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Reconversiones fallidas (y IV)

La entrada en la Comunidad Europea, el proyecto de "Nuevo Langreo" y los fondos mineros

Con la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea, actual Unión Europea, se aceleró la crisis de la minería del carbón. La respuesta fue en principio una resistencia activa contra lo que supusiera el cierre de explotaciones hulleras: no se concebía el futuro de las Cuencas sin la minería. De los varios movimientos reivindicativos de aquellos años destaca la huelga general que UGT y CC OO organizaron en las Cuencas el 29 de junio de 1991 contra la reducción de unos seis mil empleos en Hunosa para los tres años siguientes. El paro culminó con una magna manifestación en Oviedo.

El discurso final de aquella concentración corrió a cargo del filósofo Gustavo Bueno, que, aduciendo razones históricas, políticas, económicas y sociales, defendió la importancia que tuvo el carbón de las Cuencas para el desarrollo industrial de Asturias y de España. Y reclamó también un plan integral que fuera más allá de la vida del carbón. Un plan que facilitara una transformación hacia formas de vida históricamente más elevadas.

En tal sentido, y con diferentes fórmulas, se fueron sucediendo después una serie planes, proyectos, programas, propuestas, informes, estudios, para que las Cuencas tuvieron una tratamiento singular, ya que su larga crisis era la más profunda de la región. Y una de esas inesperadas y deslumbrantes operaciones de recambio se anunciaba a principios de 1993. Se llamó "Nuevo Langreo" y fue calificado como el proyecto urbanístico más importante y original del norte de España. La iniciativa, cuya inversión se aproximaba a los 40.000 millones de pesetas, era presentada por la Sociedad Mixta de Gestión y Promoción del Suelo (Sogepsa).

Si bien uno de los objetivos de aquel hipotético "Nuevo Langreo" era unir funcionalmente las villas de Sama y la Felguera, el plan era mucho más ambicioso, sobresaliendo la construcción de un extraordinario parque lúdico-temático, una especie de pequeño Eurodisney, al que se auguraba una proyección turística de ámbito nacional. Se incluía además un gran bulevar peatonal, bucólicos lagos artificiales, centros de dinamización social y económica del entorno, un gran centro comercial, edificios de oficinas, áreas culturales y recreativas, un complejo deportivo, incluido un campo de fútbol, así como un sofisticado intercambiador modal (una estación de transportes), puentes, pasarelas. Y lo mejor de todo: se preveía que el parque lúdico-temático atraería a estos valles a "cientos de miles de personas".

Sobre aquel sorprendente proyecto, el socialista Emilio Barbón declaró que "no sería tolerable que se jugase con las necesidades de un pueblo para hacer una obra faraónica y quizás ineficaz". Y escribí entonces en este diario que aquella apuesta urbanística rompía con todas las iniciativas de reconversión propuestas hasta entonces. Y que de llevarse a cabo, Langreo daría un salto de enorme trascendencia, transitando hacia un modelo económico basado en un turismo postmoderno y masivo. Pero la iniciativa pronto se evidenció como utópica, porque carecía de contenido, de compromisos concretos de financiación y de plazos de ejecución. Por cierto, aún no existían los fondos mineros.

De lo que vino después, fondos mineros, despilfarros y corrupciones incluidas, se puede inferir que la reactivación y la reconversión de las Cuencas se fue convirtiendo con el tiempo en una especie de fórmula mágica. Y lo paradójico es que no faltó aquí liderazgo sindical y político para haber cambiado radicalmente las cosas. Dicen los clásicos que ninguna confianza se debe tener en lo que solo se presenta como aparente.

El pasado 11 de diciembre se constituyó en Estrasburgo la Plataforma de las Regiones con Minería de Carbón en Transición integrada por 41 regiones de doce Estados de la Unión Europea.

El objetivo de este grupo "es la promoción de proyectos y estrategias a largo plazo que garanticen un proceso de transición armónico en regiones intensivas en carbón y generación de energía térmica".

Una forma retórica y confusa de expresar que la posible reconversión de las Cuencas, llamada ahora "transición armónica", podría tardar en llegar. Es como si se quisiera cumplir formalmente con un compromiso irrealizable. Por tanto, al margen de transiciones y reconversiones, de lo que sean las comarcas mineras en el futuro dependerá de otras decisiones e iniciativas más pragmáticas y resolutivas.

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