Yeizan ya no es Andrea: la dificultad de ser "trans" fuera de las grandes ciudades

Un joven mierense narra el difícil camino del cambio de género en una ciudad pequeña: "Me hacen preguntas incómodas"

Ana Belén y Yeizan, besándose, en un banco del parque Jovellanos.

Ana Belén y Yeizan, besándose, en un banco del parque Jovellanos. / C. M. Basteiro

Esto no va de leyes ni de una gran reivinidicación. Esto no va de derechos, aunque también.

Olvídense de lo grande, vamos al detalle. Esto que sigue va de las dificultades que encuentra un joven como persona "trans", en su día a día, fuera de una gran urbe. De las miradas cuando pasea con su novia por el centro de Mieres. Del tesón de mantenerse. De la fuerza de decir "este soy yo, y este cuerpo no me pertenece". Esto va, sobre todo, de Yeizan Terrones. Que antes era Andrea, que ahora todo el mundo lo conoce como "Terry".

Yeizan y su novia, Ana Belén, están sentados en el Café Jovellanos. Se han pedido un café con hielo, aunque quizás haría falta algo un poco más fuerte. Porque el viaje a los recuerdos va a ser doloroso.

Catorce años atrás, cuando Yeizan tenía cuatro años y era Andrea. La niña con el cuerpo en el que nació. Estaba en la playa y sentía que todos le miraban: "Yo sabía que algo no estaba bien, pero no sabía exactamente el qué. Recuerdo que mis padres me reñían porque no quería ponerme el bañador e ir al mar, como iban las otras niñas". Y ella (ahora él) se quedaba en la toalla y veía pasar el día sin disfrutar. "Cuando pienso en todo lo que me he perdido...". Los ojos de Yeizan se oscurecen un poco. La sombra del que lo ha pasado mal.

"Sufría mucho porque nadie me entendía". Recuerda otro día que sus amigas quedaron para dormir todas juntas. Pero Andrea, la niña que era Yeizan entonces, no quería ir. "Me daba 'cosa' ponerme en pijama delante de ellas, pero ahí tampoco sabía a ciencia cierta por qué". Decía que no a las invitaciones y se quedaba sola en casa. Se ponía la música alta, bailaba. Aguantaba las riñas de sus padres.

Antes de entrar al instituto, Yeizan ya le había puesto nombre a "eso" que "no estaba bien". Su cuerpo, no era el suyo. "Supe que no me sentía niña, que quería ser un niño". "Sí, lo dije en casa... pero no encontré apoyo". Recuerda aquellos años como los más difíciles de su vida: "Es muy triste ver que no te aceptan por quién eres, que no te escuchan... uf, casi prefiero no acordarme de eso".

El amor

Se hace un silencio. Y es Ana Belén la que retoma la conversación. "Nos conocimos hace ya tiempo, llevamos dos años juntos". Una fecha inolvidable. Tanto, que es el nombre de perfil de su cuenta de "Instagram" conjunta. Se conocieron en casa de unos amigos, en una fiesta. "Me dijeron que no me quedara mirando a 'Terry', porque era 'trans' y no se encontraba bien en ese momento. No pude evitarlo, me quedé mirándole pero porque me gustaba muchísimo", ríe ella. Y él sonríe, también se acuerda: "Empezamos a quedar al día siguiente, yo me enamoré".

Y con Ana Belén, llegaron muchas cosas. El amor, el que tanto tiempo había echado en falta: "No me había sentido aceptado nunca". La familia, que tanto necesitaba: "Todo el entorno de Ana Belén me acogió como a un hijo. Me dieron cariño, comprensión y amor". Lo que él esperaba para dar el paso. Fue un cambio tan drástico que, desde entonces, no ha parado de pelear sus derechos.

Yeizan y su pareja se dan un beso en Mieres.

Yeizan y su pareja se dan un beso en Mieres. / C. M. B.

"La aprobación de la nueva Ley 'Trans' es una muy buena noticia. Ahora puedes cambiarte el nombre en el DNI sin que quieras hormonarte ni hacer la transición física". Él ha solicitado ya el cambio de nombre. Además, está a la espera de que le llamen de la Seguridad Social para iniciar el tratamiento hormonal: "Yo estoy completamente seguro de lo que quiero hacer. Te aseguro que es un cambio muy grande, muy pensado. Es mentira eso que dicen de que habrá gente que quiera dar marcha atrás".

Lo hace convencido. Y a pesar de todo. "Ser 'trans' en Mieres es más difícil que en una ciudad más grande, lo sé. Pero también es verdad que influye mucho el entorno". Tiene de su lado a amigos y familia. Y eso hace que las miradas duelan menos: "Sí, hay gente que se queda mirándome por la calle, también cuando voy con Ana Belén". Cuando llega el verano, todo es más difícil: "Le miran cuando se quita la camiseta y le ven el binder", dice su novia. El "binder" es una banda elástica que comprime los pechos para disimular los senos femeninos. La joven, de veinte años, casi salta en la silla: "Es que a mí me dan ganas de preguntar a la gente si a ellos los miran por lo que llevan puesto, o cuando se van a la playa en bañador; es que a veces la peña...".

Preguntas incómodas

A veces, matizan, "la peña se pasa". Como cuando les preguntan por sus prácticas sexuales. Yeizan se queda callado. Otra vez, Ana Belén replica: "Yo no le pregunto a nadie lo que hace en la cama con su pareja, o por lo que tiene entre las piernas... es de educación básica, ¿sabes?".

Cualquiera lo sabe. El café se está terminando, los hielos están derretidos. Llega el momento de las fotos. Se abrazan, es amor puro. Y, entonces, se les ocurre una idea: "Lo mejor es que las hagamos en los bancos del parque, en los que están pintados con los colores de la bandera LGTBI". Suena el "click" de la cámara. Ellos se miran, se dan un beso.

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