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Los salvajes, los bárbaros

La subida de los tipos de interés como medida para frenar la inflación de costes es una medida errónea

Tal cual calificaba el capitán St. Jacques del ejército de los USA, con sus acharoladas botas enfangadas en lodo de sangre y polvo del desierto, una acción de guerra de los apaches mescaleros en la película "Río Grande", joya en blanco y negro del cine universal que John Ford parió en 1950. Como todas sus obras, ésta trasciende lo políticamente correcto, destrozando el estereotipo de "una de vaqueros", por eso me mola traerla aquí para introducir el modus operandi de los nuevos salvajes. Los que no se enfangan, ni manchan.

–¿"Nuevos" has dicho, insensato…? ¿Acaso no has oído hablar de los orfebres en la Edad Media?.

–No, no; cuéntame, "porfa".

Vamos allá. Cuando se relata la historia del dinero, uno de los capítulos más interesantes recoge la actuación del gremio que amparaba el dinero de los mercaderes locales a cambio de un papel que oficializaba tal acto. Así al desplazarse a las ferias estacionales, a cientos o miles de kilómetros, evitaban ser tentación y reclamo de salteadores, "robinhoodses" y "Jessejames" de turno que los esperaban emboscados en recodos y cañadas de paso para robarles la saca, el corazón o el aliento al grito de "la bolsa o la vida". Una vez en la ciudad de la feria, visitaban al orfebre autóctono e intercambiaban papel por monedas, oro, perlas o lo que fuera.

Pero sigamos con los artesanos-benefactores y avancemos décadas o siglos en el relato. La "histeria" económica cuenta que, acto seguido, aparecen los bancos, casi como por arte de magia. Llegados aquí, no hace falta ser premio Nobel, ni ministro de Economía de cualquier república bananera para entender que los orfebres, podres de "pasta" comprendieron que podrían prestar dinero a cambio de un módico –entiéndase que uso este calificativo con retórica– interés y a la vez van asociarse con otros miembros del gremio para amasar más poder y fortuna... ¡Oh, prodigio!, nacen los bancos y no me refiero a los del parque, claro.

La historia humana está plagada de tipos abyectos, agrupados en clases sociales y estamentos, que se aprovechan de las oportunidades y fisuras de la estructura social para vulnerar los derechos de sus semejantes. Desde las pirámides de Egipto, hasta el infinito y más allá, sin escuchar a humanistas como Dante, Petrarca o al Teniente Coronel Kirby, comandante del fuerte al norte del Río Bravo-Grande.

Henos aquí ahora, en la UE, verano de 2022, año nono del cambio climático. Ante una crisis estructural sin parangón, con una tasa de inflación próxima al 11% y un desempleo endémico. Todo lo que "El Manifiesto Comunista" alertaba desde 1848. Y con los descendientes de los orfebres, sentados en torno a las obscenas mesas del Club Bilderberg o de Londres. Un caldo de cultivo propicio para que institucionalistas y políticos rendidos al sistema den rienda suelta a medidas neoliberales que redistribuyen, como por efecto de una perversa gravedad inversa, los recursos de los pobres hacia los ricos. Como si la arena del reloj ascendiera por obra de Belcebú.

Algunos pensaréis que me corroe la envidia por no ser parte del 4% de la población española, entre ellos los políticos claro, que ganan más de 60.000 euros € al año y que escribo o hablo resentido. Nada más lejos de la realidad. Lo que me perturba es pensar que los colegas que llevan las riendas de la economía mundial no debieron acudir a clase el día que sus profesores explicaron los conceptos de inflación de costes y de demanda. No sé, quizás habría que mirar el documento de asistencia en el archivo de la Universidad correspondiente. Y espero que sus firmas no aparezcan... ¡Por que si no…!

Queridos amigos. Una inflación de demanda, como la que sufre USA, surge porque los consumidores con gran poder adquisitivo, desean comprar mucho más de lo que se fabrica. De ahí que, ante la imposibilidad de producir más cantidad, los precios suban. Solo en esta situación, la Teoría Económica propone, como medida eventual para evitar el recalentamiento de la economía, su posterior shock y caída en barrena, la subida de los tipos de interés.

Cuando, por contra, nos encontramos en una inflación de costes; es decir cuando todo se debe a una espiral ascendente en los precios de los recursos y factores productivos, establecer un incremento en los tipos de interés solo sirve para disminuir el poder adquisitivo de las personas, la demanda y deprimir más la economía. Una horrenda realidad, terriblemente descarnada, infinitamente peor que la topada por el capitán St. Jacques, entre el lodo sanguinolento, producto del cuchillo apache.

A saber: la subida de tipos propuesta en la UE no sirve para reflotar las economías familiares, ni las pymes, y tiene como objeto único evitar que los capitales internacionales fluyan hacia USA cuya Reserva Federal se ha enrolado y enrocado hace tiempo en una política de subidas continuas para fortalecer el dólar frente al euro, favorecer su comercio internacional y atraer los flujos antes mentados.

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