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Desde mi Mieres del Camino

De San Juan a San Xuan, de Rosales a Víctor Manuel

La evolución de los festejos patronales de Mieres, que mantienen el vigor de hace sesenta años a pesar de los cambios

Quizás a cualquier lector un tanto distanciado de la realidad festiva le vengan estos titulares en plan un tanto extraño. Y sin embargo, son sentencia pura de la realidad. Allá por los comienzos de la década de los sesenta, la plena castellanización del uso oficial de la lengua, marcaba, para la generalidad, un San Juan con todos los pronunciamientos. Hoy, estos últimos tiempos, la apertura plena y democrática, aún no oficializada, pero si de amplio uso, nos permite el San Xuan de nuestros días.

Recién inaugurado el teatro Capitol, allá por el inicio de los cincuenta, la apertura oficial de los festejos tenía, como rompeolas, uno de los últimos Festivales de España, con la elección de su reina y damas de honor, su gran festival de masas corales y un director de ceremonias, a modo de pregonero, que llevaba el nombre del poeta granadino Luis Rosales. Hoy, hace unas fechas, el cantautor universal de las cosas de Mieres y de muchas más, Víctor Manuel, lanzaba su voz nostálgica desde el balcón consistorial, para recordar retazos de su vida entre la mierensía y su música. Con ello se establecía un viento diferencial de tantos años transcurridos - precisamente los que él acaba de cumplir - en el formato y celebración de las patronales de Mieres.

Otras notas de claro matiz cambiante se podrían citar, marcando el tiempo de los sesenta años transcurridos. Por ejemplo de la plaza de toros portátil en la sierra de Máximo o talleres Condor, al auditorio del parque Jovellanos o Casa de Cultura . Del desfile de carrozas por las principales calles de la villa a los grupos de gaitas y de baile, casi todos ellos marca de la casa; del descenso del río Caudal (aquí debo pegar el topetazo porque con lo que baja por el cauce es materialmente imposible mover casi ni un barquito de papel). Ante ello ya sobran más semejanzas temporales, porque tampoco encontramos "hermanos" comparativos, con las entonces carrera de motos o circuitos ciclistas por el casco urbano.

Y pese a ello, tras esa etapa de San Juan o San Xuan, no se pierde el color, el sabor y la participación. Por aquel entonces las fiestas de Mieres estaban en manos del propio pueblo a través, o bien de SOMIFE (Sociedad Mierense de Festejos), o de COFEMI (Comisión de Festejos de Mieres), con presidentes y directivos que empeñaban sus horas y su disposición al logro de una buena organización festiva, sin miramiento alguno de intereses personales. Eso sí, los medios económicos no brillaban en abundancia y era necesario estirarlos como la goma para cubrir todos los gastos. Un año, por los comienzos de 1980 creo entender, se estableció, a modo de prueba, un sistema mixto, entre la concejalía de Cultura y Festejos, comandada por Pérez Vilaboa, y COFEMI, bajo la presidencia del malogrado Óscar Bernardo. Y el experimento no debió de resultar baldío, puesto que, de inmediato, el Ayuntamiento, siendo alcalde Vital Alvarez Buylla, asumió la totalidad de organización , a los que se fueron añadiendo, más tarde, la feliz iniciativa de Folixa na Primavera, recuperación de Los Carnavales, patrocinio de la cabalgata de Reyes, hoy en manos de la Sociedad Minera y Cultural "Santa Bárbara", la romería de Los Mártires de Valdecuna y alguna cosilla más, todo ello con el patrocinio municipal y bajo la responsabilidad de la Comisión de Festexos siendo su director Rufino del Barrio.

No se vayan a creer que, en esto se limita todo el espectro festivo del concejo. Ni mucho menos. Un poco a trancas y barrancas, ante la decadencia socioeconómica del valle, en Turón siguen con las suyas del Santo Cristo de la Paz: Ujo debe celebrar algo de San José Artesano; Figaredo de Santiago; en Santa Cruz también dejan señales; el valle de Cuna, al margen de Los Mártires, tiene, al menos, Pascua y San Cristóbal en Cenera; Baíña no olvida las suyas de San Bartolomé; y en Seana, Santa Rita, lanza sus cohetes. En plan romería de campo se encuentran la de Los Felechos, La Teyerona y Monte Llosorio. Algo más se podría señalar, pero, la memoria ha dicho basta.

El otro día la animación en la parcela del auditorio Jovellanos era bastante atractiva. Y en el escenario se encontraba la orquesta Versión Integral, por cierto, con repertorio y categoría para cualquier época. Y el ambiente se rasgó con melodías del hoy y el ayer. Varias parejas, especialmente veteranas, rompieron el protocolo de simples oyentes, para arrancarse con algún pasodoble, bolero o similares, hasta el punto de que, alguna de ellas demostró que no había echado en el saco del olvido aquellos inolvidables - valga la redundancia - tiempos es que se mecían amores, sentimientos y deseos, al son la música melódica.

En este aparece una especie de suspense y surge como por encanto la canción del verano. Sí amigos míos, siempre uno entiende que casi siempre aparece en el marco artístico de los pueblos, la "canción de verano". ¿Cuál podía ser en esta ocasión?. Seguro estoy de que, si a uno se le ocurre una rapidísima ronda de consulta, habría coincidencia plena. Y los compases de "Despacito", pop latino del puertorriqueño Luis Fonsi, coparon la máxima atención. Hasta el que suscribe, apoyado en la cachaba, sintió cierto hormigueo en los pies como si una pequeña corriente eléctrica le arrastrase en torno al "pasito, pasito, despacito".

Y también de improviso, la mente retrocedió eso, unas cuantas décadas, cuando la orquesta Royal y otras de similares características, que existían el marco escénico de la cuenca -vean el libro álbum festivo de este San Xuan- para recordar, por ejemplo, a nuestro Cuqui interpretando aquel recordado bolero "Caracola" que junto a otras muchas canciones de entonces, endulzaron el ambiente sanjuanino y, de cara al futuro, marcaron el rumbo de tantos jóvenes de ambos sexos de esta tierra minera, que bajo ese manto musical, dirigieron sus pasos hacia el matrimonio. Y entonces a uno se le ocurre preguntar, de Caracola con Cuqui y la Royal, al Despacito de Versión Original o el arreglo en asturiano de la orquesta Élite, ¿otros sesenta años?

En fin, como se suele decir, "ver para contarlo", que, al fin y al cabo es lo más importante. Indudablemente de aquella época ya no quedamos tantos. Pero sepa la juventud de hoy, los que aún no han cumplido los cuarenta, que allende el tiempo, existió otra versión fiestera que, con distintos adornos y apariencias, tenía, tiene y tendrá la misma esencia.

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