y colaborador de “El Hormiguero”, y su humor socarrón y canalla se ha ganado al público. Tras aplazar su actuación por la pandemia, el público de Mieres podrá disfrutar de su espectáculo hoy y mañana.

–Un día completo y para el otro casi no quedan entradas. Parece que había ganas de verle por aquí.

–Mire, siempre que he ido a actuar a Oviedo, Gijón o Avilés, al pasar por Mieres, y ver lo grande que es, he pensado “yo nunca he actuado aquí”. En Asturias hemos trabajado muchísimo, porque hay mucha afición a los monólogos. Pero me quedaba esa espina de actuar en Mieres.

–Llega usted con un pan bajo el brazo, como los bebés. Se acaban de relajar las medidas y se termina el estado de alarma. Ya era hora, ¿verdad?

–Sí. Nosotros, en Valladolid, estamos igual. Yo tengo un garito de actuaciones y nos acaban de abrir el interior. La gente estará con ganas de hacer cosas. Habrá que tener un poco de cuidado de no despendolarnos demasiado, porque estamos todos como si nos hubieran quitando el “safety car” de la Fórmula 1. Yo creo que la gente saldrá a dar paseos a las tres de la mañana solo porque puede. Luego los horarios de la hostelería tendrán restricciones y demás, pero nos quitan el toque de queda y no tener que mirar el reloj para llegar corriendo a casa va a ser muy guay.

–¿Qué tal está yendo la gira?

–Nos está yendo bien. Tengo que decir que soy un cómico que la reducción de aforo me ha podido venir bien para llenar. Soy un tipo de cómico que en los teatros grandes me defiendo, llenando algo más de medio teatro. Y como he jugado mis cartas es yendo solo a sitios más medianos, y cuando el sitio era grande nos hemos juntado dos o tres. Llené en grandes teatros, pero seguramente porque he ido de gira con Raúl Cimas y Dani Mateo, o por trabajar con gente de mucho nivel. He visto lleno el Jovellanos, la Laboral, pero casi siempre acompañado. Pero sí que es verdad que estas restricciones han hecho daño a grandes compañías de teatro. Yo tengo que decir que he currado bien, pero lo digo así, en bajito, porque no conozco el motivo.

–¿Qué vamos a poder ver en Mieres?

–Es un show muy guapo. Una cosa lleva a la otra, porque al haber trabajado bien, me noto rodado. En mitad del espectáculo se te ocurre una improvisación que era lo que faltaba para que el párrafo quedara bien. Cuando no actúas te oxidas. Y mucho. Cuando salimos del confinamiento, fue la primera vez en toda mi carrera que empezaba monólogos míos que no sabía seguir. Y saltaba a otro abruptamente. Me notaba totalmente oxidado. Ahora me noto engrasado. Dentro de lo que yo soy, estoy en buena forma.

–¿Es difícil hacer humor para un público con mascarillas?

–Menos mal que las mascarillas se han dejado de ver. Tienes que aprender a leer la sonrisa en los ojos. Yo no había mirado a nadie a los ojos en la vida. Cuando me decían “la gente de verdad mira a los ojos”, yo pensaba “pues seré de mentira, porque yo miro a la boca o a donde sea”. Y con esto he aprendido a mirar a los ojos.

–¿Cómo se recupera uno de año y medio facturando entre poco y nada?

–En mi caso, utilizando lo que gano como cómico. Pero la pregunta es la gente que tiene un bar y vive de él, que será el 90%, cómo lo estarán pasando. Yo cada vez que me asomo a la puerta de mi bar y miro a los de enfrente cerrados, se me cae el alma a los pies. Pienso: que les ayuden y que den subvenciones ya a la hostería, y si quieren que me salten a mí, que yo tengo otro trabajo. Pero hay veces que me planteo que si no tuviese mi trabajo de cómico pienso en qué situación estaríamos mi familia y yo, y me vengo abajo de una manera...

–¿Cuál es la salud del monólogo y de la comedia en España?

–La pregunta que más me hacían cuando empezaba era que qué iba a hacer cuando se acabaran los monólogos, porque se trataban como una moda, y ha dejado de ser así. Por una parte creo que tiene muy buena salud, porque todos mis compañeros monologuistas están colocados, o más o menos: unos hacen cine, otros hacen tele, otros presentan programas de radio... Pero lo que es cierto es que ya no hay programas de monólogos en la televisión. Hacemos colaboraciones, nos sentamos en una mesa y hacemos algo parecido, pero echo de menos ese programa dedicado a los monólogos. Antes solo había uno en abierto, tampoco pido que se llene la parrilla televisiva.

–¿De dónde saca usted las ideas?

–Mire, justo cuando piensas que ya casi está todo escrito y solo queda (Luis) Piedrahita descubriendo cosas nuevas, llega un nuevo orden mundial con la pandemia. Y de repente, lo primero es que se nos acaba el papel higiénico. Y lo segundo, la levadura. Y dices “boom”, ya tengo material, todos a escribir. Porque aunque es evidente que no hay mucho humor en el tema virus, ni en los hospitales ni nada parecido, en la cuarentena y el confinamiento sí que hay. En ese periodo que hemos pasado más tiempo con la pareja, con padres haciendo videollamadas.... De repente era todo un aluvión de temas. Es como si nos hubieran lanzado temas desde el cielo, como cuando llueven billetes en las películas. Y todo el mundo a escribir.

–¿Necesitamos reírnos más?

–Necesitamos el humor, y con esta pandemia me he dado cuenta mucho más. Ahora cuando haces reír a la gente te da las gracias. Y yo pensaba ¿por qué, si la entrada la has pagado tú? Pues te las dan porque les has hecho desconectar durante hora y media. Yo no habré sido capaz de haber solucionado ningún problema vital, pero si durante hora y media se ha olvidado de ese problema, pues te lo agradecen.

–¿Tenemos la piel demasiado fina?

–Antes yo notaba que cuando contaba un chiste podía hacer gracia o no. Y ahora creo que estamos en un punto en el que me puedo meter en un lío gordo con un determinado chiste. Y la intención siempre es hacer reír. Yo creo los enfados tienen que venir con la mala intención, no con la buena. Por suerte, esto pasa solo en las redes sociales. La gente enseguida se ofende. Y yo tuve miedo de que me pasara eso en el teatro. Pero no, porque la gente que va al directo sabe a donde van y a quien van a ver.