El Nobel de Literatura Camilo José Cela afirmaba que había dos tipos de personas, las que hacían historia y las que la padecían. El poblado minero de Bustiello parece ser víctima de esta dicotomía. Este reconocido referente del paternalismo industrial del siglo XIX logró hace cuatro años convertirse en Bien de Interés Cultural (BIC). Esta catalogación, en la práctica, no ha hecho más que alumbrar las carencias y problemas que arroja el centenario enclave ligado a familia López Bru, marqueses de Comillas. El imparable deterioro del sanatorio, uno de los referentes del conjunto patrimonial, es solo el símbolo más conocido de las quejas de los vecinos. Lo que se mantiene inquebrantable en Bustiello es la buena vecindad. Por segundo año, un grupo de mierenses emuló a los antiguos mineros que cada día acudían desde la capital del concejo al poblado para trabajar en las minas. En este caso se trata de un paseo en bicicleta. La marcha organizada por la asociación cultural «La Pudinga» consiguió su objetivo: estimular la movilidad sostenible potenciando al tiempo la promoción del poblado minero de Bustiello. Cerca de un centenar de personas participaron luego en una fraternal arrozada que sirvió de reencuentro entre antiguos amigos nacidos en Bustiello. El cordial ambiente festivo no encubrió las reincidentes quejas que se escuchan en Bustiello desde hace años: «El sanatorio está abandonado, la iglesia sufre goteras y el puente sigue sin rehabilitarse», censuraron ayer los miembros de La Pudinga. Además, hay lamentos que nada tienen que ver con el desgaste que causa el paso del tiempo. El origen es más bien el contrario. «El operador de internet ha colocado las cajas de conexión en las fachadas de los edificios de cualquier manera, en algunos casos al lado mismo de la puerta, dificultando el tránsito», exponen los vecinos: «A nosotros se nos exige máxima pulcritud urbanística alegando que estamos en un BIC y luego se permiten estas aberraciones».

La jornada de hermanamiento que ayer se desarrolló en Bustiello incluyó una exposición con fotografías antiguas del poblado que trasladaron a muchos vecinos a su niñez: «Aquí estoy yo, en brazos de mi madre», apuntaba complacido José Luis Cordo, nacido en el pueblo minero hace 68 años. Ahora pasea por las caleyas de la mano de su nieto. «Quitar los regodones originales del suelo fue un terrible error, una gran chapuza». Se refiere a la sustitución en 2010 del empedrado original de la barriada, creada entre los años 1890 y 1917 por la empresa minera Sociedad Hullera Española y protegida por su valor histórico. Pero el principal temor en Bustiello es que el antiguo sanatorio acabe en ruinas. La plataforma ciudadana que desde hace años reclama una actuación en el viejo hospitalillo no solo pide una intervención en el inmueble, sino que exige un proyecto de uso para el futuro. «El sanatorio no necesita más estudios, sino una rehabilitación y un uso sostenible», explican los portavoces del colectivo. Plantean incluso ideas, como poner en marcha una cooperativa residencial para personas mayores. No obstante, la principal prioridad es lograr que el Principado ponga freno al deterioro del complejo. El Gobierno regional parece decantarse, según las fuentes consultadas por este diario, por posponer cualquier tipo de obra relevante hasta que el inmueble tenga un proyecto de uso. En este sentido hay que recordar que el complejo ya fue saneado en dos ocasiones, pero la falta de mantenimiento y los actos vandálicos han hecho estériles las citadas obras.

El sanatorio

El sanatorio de Bustiello, cuya titularidad corresponde al Principado de Asturias, es uno de los inmuebles más llamativos del poblado. El edificio data del año 1902 y muestra elementos modernistas en su fachada. La escuela de niñas se adosó en 1921 y la farmacia completó el conjunto, en el año 1924. También muy representativa es la iglesia. El templo fue inaugurado en 1894. Fue consagrado 30 años antes de que concluyese el desarrollo del poblado. Lleva, por tanto, casi 130 años en pie. «Cada hay más goteras y el inmueble necesita una actuación», señalan desde La Pudinga. La asociación también reclama una actuación en el centenario puente. El colectivo registró hace meses un escrito en el Ayuntamiento de Mieres para hacer partícipe al Alcalde de las carencias que presenta el histórico viaducto, el cual data de 1890. Los vecinos quieren que recupere su estética original y que, además, vuelva a ser transitable para el tráfico rodado. Bustiello busca desarrollar todo su potencial. El histórico enclave se asemeja a una joya sin pulir. Los vecinos reclaman más cuidados para el centenario poblado.