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Francisco Palacios

Pasado imperfecto

Francisco Palacios

Deudas históricas y otras nostalgias del pasado

Sobre el final del carbón, la reindustrialización y un nuevo modelo económico para las Cuencas

No hace tanto tiempo que las Cuencas Mineras se consideraban el motor de la economía regional. Era la época en la que todo “era carbón y Estado”, según la fórmula del economista Velarde Fuertes. También se fabricaba acero y más cosas.

Los primeros síntomas de la crisis de los valles mineros empiezan a detectarse cuando se pone en marcha el primer Plan de Estabilización a finales de los años cincuenta del siglo pasado. Planes que propiciaron la liberalización económica del régimen, debilitando así de forma considerable el proteccionismo que se venía dispensado al carbón nacional.

La involución de las Cuencas se agravará con la entrada de España en el Mercado Común, actual Unión Europea. Por eso, los años noventa fue etapa muy conflictiva en las Cuencas.

En tal sentido, el presidente del Gobierno de España, Felipe González, alertaba entonces de que la frontera de “la civilización del carbón” no iba a superar el horizonte del año 2000.

Por esas mismas fechas, Hunosa anunciaba un plan con importantes restricciones de empleo. Para calibrar el alcance de esta medida recordemos que los salarios que pagaba Hunosa en Langreo suponían el 46% del total de la masa salarial del municipio. Asimismo, la empresa estatal generaba cuatro puestos de trabajo en otras actividades.

En aquella década vertiginosa, dentro y fuera de las Cuencas, se sucedieron las manifestaciones, las huelgas, los encierros, así como los planes integrales, los libros blancos (y de otros colores), en los que se reivindicaban “rescates, reconversiones y deudas históricas”.

En una Conferencia Internacional celebrada en el verano de 1995 (en el Museo de la Minería y la Industria) para tratar sobre papel de los sindicatos mineros en la transformación de las regiones industrializadas, varios ponentes defendieron que el Estado, junto a la iniciativa privada, debería ser el principal impulsor de la diversificación de las comarcas mineras.

Sin embargo, un sindicalista inglés se mostraba bastante más escéptico respecto al papel de los gobiernos en esa reconversión: “Si pueden, defiendan ustedes las minas, que es lo único que tienen, y no esperen nada de nuevas empresas y de regeneración económica”.

Siguiendo con las promesas, ahora en el contexto de la descarbonización que se impone desde la Unión Europea, Hugo Morán, secretario de Estado de Medio Ambiente y exalcalde de Lena, ha declarado recientemente a este diario que las Cuencas Mineras deben contar con la solidaridad del Estado en compensación “por todo lo que contribuyeron en su día al crecimiento de España”. Morán prometió también que el Gobierno ayudará a lograr que las Cuencas sean vistas como “territorios para la implantación de nuevas alternativas económicas”.

Lo dice el refrán: obras son amores, que no buenas razones. Lo de las deudas con los valles mineros asturianos se viene reclamando o prometiendo desde hace más de medio siglo. Pero lo cierto es que este tipo de deudas son históricas precisamente porque no se pagan.

Al margen de nostalgias y derrotismos paralizantes, creo que las Cuencas Mineras están en condiciones de sobrevivir a la dependencia del carbón que las ha identificado durante más de medio siglo.

Y la descarbonización que se anuncia como irremediable podría suponer, en principio, el acceso a formas de vida históricamente superiores para las Cuencas. Sin embargo, la descarbonización sería de nuevo una alternativa fallida si, como en el pasado, las promesas de reactivación siguen siendo quiméricas.

De todas formas, el tiempo dirá.

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