Decía en mi articulo “El declive de un pueblo: Lada”, publicado en estas páginas el pasado lunes 15 de marzo, que al recordar más de 50 establecimientos, muchos ya desaparecidos, corría el riesgo de dejar alguno en el olvido, por lo cual pedía disculpas anticipadas.
Si acaso cité de modo genérico las panaderías, cuando en su momento coexistieron tres –Neyo, Marcelino “el tarro” y Felipe– me quedó por decir que esta última, tras tres generaciones, sigue en pleno funcionamiento.
En cuanto al estanco y prensa, debo citar a la sucesora del de Aquilina –María Antonia– que lo regentó durante décadas en locales diferentes pero siempre en la misma calle de Gabino Alonso, todo ello con mejoras notables, e incluso consiguió la concesión de apuestas y Loterías del Estado, así como otros complementos interesantes. Y donde uno mismo a primera hora de la mañana recoge este diario de LA NUEVA ESPAÑA.
Hace unos meses cambió de dirección, pero su hija Liliana sigue involucrada en él.
Finalmente citar a la Droguería de Rosario y el taller de Marcelino en la entrada de Doní. Terminaba el artículo reseñando que me quedaba a gusto recordando tiempos pasados y quizá mejores. Hoy con este remate final lo complemento totalmente.
