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Antón Saavedra

Tribuna

Antón Saavedra

¿Por qué vamos a Madrid?

Motivos para participar en la manifestación convocada en la capital mañana sábado 16 de octubre, en defensa de las pensiones y contra las reformas que va dejando entrever el ministro Escrivá

Tal y como ya expusiera en tres o cuatro artículos publicados en LA NUEVA ESPAÑA sobre las pensiones de todas, todos y todes para todes, todos y todas, hoy me voy a referir a otros aspectos de las mismas refiriéndome al papel de la izquierda sindical y política al quedar convertidas las pensiones en una especie de parteaguas de estas fuerzas. De una parte, después de habernos sido vendido el Acuerdo sobre las Pensiones, firmado el pasado 1 de julio de 2021 por el gobierno y la troika formada por la patronal y los sindicatos de CC OO y UGT, como un rotundo éxito, hasta el punto de que el artífice del acuerdo, el ministro Escrivá, enviaba un mensaje de tranquilidad tanto a Bruselas como a los grandes sectores financieros, pero, dejando muy claro, unas horas después, la verdadera disyuntiva que manejaba para “trabajar más años o percibir una pensión más pequeña”. Una versión radicalmente contraria de lo que venían predicando el gobierno, la patronal y, sobretodo, las élites de las llamadas centrales sindicales mayoritarias de UGT y CC OO. Es decir, unas declaraciones del ministro que destruían en un plis plas toda la propaganda construida por los sindicatos a favor de la reforma de las pensiones.

Por otra parte, el otro convidado, Unidas Podemos, quedaba completamente desairado, después de tratar de reivindicarse capitalizando el acuerdo mostrándose paladines de las mejoras sociales, entre otras cuestiones porque para la organización morada este tipo de mensajes propagandísticos suponen una cuestión para su propia supervivencia, no en vano Unidas Podemos se había erigido en la esperanza de los pensionistas a la hora de garantizar un sistema público blindado en la Constitución española como uno de sus derechos fundamentales. De hecho, en nuestra última manifestación multitudinaria de Madrid, el 16 de octubre de 2019, había sido la única organización política que se había dignado a recibirnos para defender las mismas reivindicaciones que volvemos a presentar este próximo 16 de octubre de 2021 en el mismo lugar.

El ministro Escrivá, o mejor dicho, el gobierno más progresista en la historia de esta segunda restauración monárquica, ha destrozado por completo a la “izquierda” real de este país al despejar el horizonte de los recortes que se van a llevar a cabo en las pensiones, principalmente entre los de la generación del baby boom –los nacidos entre 1957 y hasta 1977, esto es, casi ocho millones de trabajadores con edades comprendidas entre los 45 y los 59 años–, dejando cada vez más claro que el empecinamiento por su defensa del Pacto de Toledo –hijo del otro, con el que decían no estar de acuerdo en nada– desautoriza completamente a Unidas Podemos, a la vez que desmoraliza a la mayoría de sus simpatizantes, no en vano Podemos había sido la opción electoral de una gran parte de la militancia en las plataformas de pensionistas enfrentadas a las propuestas del gobierno. Dicho en román paladino, una organización que da síntomas de derribo, sin una dirección fuerte y cohesionada, sin un proyecto político y, sobre todo, sin organización, está destinada a quedar convertida en el báculo del PSOE o, lo más que probable, a su desaparición.

Qué duda cabe, Pedro Sánchez, usará esta debilidad de Unidas Podemos para seguir profundizando en los aspectos más neoliberales de su gobierno progresista. La buena sintonía entre éste y la patronal es una buena muestra de ello, hasta el extremo de que ya ha anunciado que no va a derogar la Reforma laboral del PP, sino que la va a “modernizar”.

Evidentemente, el PSOE no piensa cumplir la mayoría de los acuerdos pactados con la organización “morada”, al sentirse en una posición de fuerza dentro del ejecutivo, aunque su gobierno exteriormente tenga que sostenerse a base del chantaje permanente por parte de las fuerzas nazionalistas, pero sabe que Unidas Podemos no hará nada que ponga en peligro la coalición, entre otras cuestiones, porque el objetivo de la “izquierda morada” pasa en este momento por permanecer en las instituciones al precio que sea, librando batallas menores, pero sin denunciar ni cuestionar los elementos centrales del discurso neoliberal, de tal manera que el acuerdo de las pensiones cierra este círculo de derechización que no es precisamente el de excelencia.

Ocurre, lisa y llanamente, que los grupos dirigentes y sus vehículos de inversión, bancos y entidades financieras, hace tiempo que han puesto el ojo en los fondos de pensiones, apropiándose de ellos por la vía de las reformas parciales para que llegados al año 2030 los futuros pensionistas vean su pensión mermada sensiblemente: pensiones privadas o fondos privados de empresa, esa es la cuestión. Claro está, para aquellos trabajadores que, con sus salarios, siempre que tengan un trabajo decente, se lo puedan costear. Llegados a este extremo los medios propagandísticos solo proponen estas dos opciones: o cobrar menos o trabajar más, tal y como defiende públicamente el ministro Escrivá llegando a proponer la jubilación a los 75 años.

Es decir, nos encontramos inmersos en un proceso de privatización acelerado que busca, a través de los fondos de pensiones, solventar una parte de la deuda pública norteamericana que es en realidad el gran problema económico del sistema occidental, utilizando para ello dos principios intrínsecamente falsos: el de la insostenibilidad del sistema público de pensiones y el recurso a la libertad de elección que no están sirviendo sino para ocultar sus objetivos inconfesables, entre otros, el asalto a la caja de las pensiones para que, una vez conseguido éste, pasar al recorte indirecto de las prestaciones y pasar finalmente a la privatización del sistema público, donde la Unión Europea juega el doble papel de escudo y espada; escudo porque los gobiernos tratan de justificar los recortes invocando los dictados de Bruselas y espada porque las resoluciones de los organismos internacionales sobre el tema son tomados como dogmas de fe incuestionables.

Comisión Europea

El reciente 17 de junio de 2021, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, daba el plácet al “Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de España”, pero más recientemente, la ministra Nadia Calviño, una de las piezas claves de la Comisión Europa en el gobierno de España, sería ascendida a vicepresidenta primera del Gobierno con la misión de abordar, junto con el ministro Escrivá, el espinoso asunto de las pensiones donde la batalla central de los próximos meses no será tanto el reparto de las ayudas europeas, sino la privatización de las pensiones, no en vano Bruselas liberará en el mejor de los casos la cifra de 140.000 millones en seis años (2021-2027) mientras que el monto de las pensiones públicas suponen 130.000 millones anuales.

Es decir, el Gobierno confía ahora su permanencia en el poder a los ingresos provenientes de las Ayudas Europeas, de tal manera que estos préstamos y créditos funcionarán como justificante del recorte de las pensiones –que nadie trate de engañarnos– bajo el slogan de que ¡Bruselas nos obliga!

¡Por eso y por otras cosas nos vamos a Madrid!

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