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Eduardo Úrculo ante su obra "Culis monumentalibus", en OviedoLNE

Dos décadas sin Úrculo: la huella imborrable del artista langreano

El próximo viernes se cumplen 20 años de la muerte del artista criado en Sama, "nombre nuclear de la historia del arte español del siglo XX"

Este viernes hará 20 años. El 31 de marzo de 2003 Eduardo Úrculo fallecía repentinamente en la Residencia de Estudiantes, en Madrid. Había acudido a un acto junto a su esposa, Vicky Hidalgo. Tenía 64 años y con todo lo que le quedaba por hacer ya era un "un nombre nuclear en la historia del arte español del siglo XX", en palabras de Alfonso Palacio, director del Museo de Bellas Artes de Asturias. En conmemoración de la triste efeméride, la pinacoteca asturiana expondrá en sus salas "Sueño con un cisne mientras el arcoíris me ilumina con sus cuerdas rosas", obra de 1972, perteneciente a la colección del museo ovetense, "que define muy bien los pilares de la obra de Úrculo, el hedonismo, la sensualidad y el erotismo vinculados al universo pop".

Eduardo Úrculo, en el centro, con Borges, a la izquierda y Rafael Trenor, en Santander

Eduardo Úrculo nació en Santurce (Vizcaya) el 21 de septiembre de 1938, pero la familia se trasladó a Sama en 1941. En la Cuenca del Nalón, un joven Úrculo trabajó como ayudante de topografía, lo que despertó su interés por el dibujo y por el arte. Ahí empezó todo: Úrculo había encontrado su pasión, su vocación, y a los 19 años, en 1957, inaugura su primera exposición individual en el Hogar del Productor de La Felguera. Ese mismo año empieza a colaborar como dibujante en el suplemento dominical de LA NUEVA ESPAÑA. Esos dos hechos llevaron al Ayuntamiento de Langreo a concederle una beca para irse a Madrid a estudiar en el Círculo de Bellas Artes y en la Escuela Nacional de Artes Gráficas.

El artista con su madre Carmina Fernández y una amiga

Las primeras obras de Úrculo se enmarcaban en el impresionismo, "herencia de la pintura negra de Goya, Regoyos o Solana", apunta Palacios, a lo que Luis Feás, crítico de este diario y comisario de exposiciones, añade pinceladas de "agitación social".

El artista con una de sus esculturas en Oviedo, «El regreso de Williams B. Arrensberg»

Úrculo viajó por España y Europa y en 1966 se instaló en Ibiza. Allí estaba también Carlos Sierra, recuerda Feás. Aquello les cambió la vida, "Sierra abrazó el realismo y Úrculo el arte pop". En realidad Ibiza poco tuvo que ver. Como artistas en la España de los 60 se fueron a la isla, pero su no tuvieron ninguna revelación especial. No fue el sol mediterráneo el que inundó los lienzos del langreano de adopción. En 1967 Úrculo expone en Copenhague y viaja a Alemania, Dinamarca y Suecia. En ese viaje descubre a Andy Warhol, Roy Lichtenstein y Tom Wesselmann.

Eduardo Úrculo abrazó el arte pop, "pero siendo muy conocedor de lo que el pop le debía a Matisse y al fauvismo de principios del siglo XX", matiza Palacios. Del pop se conocía en España la obra de Eduardo Arroyo y del Equipo Crónica; Úrculo "tiene más que ver con Wesselmann", opina Luis Feas, que destaca "la parte más festiva y erótica, que tiene algo de revolucionario en los últimos estertores del franquismo". El crítico de arte señala además que "el arte pop español se diferencia del americano en que es mucho más pictórico, son pintores de verdad, por decirlo de algún modo".

El artista con una de sus esculturas

Para Alfonso Palacios la obra de Úrculo es "una relectura" del arte pop, algo que más tarde haría con el cubismo. "Hizo una relectura en clave pop de las dos grandes vanguardias del siglo XX, el fauvismo de Matisse y el cubismo de Picasso", afirma el director del Museo de Bellas Artes de Asturias.

Murales de Úrculo

La obra de Úrculo puede por tanto dividirse en tres etapas. En sus primeros trabajos, hasta finales de los años 60, sus lienzos están dentro del expresionismo. Su etapa más conocida, más fructífera, es la del arte pop. En los últimos años de vida se había adentrado en el cubismo. Pero el paso de una etapa a otra no suponía para nada una ruptura. Tal vez sí entre las dos primeras, pero en ningún caso entre las dos segundas, el pop propiamente dicho, con su trazado personal, y el cubismo, también con trasfondo de arte pop.

Una visitante observa una obra de Úrculo en una exposición

"Cuando murió estaba jugando con el cubismo, era algo más metapictórico, miraba hacia el pasado, con citas literales de obras de otros artistas", explica Feás, que insiste: "El pop es por definición apropiacionista y Úrculo recreaba con la alegría del pop los grandes éxitos del cubismo".

Mural de Úrculo en un portal de la calle Alonso Nart de Sama

Hay otra pata. La más conocida para aquellos que no son aficionados al arte. Es el Úrculo escultor, aunque no lo era. Feás aclara que "él no hacía las esculturas, no hacía los moldes o el vaciado". "Sus esculturas son pinturas pasadas a las tres dimensiones, es una transposición de su mundo, de sus sombreros, de sus personajes".

Úrculo en su primera exposición individual en Sevilla en 1998

En este aspecto, Alfonso Palacio coincide en que "no era un escultor, pero supo llevar su mundo pictórico a la escultura". Y no solo lo pictórico, "Úrculo era un hombre muy culto y en sus esculturas hay una importante dimensión literaria", subraya el director del Bellas Artes, mientras a la mente vienen imágenes de algunas de esas piezas que se pueden ver en calles y plazas de Oviedo como "El regreso de Williams B. Arrensberg", el popular "Viajero" de la Plaza Porlier; el "Culis monumentalibus", frente al teatro Campoamor, o "Los libros que nos unen", la pieza en homenaje al profesor Emilio Alarcos Llorach en el Campus del Milán.

Cierto que Úrculo no era escultor, pero sus obras escultóricas son tan reconocibles como sus obras pictóricas; no en vano, como dicen los expertos, las piezas en tres dimensiones son una transposición de sus cuadros.

La obra de Úrculo está presente en museos, colecciones públicas y privadas y en las calles. También en Langreo, donde la pinacoteca municipal lleva su nombre y donde se conservan algunas de sus obras en dependencias del Consistorio y en algunos edificios privados, algunos de ellos en serio peligro de desaparición.

El viernes se cumplen 20 años del día en el que Asturias y España perdieron a uno de sus pintores más importantes del siglo XX. Úrculo llegó a Asturias con 3 años y se fue con 19, aunque luego regresó a vivir a Oviedo y se refugiaba también en su casa de La Riera, en Colunga. Allí restauró un viejo molino junto al río y no era extraño verle pasear con su hijo Yoann o sentarse a la puerta de una cuadra a charlar con los vecinos. Había viajado por todo el mundo, era un artista de éxito, pero por encima de todo era un hombre que disfrutaba de la vida, ya fuese en Nueva York, en San Francisco, en Madrid, en la China popular o un pueblín como La Riera.

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