La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Francisco Palacios

Pasado imperfecto

Francisco Palacios

La trágica grandeza de Hildegart Rodríguez

La jovencísima intelectual fue asesinada por su madre cuando solo tenía 18 años

Con motivo de cumplirse el centenario del nacimiento del gran cineasta y escritor Fernando Fernán Gómez se emitió por televisión una de sus películas más controvertidas. Se trata de “Mi hija Hildegart”, de la que es director y guionista junto Rafael Azcona. En ella se narra la vida de Aurora Rodríguez Carballeira (Amparo Soler Leal) y secundariamente la de su hija Hildegart Rodríguez (Carmen Roldán).

Aurora era una ferrolana culta y adinerada, de gran inteligencia y muy activa socialmente. A los treinta y cinco años, soltera y sin experiencia sexual, ya que despreciaba “el placer animal de la carne”, concibió la idea de ser madre. Y para “engendrar un ser superior” que redimiera de la opresión “a las mujeres y al proletaraido” eligió a un vigoroso y culto capellán castrense, Alberto Pallás, de moral más bien dudosa. De esa esporádica relación nació una niña a la que llamó Hildegart (“jardín de la sabiduría” en alemán), que fue educada por su madre con una implacable disciplina, que pronto dio sus frutos. Pues Hildegart ya sabía leer, escribir y tocar el piano a los tres años; a los diez hablaba alemán, inglés y francés; a los trece terminó el Bachillerato; a los catorce ingresó en las Juventudes Socialistas y publicó su primer artículo. Tres años después se licenció en Derecho con la nota de sobresaliente, siendo entonces la abogada más joven de España.

La capacidad intelectual de esta “niña prodigio” era desbordante. Leía sobre las materias más diversas: medicina, filosofía, política, sociología. Asimismo daba mítenes sobre socialismo, liberación de la mujer, eugenesia y sexología, un asunto del que no tenía ninguna experiencia práctica. Fue también una oradora famosa y solicitada. Por todo ello pudo relacionarse con destacados personajes de su época.

Así fue nombrada secretaria de la Liga Española para la Reforma Sexual, que presidía el insigne Gregorio Marañón. El talento de Hildegart fue igualmente reconocido por figuras de talla internacional, como H. G. Wells, el autor de “La guerra de los mundos” y “La máquina del tiempo”. Y por Hevelock Ellis, reconocido médico y sexólogo que le llamó “la virgen roja” por sus ideas revolucionarias y su inexperiencia sexual. Mantuvo con ambos una productiva correspondencia epistolar. Y la invitaron para que ampliara sus estudios en Londres.

Por otra parte, cuando tenía diecisiete años y gozaba de una gran popularidad, Hildegart dio dos conferencias en Langreo. Eran tiempos de una gran eclosión cultural y societaria: no hacía un año que se había proclamado la Segunda República.

Habló primero en el cine Dorado de Sama el 27 de marzo de 1932. El tema elegido fue la eugenesia. A lo largo de la conferencia defendió el aborto y la esterilización, aunque con limitaciones. Sostuvo también que la procreación “debía realizarse por personas sanas”. La eugenesia entendida como el perfeccionamiento de la raza humana aplicando las leyes biológicas se había aplicado en Estados Unidos y algunos países de Europa antes de que Hitler lo hiciera en Alemania. En España, su práctica fue muy poco relevante.

Cuatro días después disertó en el cine París de La Felguera sobre pedagogía sexual. En las escasas referencias periodísticas publicadas se destaca que su charla se centró en el divorcio, el crimen pasional, el delito sanitario y, sobre todo, en la obligación que tenían los padres en la educación sexual de sus hijos. Una exposición que mantuvo “muy atento al auditorio” durante más de una hora.

Finalmente, la fatalidad empezó a acechar a la joven Hildegart cuando decidió emanciparse de la asfixiante tutela de su madre, cuyo plan mesiánico se iría al traste sin remedio. De modo que la tragedia no tardó en consumarse. El 9 de junio de 1933, cuando su hija dormía, Aurora, que padecía una esquizofrenia paranoide aguda, le asestó cuatro disparos, matándola en el acto. Hildegart solo tenía 18 años.

Sin haber manifestado nunca culpa ni arrepentimiento, Aurora Rodriguez Carballeira fue condenada a 26 años de cárcel. Y pasó casi toda su condena encerada en el hospital psiquiátrico de Ciempozuelos, donde murió de cáncer a los 76 años completamente sola.

Además de su intensa actividad cultural y política, Hildegart dejó escritos unos quince ensayos y más de ciento cincuenta artículos publicados en varios periódicos y revistas. También se siguen realizando estudios sobre su obra. Este es el excepcional legado de una joven de preclara inteligencia y final trágico que tuvo la gran oportunidad de expresar libremente sus ideas en los primeros tiempos de la Segunda República.

Compartir el artículo

stats