Estamos en el año 15 del siglo XXI, vamos, ya adelantaditos. Tenemos muchas cosas a nuestro alrededor que nos producen alegría, dinamismo en el quehacer y que el llegar a Marte u otro planeta parece cosa fácil. No obstante, con tanta modernidad, de repente se nos va luz de la casa. No hay tele, la lavadora no "furrula", la nevera no enfría, la vitrocerámica se niega a cocinar y el microondas no vale ni para calentar la leche. "Marineros al agua", un desastre familiar.
Además, y por si fuera poco, una avería en la conducción general del agua revienta, con lo cual hay que aprovisionarse rápidamente de agua mineral (con gas o sin gas, je, je, maldito chiste), pero es que ni los platos se pueden fregar si previamente no tenemos agua almacenada en el bañal o fregadero. No hay líquido elemento, no podremos hacer café ni en un hornillo de gas butano. No hay ducha, no puedo afeitarme con jabón y cuchilla, la ropa sucia se amontona y del retrete no hablemos, por lo mal que nos huele: "Marineros a tierra", el disloque en una casa.
¿Usted se acuerda de todo lo narrado? Yo sí, y de los problemas en mayor o menor escala. En las casas siempre teníamos que estar provistos de velas, varias, con su palmatoria correspondiente. O candelabro. Porque a la hora de ir para la cama, cada uno llevaba su "luz" encendida. Mas tarde salieron a relucir las linternas, todo un coñazo porque la bombillas se fundían y la malejas pilas se gastaban enseguida (je, je hasta que salió la del "conejito" que parecía interminable).
Menos mal que ahora la electricidad falta mucho menos y el agua de cuando en vez, porque enseguida se trata de poner remedio a nuestras necesidades más vitales.
Pero, eso sí, de un susto no nos quita nadie y los hay tan temerosos de Dios que tienen un generador con depósito lleno de gasolina y unos cuantos barreños con agua por si las moscas. Y finalizo preguntando: usted que prefiere, ¿quedarse sin agua o sin electricidad?