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La expansión del oso en las Cuencas: de avistamientos aislados a encontrarlos junto a los pueblos

En apenas una década, los plantígrados han ocupado todas las zonas de montaña de los valles mineros, desde Aller y Lena hasta el parque natural de Redes y el entorno del Aramo

Un ejemplar, grabado en la senda de Brañagallones. | Miguel Á. Fernández

Se llamaba Juan Díaz-Faes, aunque le conocían por “Xuanón de Cabañaquinta”. De familia pudiente, este allerano se convirtió en leyenda: llegó a cazar más de noventa osos. En la mayoría de los casos, no usó más armas que sus brazos y un cuchillo de caza. Suena a historia del medievo, pero ocurrió a finales del siglo XIX. Entonces, había incluso demasiados osos y los cazadores de plantígrados eran considerados una necesidad en los pueblos. Décadas más tarde, desde mediados del pasado siglo, la escasez de ejemplares dejó a la especie en peligro de extinción. Planes de recuperación, entidades conservacionistas volcadas y mucha sensibilización social después, han vuelto. Las Cuencas son, otra vez, tierra de osos.

A la cabeza en población, aún sin censos oficiales, están los municipios de Aller y Lena. No es coincidencia. Son los concejos sobre los que más han actuado las entidades conservacionistas para la recuperación de la especie. Además, son los únicos municipios asturianos que forman parte del conocido como “corredor interpoblacional”: los territorios que unen las subpoblaciones de oriente y occidente.

La primera noticia sobre la vuelta del oso a las Cuencas se produjo en el año 2010. Fue entonces cuando un apicultor de un monte cercano a Casomera se llevó una sorpresa: varias colmenas habían sido destrozadas en lo que parecía el ataque de un animal salvaje. La Patrulla Oso del Principado lo confirmó: un plantígrado había estado en la zona. Además, se recogieron restos para saber de qué subpoblación llegaba y otros datos genéticos. A Lena tardó un poco más en llegar. No en vano, el municipio cuenta con las dos grandes infraestructuras que más dificultan la conexión entre poblaciones: son la línea ferroviaria que une Asturias con la Meseta y la autopista del Huerna. Llegaron para quedarse y, a partir del año 2012, los avistamientos en el parque natural de las Ubiñas ya fueron constantes. Actualmente, según el censo oficial, hay cinco familias de osos asentadas en el espacio protegido.

El oso “Magnus”, un habitual de Xomezana. | Wenceslao Fernández C. M. BASTEIRO

En la comarca del Caudal, el oso está también asentado en Mieres. Así lo aseguraron los expertos, tras unos primeros avistamientos por los montes. Tanto Llosorio como el valle de Cenera son zonas de expansión. También se ha registrado su presencia en El Aramo (Morcín), con el hallazgo de restos y huellas: “Si tuvieran buena vista, ya verían Oviedo”, señalaron desde la Fundación Oso Pardo.

La expansión de la especie tenía una asignatura pendiente en las Cuencas: el parque natural de Redes. Por su situación, esta zona resulta “clave” para la expansión de los plantígrados. Y, aunque en el espacio protegido del valle del Nalón se demoró más, la vuelta del oso ya es una realidad. El año pasado, ganaderos de Caso afirmaron que un ejemplar –al que “bautizaron” “Oso Llocu”– estaba atacando animales domésticos y salvajes. El Principado descartó que se tratara de un plantígrado. Lo que si hubo fue más avistamientos, incluso en la pista que sube a Brañagallones.

En las últimas semanas se produjo un “empujón” a la población osera en la zona. Tras su paso por León para recuperarse, el Principado soltó en Redes a la osa que había sido recogida en Éndriga el pasado mes de agosto. Agentes de la guardería de Medio Rural la habían localizado y decidieron actuar, al constatar que perdía condición corporal y le costaba seguir a su grupo. Fue trasladada, en un primer momento, a una clínica de Oviedo. Presentaba síntomas de hipotermia, hipoglucemia y un peso muy por debajo de lo que correspondía a su edad: 6,5 kilos, cuando lo habitual para un esbardo de ocho meses son entre 15 y 20 kilos. También presentaba heridas compatibles con mordeduras. Tras su recuperación, volvió al medio natural con una salud de hierro y 36 kilos de peso. Lo cierto es que las Cuencas son claves en la expansión de la especie en la Cordillera Cantábrica, y en la unión de las poblaciones oriental y occidental. El problema está en la mayor humanización de este entorno, si se compara con otras áreas de Asturias.

Esto hace que ya surjan algunos conflictos. Como en la zona de las Ubiñas, donde los vecinos han alertado de que los plantígrados entran en los pueblos. Son los denominados “osos conflictivos”: aquellos que han perdido el miedo a los humanos y pueden atacar. El Principado tiene previsto un plan de “geolocalización” para estos ejemplares. Medida que solo tomarán “cuando fracasen el resto de actuaciones previstas en el protocolo”. En Lena exigen que se aplique de inmediato: “No queremos lamentar daños personales”, concluyen en el Ayuntamiento.

Más visitas en las últimos días. Hace una semana, el oso se comió la miel de unas colmenas en el entorno de La Foz, en Caso. Los apicultores de esta zona están empezando a preparar cercados para disuadir a los plantígrados. Uno de ellos está incluso “bautizado”, lo llaman en las redes sociales “Zampacastañes”, porque aparece por este entorno en otoño, para comer este fruto. También a finales de primavera y principios del verano, por la golosa miel.

No es el único oso con nombre de las Cuencas: en Xomezana llaman “Magnus” a un oso que todos los veranos ronda el pueblo. Esta primavera había otros ejemplares de menor tamaño, a los que bautizaron como “Magnus Jr”.

El número de plantígrados en la comarca aún está lejos del existente en el Suroccidente de Asturias, pero la población está en franca expansión y lo que antes era una excepción –avistar un oso– ahora es relativamente frecuente. El animal ha llegado a las Cuencas para quedarse.

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