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Joya de Caleao, tesoro de los casinos

La necesidad de lograr más apoyo institucional para conservar el templo de Santa Cruz la Real

Y, siguiendo el hilo del título, muestra de la unión vecinal de los habitantes de Caleao de los siglos de la Edad Moderna, que financiaron este pequeño templo, Santa Cruz la Real. También de su religiosidad. Caleao fue un pueblo con gran importancia ganadera, pero sin las casas nobiliarias ni linajes eclesiásticos que en otros concejos asturianos apoyaron las obras de construcción, ampliación y conservación de las iglesias parroquiales. No olvidemos que cuando fue iniciada la iglesia, faltaban aún dos siglos para que algunos emigrantes como Juan y Gaspar de las Traviesas, hicieran fortuna en América y se propusieran ayudar a su pueblo. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII las únicas actividades económicas a las que se dedicaba la población de Caleao eran la ganadería de montaña y una muy tímida actividad agrícola, que se conformaba con cubrir las necesidades básicas de alimentación. Los excedentes serían muy limitados y habría un gran número de frentes que cubrir, como la construcción de viviendas, el arreglo de caminos y la atención de la ganadería.

Joya de Caleao, tesoro de los casinos

La iglesia lleva la advocación de la Santa Cruz, que es el nombre popular con el que se conoce la Invención de la Santa Cruz, una de las fiestas del rito romano dedicadas al elemento sagrado donde murió Cristo. Fue una advocación muy extendida en España y América, que perdió importancia en el calendario romano a partir de 1960. La imagen principal que la identifica es la cruz que porta el Nazareno, cuya figura sale en procesión con motivo de la festividad, el tres de mayo. En Caleao se conserva la tradición y se celebra con solemnidad la fiesta religiosa y con alegría, todas sus implicaciones populares –la puya ‘l ramu– y sociales.

Este pequeño templo rural ha sido catalogado por la Consejería de Cultura como Bien de Interés Cultural con categoría de monumento, a partir del Decreto 148/2014, de 23 de diciembre, tras haber sido incoado su expediente en 2013. La propuesta de declaración del monumento como BIC tuvo el apoyo de la Universidad de Oviedo y la Real Academia de la Historia. Sin embargo, solo el celo de los vecinos consigue mantenerlo en pie y resistente frente a los ataques del paso del tiempo, los rigores del invierno y también las consecuencias nefastas de una deficiente rehabilitación. La Asociación “Amigos de Santa Cruz la Real de Caleao” hace, en este sentido, una labor esencial y además del cuidado material del templo y la organización de eventos para recaudar dinero destinado a los múltiples gastos que ello genera, se preocupa por la difusión de su historia y valor artístico, de la que es un buen ejemplo un libreto editado con gran cuidado y detalle.

Escribir sobre la iglesia implica describir sus elementos artísticos –los hermosos retablos, las figuras y relieves, el coro, la pila y confesonarios– además del campanario y el espectacular pórtico que rodea el edificio por el frente y los laterales. También fijarnos en la iconografía, los cambios de ubicación de las figuras, las confecciones de los ropajes de las figuras, las vestiduras litúrgicas custodiadas en la sacristía y la colección de lencería. Sobre todo, sentir su atmósfera de espacio cargado de historia y vivencias locales, donde los vecinos celebraron los acontecimientos más importantes de sus vidas en un ambiente de ligero frescor durante el verano e intenso frío en el invierno.

Sorprende la parquedad de noticias sobre esta iglesia en los capítulos dedicados a Caso de obras de referencia importantes como son Asturias, la obra dirigida por Bellmunt y Canella y la Gran Enciclopedia Asturiana. Aparte de algunas referencias menores, fue Germán Ramallo Asensio –entonces profesor de la Universidad de Oviedo– quien en 1983 llamó la atención sobre la excepcionalidad del templo, al adjudicar la autoría de la imagen de la Virgen del Rosario o de la Aurora, al escultor asturiano de estilo barroco Luis Fernández de la Vega (1601-1675), discípulo de Gregorio Fernández y autor de una importante obra, parte de la cual se encuentra en la catedral de Oviedo.

La construcción del templo comenzó a fines del siglo XVI, trazándose la planta y algunos elementos como la cubierta del tramo del presbiterio y un arco escarzano, hoy cegado, que estaba situado en el muro sur de la cabecera. Entonces se practicaba en España un estilo renacentista que acabó produciendo el plateresco, del que podían ser buenos referentes ese arco escarzano y la portada sur de tradición clasicista. La hermosa pila bautismal situada en la capilla del muro norte y un elemento del ajuar litúrgico como es el incensario de plata, también han sido datados en el siglo XVI. No se conoce el autor de la planta y alzado originales, y se cree que pudo construirse sobre una antigua capilla dedicada al Calvario o incluso sobre un camposanto.

El templo contiene dos tallas de estilo románico, datadas en el siglo XIII, fabricadas por tanto con anterioridad a la construcción del templo: la Virgen de Ricao y la Dolorosa. La primera estuvo antiguamente colocada en el santuario del mismo nombre, en la carretera de la Felguerina. Se trata de una talla de madera en bulto redondo, policromada, en la que se representa a la Virgen entronizada, con el Niño en su regazo. La figura de la Virgen es una de las imágenes que aparecen en la Gran Enciclopedia Asturiana, en una fotografía tomada en el exterior del templo. La segunda representa una imagen de la Dolorosa, también policromada. Es una figura orante, erguida y de pequeño tamaño, confeccionada para ser colocada sobre una peana, que en la actualidad está sobre una ménsula situada encima de la puerta de la sacristía. Condensa los rasgos generales de la escultura románica, anunciando en el movimiento de los pliegues la presión de un estilo nuevo que se va anunciando, el gótico. Es una figura bellísima, capaz de transmitir gran expresividad a partir de la contención estilística, que fue restaurada por el estudio de Jesús Puras en 2003.

Del siglo XVII proceden la pintura de las paredes interiores, la bóveda y el techo de la nave y también la erección del coro a los pies de la nave. Las capas originales de pintura están cubiertas por otras de enlucido o bien por los retablos que se colocaron a partir del XVIII, aunque la restauración de las pinturas murales de la bóveda del presbiterio a partir de motivos barrocos de figuras florales y vegetales, dan buena idea de la belleza de las pinturas originales.

Desde el XVIII, se añaden el resto de los elementos que conforman la iglesia que vemos en la actualidad: el acceso a la sacristía y la primera fábrica del cabildo, que sería rehecho durante el XIX.

Los altares, con sus correspondientes retablos, merecen una atención especial.

El retablo del altar mayor es de gran valor artístico y contribuye enormemente a la riqueza del patrimonio cultural del concejo de Caso. Es obra del escultor Antonio de Borja, ocupa todo el frente del presbiterio y fue fechado por Germán Ramallo Asensio en la tercera década del siglo XVIII. Está compuesto por un cuerpo único dividido en tres calles, con una gran hornacina central y dos pisos de relieves sobre un amplio banco con escenas, estando todo coronado por un ático. Como elementos sustentantes se utilizan las figuras de atlantes y cariátides, detalle que convierte a esta iglesia, junto a la capilla del Rey Casto, en Oviedo, en los dos únicos ejemplos en Asturias que presentan esta excepcionalidad.

Los relieves emplean como temas los tradicionales del Nuevo Testamento: escenas de la Pasión de Cristo, la Oración en el Huerto y el Prendimiento –utilizadas en los aletones del ático–, o de la Anunciación, la Visitación, la Adoración de los Pastores, la de los Magos, la Circuncisión, Jesús entre los Doctores –en el resto–, además de una figura de Nazareno, cuyo original fue sustituido por otra pieza de fabricación reciente. La tradición histórica cuenta que, para pagar al escultor, los habitantes de Caleao vendieron la vertiente allerana del puerto de Contorgán, sacrificando las mejores mayadas. Hoy necesita una profunda y urgente restauración.

En la misma iglesia aparecen otros dos retablos también del XVIII: a la izquierda del cuerpo del templo, el del Rosario, datado en 1771, con detalles de rococó y otro de fines del XVIII que consta de imágenes diversas; a la derecha, el que los vecinos llamaban “de la Magdalena”, pues estuvo presidido muchos años por la Magdalena penitente, junto a San Juan y San Pedro arrepentido. En la actualidad, la figura de la Magdalena está situada en el calvario del altar mayor y su lugar en el retablo lo ocupa San José.

Los confesonarios están datados también en el siglo XVIII, aunque los vecinos defienden que pueden tener una mayor antigüedad, pues consideran que se fabricaron con tablas procedentes de los anteriores a los retablos del Rosario y de la Magdalena.

El templo tiene, además, su particular intrahistoria, con protagonistas como los canteros portugueses que labraron los pegollos del pórtico exterior; la tradición que mandaba que fueran los “quintos” los que sacaran al Nazareno mientras que las mozas se encargaban de portar a la Virgen del Rosario; la historia de San Antonio Abad, cuya figura se salvó de ser quemada durante la guerra civil y los secretos del arca del coro, que custodiaba los documentos públicos y privados de Caleao y solo podía ser abierta con una llave que estaba en poder del alcalde, por no hablar de todas las decisiones que el pueblo de Caleao tomó “al son de campana tañida”, como bien estudió Nemesio Martínez Antuña.

El decreto especifica el área de protección y también las actuaciones autorizadas para no dañar los valores culturales. Sin embargo, la declaración no ha evitado desperfectos posteriores y tampoco ha logrado proteger el templo de forma conveniente. Es necesario mayor apoyo por parte de las instituciones: la Iglesia, el Principado, también el ayuntamiento de Caso, que deben involucrarse de forma más activa y comprometida y favorecer la aprobación de programas de rehabilitación, conservación y mejora.

Los inviernos son largos en Caleao y vienen cargados de lluvia y de nieve, que atacan despiadadamente a esta joya entre las montañas casinas. Nemesio Martínez Antuña, en “Supervivencia del concejo medieval en Caleao (Caso)”, se refiere a la profunda religiosidad de los habitantes y cómo el pueblo aportaba todo lo necesario para evitar quebranto en su fábrica. Hoy, con independencia de sus creencias religiosas, siguen siendo ejemplo de unión vecinal y merecen el apoyo del resto de los casinos en sus reivindicaciones.

Sirvan estas líneas de expresión de admiración por el trabajo de la Asociación de Amigos de la Santa Cruz, celosos cancerberos de este tesoro.

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