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Siete leguas

Mario Antuña

Pites, vaques y pajarinos

La noticia de que unos turistas en Cangas de Onís habían protestado por el ruido de un gallinero cercano a su hotel se hizo viral y abrió un debate sobre los mundos rural y urbano. Que un grupo de turistas se lamenten de los cantos mañaneros de los gallos no me sorprende, pues hace unos años, en un alojamiento de Llanes, se quejaron de la musicalidad de los pájaros. La sociedad cada vez más urbanita se concentra en grandes ciudades, se aleja de los pueblos, que es lo mismo que distanciarse de la naturaleza. Las zonas rurales se acaban convirtiendo en parques temáticos de los que gusta lo "exótico", pero se rechaza lo que entienden como molestias. La distancia crece a la velocidad en la que las ciudades se convierten en agujeros negros del sentido común. No me extraña que cuando en los Lagos les dije a unos turistas que las vacas estaban puestas por el Principado para que se hicieran fotos se quedaran tan tranquilos.

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