Memorias | Arsenio Fernández-Nespral Fernández Cantante y compositor de canción asturiana. Barítono del "Cuarteto Torner"

"La canción asturiana está vulgarizada, se canta lo mismo sin acudir a las fuentes"

"Rodrigo Cuevas, al margen de los disfraces, lo hace muy bien: está preparado musicalmente y ha acercado la tonada a la juventud"

Arsenio Fernández-Nespral, en el puente sobre el río Nalón en El Entrego

Arsenio Fernández-Nespral, en el puente sobre el río Nalón en El Entrego / Luisma Murias

David Orihuela

David Orihuela

Arsenio Fernández-Nespral Fernández es un apasionado de la canción asturiana desde que, siendo un niño, iba con sus padres a todos los concursos. Lo de la tonada le viene de familia. Nacido en El Entrego, San Martín del Rey Aurelio, es hijo de Arsenio Fernández-Nespral Pérez, "El Polenchu", más que reconocido cantante de tonada. Lo que también le venía de atrás, de sus antepasados, es la mina, pero logró evitarla, para alegría de su madre. En ese empeño de no entrar al pozu se hizo maestro, profesión que ejerció hasta su jubilación en 2008. En 1983, junto a Luis Estrada, Roberto González y Emilio García, redondeó el "Cuarteto Torner", una de las formaciones de música asturiana que más éxitos ha cosechado en las últimas década. Ahora, jubilado y con el "Cuarteto" disuelto desde la muerte de Emilio García en 2018, Arsenio Fernández-Nespral se dedica a escuchar mucha música, componer canciones y pasear. En uno de esos paseos por El Entrego, donde sigue viviendo, repasa su partitura vital con LA NUEVA ESPAÑA.

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El pequeño Arsenio, con seis años / LNE

Una infancia normal en una familia de tradición minera.

"Nací en El Entrego, en San Martín del Rey Aurelio, un 15 de diciembre 1947, y creo que tuve una infancia normal, como la de todos los críos de por aquí. Estudié siempre en las escuelas públicas, Primaria y Secundaria. De aquella los críos estábamos más tiempo en la calle que en casa, jugábamos a los banzones (o canicas), a aquellas carreras de chapas de refresco que hacíamos las etapas del Tour de Francia. Cada época del año tenía su juego. El Entrego, como todas las Cuencas, eran un lugar muy sucio, por el carbón. Salías de casa con ropa clara y volvías con ella totalmente negra. El río (Nalón) bajaba totalmente negro, era una cloaca en la que se lavaba el carbón. Aquí siempre se vivió de espaldas al río. Allí tirabas todo lo que te sobraba. Era un vertedero. La gente tiraba al río cualquier cosa que se le ocurriese, desde gatos recién nacidos a perros, lo que fuese. Desde la perspectiva actual es una pena. Todavía hoy no se aprovecha el río para nada y podía ser un buen reclamo turístico. Bueno, volvamos a antaño. De aquella en El Entrego había muchísimos más habitantes que ahora. Se construyeron casas por todos los montes de alrededor. Aquí vino gente de toda España y se necesitaban viviendas, sea metían a vivir en cualquier sitio. La mina atrajo mucha población. Mi padre, Arsenio Fernández-Nespral, "El Polenchu", era cantante de canción asturiana pero su trabajo fue de bombero en la mina y de jefe de cuadras, cuando la extracción del carbón se hacía por tracción animal, con mulas. Trabajaba en el pozo Nespral, lo que luego fue el pozo Entrego. Mi tatarabuelo, Miguel, era hermano de Vicente Fernández-Nespral, el fundador de Nespral y Compañía. Mi tatarabuelo también era empresario minero pero no llegó a tener empresas tan grandes y productivas como Vicente, que además del Nespral tenía varios pozos, entre ellos el Sorriego y otro subiendo para el cementerio. El pozo Nespral fue el primero que se profundizó, el primer pozo vertical de Asturias, en 1909. Hasta entonces las extracciones eran horizontales. Eso fue ya en época de un hijo de Vicente que se llamaba Dionisio".

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Arsenio Fernández Nespral, en el centro, junto a su padre, a la derecha, y Melchor Fernández, quien fuera director de LA NUEVA ESPAÑA y familia de Arsenio. / LNE

El Polenchu y el cuñado melómano. "Mi padre vivió por y para la canción asturiana, aprendió a cantar por su cuenta. Cuando era un chaval iba a un bar que había en el Sotón que se llamaba Casa Mixel, donde había un fonógrafo y que tenía discos de canción asturiana. Mi padre iba allí a diario a escuchar las novedades, allí conoció a los grandes, a Quin El Pescador, El Maragatu, Mi padre era muy amigo de Xuacu el de Sama, actuaron juntos muchas veces. Mi padre ganó un concurso en Langreo cuando tenía 18 años y allí estaba Xuacu de jurado. Mi padre conocía la canción asturiana muy a fondo, si hubiese habido una facultad de canción asturiana sería el catedrático número uno, conocía la canción asturiana al milímetro. Cantaba todas las canciones de los grandes igual que ellos, en medida, calidad. También cantaba flamenco por Angelillo que lo espatarraba. Para los que cantan muy muy bien asturiano les va muy bien el flamenco, no el puro, no Camarón pero el flamenco un poco ligero les va muy bien. Yo cuando escuché la primera grabación de Angelillo pensé que era mi padre. Cantaba de todo, era un tenor muy bravo, tenía una gran tesitura de voz. Mi madre, Zulima Fernández, era de Les Palombes, en Laviana, pero de muy cría fue a vivir a Tolivia. Conoció a mi padre en El Entrego y se casaron. Acabo de hacer una canción dedicada a mi madre, era todo amor, todo trabajo y dedicación a la familia. Yo era el pequeño de la casa, el mimito de la familia. Tenía dos hermanas mayores, me sacaban 12 y 13 años, Mari e Isabelita, que en paz descanse. Mari estaba casada con un sastre, Enrique García Zapico, que era un gran melómano, mientras cosía estaba escuchando discos, desde boleros a música sacra. Yo era un crío y estaba siempre alrededor de él, allí escuché por primera vez a los Cuatro ases. Mi cuñado cantaba en el coro de Educación y Descanso de El Entrego. También había cantado en un trío tipo Los Panchos que cantaban boleros y eso. Cantaba muy bien".

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El "Cuarteto Torner", con Arsenio segundo por la izquierda, en con motivo de un homenaje en La Felguera por sus 1.000 actuaciones. / LNE

"Un verano de trabajo para comprar unos pantalones tejanos". "Con el auge de la minería, en aquellos años, cuando yo era chaval, en las Cuencas había mucho dinero. Había casi un bar por habitante, en cada esquina había un chigre y corría el dinero. Los bares estaban llenos todo el día. A la mima se entraba por relevos y a los bares también, salía un relevo y entraba otro, a echar la partida, a beber, vino y sidra. Los mineros eran más de vino que de sidra, decían que les iba mejor. Al parecer la sidra era mala para los bronquios, para la silicosis, decían que era muy húmeda, no sé si será cierto. En verano íbamos a Castilla a secar esa humedad de la mina. En mi familia pasamos muchos veranos en Mansilla de las Mulas, en Valencia de Don Juan, más tarde fuimos a Hospital y Benavides de Órbigo. Allí iba gente de las dos Cuencas, del Caudal y del Nalón. Era la adolescencia, que en cuanto a libertad era muy corta. Teníamos muchos problemas para estar con las mozas porque los padres, y no es que fuese cosa política sino por tradición, querían a las mozas en casa a las ocho y media o nueve de la noche, y las horas que tenían para salir eran muy limitadas, entonces teníamos problemas para ligar. Las mozas no iban a los chigres, salvo aquellas que eran muy ‘modernas’, que llamábamos de aquella, las que fumaban, pero las mozas en general a los bares no entraban. Yo fui buen estudiante y con la edad aún mejor porque veía que si estudiaba tenía una perspectiva de vida mejor que si no lo hacía . Mi madre era totalmente opuesta a que yo entrase en la mina. Yo tampoco quería ir, siempre le tuve mucho respeto a la mina. Hay una anécdota que me hizo ver las cosas de otra forma. Cuando yo tenía 16 años empezaron a utilizar lo vaqueros por aquí, entonces yo quería unos vaqueros. Mi madre dijo que no me lo compraba que me lo hiciese mi cuñado el sastre. Pero yo quería el vaquero auténtico, el de la tienda, no el hecho en casa. Mi madre insistió en que no me lo iba a comprar y entones dije que iba a trabajar, era por el verano, estaba de vacaciones. Los vaqueros costaban 25 pesetas, que de aquella era mucho dinero. Fui a trabajar julio y agosto de pinche de albañil con un contratista. Me levantaba a las seis de la mañana todos los días, que para un chaval.... Había que ir a por agua con un burro y el burro era muy burro, muy necio, me tocó tirar por él, hacer pasta. Estábamos haciendo el tejado de una casa y me subían con el winchi (cabrestante). Mi padre había hablado con el contratista para que me diese lo justo para comprar los pantalones. Acabé los dos meses, me dio el dinero y fui directamente a una tienda que se llamaba Camile y compré los tejanos. Aquello me sirvió para espabilar, para ver lo que era el trabajo A partir de ahí ya cogí los estudios con mucho más interés".

Política y huelgas mineras. "En casa no se hablaba de política. Mi padre tenía una ideología liberal progresista pero tampoco estuvo nunca directamente metido en política. Recuerdo las huelgas mineras con mucho miedo . De aquella la policía repartía y los mineros se defendían con sus medios. Había que meterse en casa porque peligraba tu vida. En la huelga del 64, creo que fue en mayo, sucedió algo que nadie esperaba, el río bajaba limpio. Al estar parados los pozos no se lavaba el carbón en el río y para nosotros era una novedad enorme ver el Nalón limpio y transparente. Los chavales lo pasamos bomba. Ya más tarde, los últimos años del franquismo me pillaron en Mieres de maestro. Cuando murió Franco yo ya estaba dando clase en El Entrego. Aquel día nos obligaron a todos los profesores a ponernos corbata. Nunca me metí en política ni tuve demasiado interés por ella. Solo milité un tiempo en URAS (Unión Renovadora Asturiana), el partido que fundó Sergio Marqués. Hice el himno de URAS porque me lo pidieron. Sergio (Marqués) era un gran amante de la canción asturiana e hizo mucho por ella. En casa éramos, en cierto modo "apolíticos". En realidad solo conocías la ideología que gobernaba. En la escuela había que cantar el himno nacional al entrar, al salir y cuando pintase. Era lo que hacías y lo poco que sabías porque en casa no se hablaba de política".

"El ‘Cuarteto Torner’ se deshizo cuando murió Emilio García; si no es por eso, habríamos seguido unos años más"

La carrera de Magisterio, Miranda y Cuchichi. "Estudié Magisterio en Oviedo, de 1966 a 1969. Tengo muy buenos recuerdos de esos años, de los estudios y de Oviedo. Mi padre (Arsenio Fernández-Nespral, ‘El Polenchu’) era muy amigo de ‘Los Cuatro Ases’ y en el último curso de la carrera, en el Bar Cantábrico, en Oviedo, me presentó a los dos que seguían vivos, Miranda y Cuchichi. En la Escuela de Magisterio hice muy buenos amigos. Incluso con un compañero de Barros, José Manuel Casal, hicimos un dúo y actuábamos en las fiestas estudiantiles. Cantábamos canción asturiana y habaneras. Yo canté desde crío. Iba siempre con mi padre y mi madre cuando actuaba mi padre o había algún concurso. Cuando yo hice Magisterio no había especialidades, eras profesor de educación primaria. Cuando llegaba a dar clase a los colegios, como sabían que yo cantaba, me ponían a dar música, así que no tuve más remedio que ir estudiando y preparándome más. Empecé a dar clase con 23 años nada más venir de la mili. Mi primer destino como profesor fue Santa María del Puerto, en Somiedo, pueblo al que le dediqué una canción el año pasado. Ya estaba casado con mi esposa, María Rosa Pandiella. Nos conocimos en El Entrego. Ella era de Nava, pero vinieron a vivir aquí. Cortejamos durante cuatro años y nos casamos en 1969. En Somiedo el curso era de mayo a octubre. Como eran vaqueiros de alzada, a últimos de octubre, cuando empezaba a nevar, bajaban para los pueblos de los valles, a Salas, a Belmonte. Así que acabamos las clases y me dieron dos meses de vacaciones, hasta diciembre. En enero o febrero me dieron destino. Estuve en Siero, luego Avilés, luego Mieres. Sacaron las oposiciones y las aprobé. Vine provisional a El Entrego y así estuve dos años. Cuando me dieron la plaza definitiva nos mandaron a toda la promoción al País Vasco obligatoriamente. Era el curso 76-77 y en el País Vasco no había maestros suficientes, a mí me tocó Sestao, plena zona industrial también, salí de una para meterme en otra".

La fundación del "Cuarteto Torner". "Este mes se cumplen 50 años desde que presentamos el ‘Ochote San Andrés’, que es el origen del Coro San Andrés Sergio Domingo y es cuando yo empecé a cantar oficialmente, digamos. Estuvimos un año con el ochote, pero empezó a fallar algún componente y decidimos hacer un coro más grande que es el actual coro San Andrés. Uno de los que falló en ochote lo sustituimos por Luis Estrada, que estaba casado en El Entrego. Yo lo conocía por su mujer. Empezó a salir con nuestra cuadrilla y como le gustaba cantar le dijimos que se uniese, así empezó a cantar Luis Estrada. Unos diez años después decidimos montar el ‘Cuarteto Torner’. El coro tenía ciertos problemas, y desapareció unos años, en ese impasse fue cuando Luis y yo decidimos montar el cuarteto con cuatro voces del coro, pero dos de los componentes lo tuvieron que dejar por motivos de trabajo y recurrimos a dos del Coro Santiaguín, Roberto González y Emilio García. Nunca pensamos llegar tan lejos, con el coro, qué va. Grabamos un primer disco que gusto mucho, a partir de ahí actuamos sin parar. Tenemos más de 2.200 actuaciones registradas y grabaciones en 50 discos, en unos solos y en otros con otros artistas o recopilatorios. El repertorio gustaba mucho, por eso tuvimos éxito. Seguíamos la tradición de los ‘Cuatro Ases’ y del ‘Cuarteto Vocal Asturiano’. Además, en aquel momento no había ningún cuarteto en Asturias y es más fácil llevar a cualquier sitio a un cuarteto que a un coro entero. En el éxito yo creo que influyó también la simpatía de los componentes, sobre todo Luis Estrada y Roberto González, que siempre tienen el último chiste preparado. Era un poco un show, además de cantar intercalábamos ‘gags’ humorísticos y eso llamaba mucho la atención. Hicimos actuaciones por toda España. También estuvimos en Francia, en Lyon, representando a Asturias en un festival de culturas europeas y viajamos dos veces a Bélgica. Asturias la hemos recorrido enterca muchas veces, desde el Campoamor hasta la aldea más pequeña que te puedas imaginar. Hemos cantado en iglesias en las que no cabíamos ni el cuarteto, tenemos miles de anécdotas. Recuerdo que actuamos para Adolfo Suárez en Perlora. Vino a varios mítines y el CDS (Centro Democrático y Social, el partido de Suárez) nos llevó al de Perlora. Al acabar, Suárez nos quiso felicitar personalmente y nos dijo que estaba maravillado y asustado: ‘Parecen ustedes un coro, no un cuarteto’. La verdad es que las voces aran muy buenas y estábamos muy bien conjuntados".

Años de viajes y la desaparición del grupo. "Siempre he estado enamorado de la cultura asturiana y para mí ha sido un honor participar en su difusión desde la polifonía. Dinero me ha dado muy poco, pero me ha dado conocer a muchísimas personas muy importantes que quizás nunca hubiese conocido. Estando gobernando Sergio Marqués, que era un gran enamorado de la canción asturiana, nos llevó a cantar Barcelona, Madrid o Sevilla. De no estar en el ‘Cuarteto’ jamás hubiese vivido esas cosas. También es un orgullo haber seguido la herencia de mi padre. Cuando me jubilé, en 2008, tuve diez años de prórroga con el ‘Cuarteto’ hasta que se deshizo con la muerte de Emilio García. Si no hubiese muerto hubiésemos seguido pero sin él no tenía sentido. Además de cantar, fui letrista por casualidad. Cantábamos una misa de Sergio Domingo que yo traduje al asturiano y siempre en los ofertorios cantábamos algo alusivo a la localidad en la que estábamos. Así empecé a hacer letras para todos los sitios a los que íbamos. Luego, Luis Estrada y yo hicimos una canción que tiene mucho éxito por esta zona, ‘Langreanina’, que aprendimos de ‘El Torero de Pancar’, que la había traído de Cuna, nosotros cogimos lo que nos interesaba y le añadimos letra. Después conocí a Pepín Robles, el músico de Laviana, e hicimos un disco con letras mías y música suya. Ahí estaba, entre otras ‘Ven al festival de Nava’, que es el himno oficial del festival de la sidra de Nava desde 2004. Esa canción también la grabó Vicente Díaz. y también grabó ‘La Flor de Grao’ y ‘La Ascensión’. Hice la letra del himno de URAS, el único partido al que pertenecí. La música la hizo el hijo de Luis Estrada, que en paz descanse".

La vulgarización de la tonada. "La canción asturiana debería dignificarse porque veo que está un poco vulgarizada. Esa vulgarización se debe a la reiteración en la interpretación de las mimas canciones en todos los concursos y festivales. Algunos de los interpretes las aprenden de otros sin tener en cuenta la fuente primigenia. Hay que ir a Las canciones grabadas en su día por los antiguos cantadores históricos como El Maragatu, Xuacu el de Sama, Quin el Pescador, Miranda, Cuchichí, Botón, La Busdonga o Juanín de Mieres, entre otros. Creo que es totalmente necesario recuperar esos cientos de canciones modelo o patrón que están presentes en el método de evaluación que hicimos Luis Estrada y yo. Sería la forma de evitar la vulgarización y aumentar la calidad de nuestra canción. También están cosas como lo que hace Rodrigo Cuevas, que al margen de los disfraces lo hace muy bien. Canta muy bien, está preparado musicalmente y está sacando canciones tradicionales que estaban olvidadas. Es una buena medida para que la canción asturiana llegue a la juventud". 

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