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Ambulancias delante del Credine de Barros, mientras estuvo abierto por la pandemia. | Juan Plaza

El centro neurológico de Langreo vuelve a cerrar tras un año abierto por la pandemia

El Credine queda sin actividad tras acoger enfermos con covid y después servir como espacio para los tratamientos de rehabilitación del hospital

El Centro de Referencia para personas con Discapacidades Neurológicas (Credine) de Barros ha sido un fiel aliado en la lucha durante la pandemia, acogiendo durante el último año a pacientes con coronavirus cuando todavía no había comenzado a desempeñar la labor para la que estaba destinado. Incluso acogió consultas de rehabilitación del área sanitaria del Nalón. Ante la bajada de los contagios, el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) ha vuelto a hacerse cargo de las instalaciones desde el pasado día 1 de junio, volviendo a cerrar sus puertas sin que se conozca cuándo podrá comenzar a funcionar como centro neurológico de referencia.

Hacía ya varias semanas que el Credine no tenía pacientes con coronavirus, lo que motivó que se derivase al hospital Valle del Nalón, de forma provisional, a los sanitarios que desarrollaban su labor para atender a pacientes de covid . En total, tres médicos y cinco enfermeras, cuya llegada al hospital comarcal sirvió para “reforzar el servicio y poder dar descansos a la plantilla”, como aseguraba entonces Bernabé Fernández, gerente del área sanitaria VIII, correspondiente al Valle del Nalón.

A su vez, el Credine comenzó a acoger las consultas de rehabilitación, lo que sin duda ha sido un apoyo para mejorar la atención sanitaria. Sin embargo, una vez que el Imserso recuperó las instalaciones, las consultas de rehabilitación han tenido que volver a su ubicación original, en el hospital Valle del Nalón. De hecho, como aseguró Fernández, se reanudaron ayer en el centro comarcal, en su horario habitual. Eso sí, el gerente del área sanitaria del Nalón quiso aprovechar ayer para mostrar su agradecimiento al Credine y todo su personal “por la colaboración que nos han ofrecido”.

¿Y ahora qué? Pues ahora el Credine parece volver a la casilla de salida, y habrá que esperar para ver cómo ha afectado la actual crisis sanitaria en los planes que maneja el Imserso. Unos meses antes de la pandemia, la consejera de Derechos Sociales del Gobierno del Principado, Melania Álvarez, anunciaba en diciembre de 2019 que el centro abriría sus puertas al mes siguiente con Rocío Allande como directora. La idea era abrir primero el centro de día y, posteriormente, la residencia. La Consejera también había asegurado que se habían realizado las contrataciones suficientes como para cubrir todos los servicios que iba a prestar el centro de enfermedades neurológicas, y que el personal estaba recibiendo “la formación adecuada” para cumplir con la previsión de abrir al mes siguiente.

Sin embargo, la llegada de la pandemia dio al traste con los planes del centro, que comenzó a recibir pacientes contagiados con coronavirus desde el 22 de marzo del año pasado. En este tiempo, dado el impacto de la pandemia, se llegó a duplicar la capacidad de las instalaciones, que contaban inicialmente con sesenta plazas para pasar a las 120. También está por ver si, una vez que comience a funcionar como centro de referencia, se volverán a reducir a la mitad las plazas de residentes, tal y como consta en el proyecto original.

El Credine es un proyecto de largo recorrido. El centro empezó a construirse en el año 2009 e iba a llamarse centro Stephen Hawking. Hubo que cambiarle el nombre, pero se mantuvo el espíritu: crear un centro de referencia nacional, dependiente del Imserso y dedicado a la atención directa y especializada de personas con discapacidad neurológica. También apoyar a sus familias y cuidadores. Según los plazos iniciales de la obra, el centro tendría que estar abierto desde 2012. Tras varios problemas (entre ellos la quiebra de la constructora), retrasos y arreglos, los trabajos concluyeron en 2017. Después llegaron trámites varios como la compra del mobiliario y los equipos, y finalmente, la contratación de los trabajadores y la dirección, siendo Rocío Allande la segunda directora que ha tenido el centro de Barros.

En cuanto al empleo, las últimas cifras oficiales ofrecidas indicaban que las instalaciones dispondrían de 55 empleados públicos de atención directa, una plantilla que tendría que dar servicio a 60 residentes y 30 usuarios del centro de día. Sin embargo, en 2008, estas cifras de contratación ascendían a 105 empleos directos y 39 contrataciones externas (144 en total).

En el centro se han invertido en total unos 14 millones de euros y son muchas las voces que han pedido la apertura inmediata de las instalaciones.

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