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Líneas críticas

Francisco Palacios

Dos ejemplos de coraje cívico

En plena barahúnda separatista, dos mujeres catalanas fueron capaces de desafiar al poder político denunciando casos de corrupción de diferente naturaleza. Ambas se opusieron al llamado "dulce placer de la obediencia" propio de los regímenes totalitarios. Y también de los democráticos: hay bastantes ejemplos a la vista. Hicieron lo que consideraban justo sin preocuparse de las consecuencias que sus acciones les pudieran acarrear. Las dos tuvieron el coraje cívico de enfrentarse a un orden político hostil que no les iba a dar tregua ni a interesarse lo más mínimo por sus denuncias. Todo lo contrario.

Montserrat Gassull fue concejala de Izquierda Republicana de Cataluña en el municipio tarraconense de Torremdembarra. Y hace unos meses, junto a un edil socialista, denunció al alcalde de Convergencia, Daniel Masagué, por un asunto de corrupción relacionado con las famosas mordidas del 3%. Gassull alertó al resto de los concejales de la gravedad de lo que estaba pasando, "pero el alcalde los cameló, y se quedaron en la parte cómoda". Una suerte de interesada sumisión al poder jerárquico. Asimismo fue la primera en convocar una rueda de prensa para explicar públicamente su verdad sobre las corruptelas de Masagué.

Ante la inoperancia de los fiscales catalanes, llevó el caso a la Fiscalía Anticorrupción de Madrid, y la investigación se activó extraordinariamente. Intervino entonces la Guardia Civil, que detuvo a buena parte del equipo de Gobierno y encarceló al alcalde, que actualmente está en liberad con cargos.

Gassull, a la que intentaron sobornar, ha cumplido con la obligación de defender el interés general del municipio de Torredembarra del que era concejala. Además, al ampliarse las investigaciones, sus denuncias sirvieron para mantener en jaque a la cúpula de Convergencia, y lo que empezó siendo un asunto local ha terminado implicando a importantes cargos políticos de Cataluña. Por eso, en vez de ser reconocida por su integridad personal, se convirtió en una apestada. Tuvo que pasar por un verdadero infierno: "Los míos, los de al lado y los de enfrente me han dado la espalda". Tanto los dirigentes de Convergencia como los Izquierda Republicana guardaron "un silencio ensordecedor". Estaban en otro tinglado: azuzando la oleada independentista con la que tratan de encubrir sus propias corrupciones y miserias.

Por su parte, Dolores Agenjo, ya jubilada, fue la directora de un instituto de Educación Secundaria de Hospitalet de Llobregat (Barcelona) que se negó a entregar las llaves de su centro para que fuera utilizado como colegio electoral en el simulacro de referéndum del 9 de noviembre de 2014.

Fue la única que en su ámbito profesional tomó esa decisión en toda Cataluña, no dejándose intimidar ante las muchas presiones a las que le sometieron las autoridades educativas de la Generalidad. Pues bien, a pesar de los insultos y las amenazas, se resistió a ser utilizada políticamente para algo que el Tribunal Constitucional había declarado ilegal. Estos días se ratificó ante el Tribunal Superior de Cataluña de las coacciones recibidas hace un año. Y volvió a esgrimir las mismas razones por las que se negó a abrir el centro para la citada consulta.

En definitiva, Montserrat Gassull y Dolores Agenjo demostraron que es posible enfrentarse con firmeza al agobiante acoso ideológico y administrativo de un gobierno regional cuya prioridad política es ahora independizarse de España. Las dos mujeres no dudaron en defender sus posiciones aunque fueran impopulares, arriesgándose con ello a sufrir graves perjuicios personales. En los tiempos que corren, el coraje moral de Montserrat y Dolores es la mejor expresión de unos valores cívicos sin los cuales la democracia se convertiría en algo quimérico.

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