El jurado popular decidirá el miércoles la condena de Senén Fernández, tres años después de matar a Teresa Aladro

"Mi padre, que ha matado a mi madre", le dijo el hijo de la pareja al operador del teléfono de emergencias

Senén Fernández, en el momento en que le entregan la escopeta para reconstruir los hechos en el juicio.

Senén Fernández, en el momento en que le entregan la escopeta para reconstruir los hechos en el juicio. / L. P.

A Teresa Aladro le gustaba ir a Caleao, trabajar con su hermano Manuel en su negocio hotelero en el parque natural de Redes. Allí se habían criado, en Caso, en un entorno idílico donde su padre, Serrano Aladro, trabajaba como guarda. Allí estaba su familia. Pero a su marido, Senén Fernández, aquello no le gustaba. Lo de que su mujer, porque era así, él entendía que era suya, trabajase en la piscina del negocio de su hermano, no le gustaba nada y la obligó a dejarlo. Senén quería que Teresa fuese a la hierba y cuidase del ganado que tenían en el pueblo de la familia de él. A ella no le gustaba esa vida.

Él era un tipo obsesivo, controlador, un maltratador de libro que la madrugada del 20 de mayo de 2021, mañana hará tres años, le descerrajó dos tiros con una vieja escopeta. Él mismo lo reconoció esa misma noche. Se lo dijo a los agentes de la Guardia Civil. Confesó que había matado a su mujer. Dos años después, en prisión provisional, cambió de versión, y dijo que había sido un accidente, que Teresa murió en un forcejeo cuando él intentaba suicidarse delante de ella. Muchos piensan que ojalá se hubiese suicidado de verdad y no hubiese acabado con la vida de una mujer de 48 años.

Esta semana, en el juicio con jurado popular celebrado en la sección segunda de la Audiencia Provincial de Oviedo, se ha dibujado el paradigma de la violencia de género. Hombre celoso, controlador, posesivo y agresivo. Mujer que no se separa porque no tiene independencia económica y por proteger al hijo del matrimonio, pero que al final da el paso porque no puede más. Hombre que amenaza con suicidarse si la mujer no vuelve. Mujer que tiene claro que no va a volver, pero mantiene el contacto por el bien del hijo. Hombre que mata a la mujer. Es lo que se desprende de los informes policiales y periciales y de los testimonios de los testigos, incluido Adrián Fernández Aladro, el hijo del matrimonio, que pidió declarar tras una mampara porque no quiere volver a verle la cara al asesino de su madre.

Una pancarta en la que se pide justicia, en las inmediaciones del Juzgado. | L. P.

Una pancarta en la que se pide justicia, en las inmediaciones del Juzgado. | L. P. / D. Orihuela / L. Palacios

En el juicio se recreó con detalle lo ocurrido esa madrugada en Pola de Laviana, donde el asesino y su todavía esposa residían en viviendas separadas.

Esa noche Senén Fernández le quitó a su hijo Adrián las llaves de casa de su madre sin que el chaval, que entonces tenía 20 años, se enterase. Cogió su furgoneta y con una escopeta vieja fue a casa de Teresa Aladro. Él dice que fue ella quien le abrió la puerta después de hablar diez minutos por el telefonillo. Eran las tres de la mañana y en el juicio quedó claro que el portero automático estaba esos días estropeado. Senén subió a la vivienda y asesinó a Teresa. El hombre volvió a su casa y le dijo a su hijo: "He matado a tu madre". Adrián es incapaz de olvidar "la cara de satisfacción y orgullo" de su padre al comunicarle tamaña barbaridad. El joven salió corriendo y llegó a casa de su madre. La encontró muerta en un charco de sangre. Llamó a sus tíos. Su tía llamó al 112 y en las grabaciones se escucha a Adrián decirle al operador: "Mi padre, que ha matado a mi madre".

El hermano de Senén, que no ha querido declarar en el juicio –se supone que para no hacerlo contra su propio hermano o para no tener que mentir manteniendo la teoría del accidente–, lo subió a su coche y se dirigió al cuartel de la guardia Civil de Pola de Laviana. El hombre se metió incluso en dirección contraria, y fue precisamente en ese momento cuando se encontraron con una patrulla de la Benemérita que ya iba camino de casa de Teresa tras la llamada de la familia al 112. "Nos encontramos con un coche en dirección contraria que nos dio las luces, era el hermano del acusado y el propio acusado, el hermano nos dijo que Senén acababa de matar a la mujer y que iba al cuartel a entregarlo", relataron los dos agentes que detuvieron al hombre y fueron con él a casa de la víctima. En el coche repitió en varias ocasiones que había matado a su esposa, en ningún momento habló de un accidente ni de un intento de suicidio.

En ese punto comenzó el trabajo de los expertos que determinaron cómo ocurrieron los hechos y que esta semana han desmontado uno a uno los argumentos de la defensa.

La muerte de Teresa Aladro fue rápida. Se produjo tras el primer disparo, efectuado de frente, a una distancia de entre 40 y 60 centímetros y que le destrozó el hígado. La bala, una vez dentro de su cuerpo, marcó un reguero de muerte segura: tras entrar por la parte abdominal, chocó contra dos vértebras lumbares y cambió de trayectoria, subió y salió por la parte de atrás de la escápula izquierda. Antes, dañó un pulmón y el corazón. Sólo con este disparo, la mujer ya no habría tenido salvación y habría quedado del todo imposibilitada para defenderse de su agresor. El segundo disparo se produjo aún más cerca, a una distancia de no más de 40 centímetros, y en este caso el proyectil entró por detrás. "La víctima volteó, giró, y la bala entró por la parte posterior del hemitórax derecho y salió por la cara anterior del hombro izquierdo, cuando estaba en un plano inferior al agresor", ratificaron las forenses que se encargaron del análisis del cadáver. Lo hicieron, además, mostrando fotografías de los impactos de bala en el cuerpo de la víctima que hicieron conmoverse hasta las lágrimas a su hijo Adrián, presente en la sesión como público. "Mi padre, que mató a mi madre", le había dicho al operador de emergencias.

Los expertos dejaron claro que Senén le pegó un tiro a Teresa y la remató por la espalda con un segundo disparo. La teoría de que ella cogió el cañón de la escopeta cuando él, arrodillado, iba a suicidarse, quedó anulada al no encontrarse ni quemaduras en las manos de la mujer, ni restos de pólvora ni restos de ADN en el arma.

Pero sí encontraron pruebas de un acoso prolongado en el tiempo. En el sumario hay hasta 73.000 páginas de documento en formato pdf con todas las comunicaciones, conversaciones y consultas en internet realizadas por Senén antes del crimen. En el juicio se escuchó el testimonio de las psiquiatras que trataron a Teresa, en una clínica privada y en el Sanatorio Adaro, en Sama. La mujer llegó decirles: "No me suicido por el mi fíu". Las amigas de la víctima relataron el calvario que vivió durante años y que llevaba desde 2017 pensando en el divorcio.

En la sala se escuchó la voz de Teresa, se escucharon los mensajes en los que solo pedía tranquilidad para ella y su hijo. Esa voz que dos disparos no han logrado apagar. Senén Fernández mató a su mujer, pero no acabó con Teresa Aladro porque su nombre se ha convertido en símbolo de lucha contra la violencia machista. El jurado se reunirá el miércoles. La acusación pide 37 años de prisión y la defensa uno. La familia de Teresa solo pide justicia y que se acabe este calvario.

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