A mi aire

Limpieza, incumplimientos y guarros

José Manuel Ibáñez

José Manuel Ibáñez

Tengo un amigo que cuando se acercan las citas electorales nos repite una y otra vez la misma cantinela: "Voy a votar a quien prometa, y cumpla, dar una solución al problema de la limpieza", El hombre lleva así varias elecciones y la vida sigue igual.

Vislumbramos ya la precampaña con prisas para dejar como una patena los concejos de las Cuencas y apurar las obras de última ahora que siempre afloran como setas en otoño.

Como resulta habitual, la limpieza será uno de los temas estrella en la mayoría de los programas de los partidos. Ayer mismo me acerco a los contenedores de mi calle –Gabino Alonso en Lada– y compruebo que los correspondientes a residuos y cartón están atascados, algo habitual, por lo que si quiero ser cumplidor de la normas me tengo que desplazar 200 metros, cosa que hago. Otras personas han dejado sus bolsas y cartones tirados por los alrededores, algunas cabreadas.

Se nos pide colaboración ciudadana, pero si no se cumplen las condiciones más elementales, ya me contarán ustedes lo que vamos a hacer.

En los distritos del centro de Langreo se observa una leve mejoría, pero en otros –vuelvo a citar a Lada– y los del extrarradio la limpieza resulta una quimera. Otro tema enquistado es el de la irresponsabilidad de los dueños de mascotas, que los dejan hacer sus "gracias" donde pinte y sin recogerlas. Hace unos días contemplé un incidente en el que un ciudadano recriminaba a otro de esos incívicos que dejara la cagada de su can. Este último en plan chulo lo puso a caldo, dedicándole además groserías y amenazas. Ignoro si alguna vez han impuesto alguna multa a estos animales de dos patas.

En Langreo, nos anuncian una inversión de 300.000 euros en una plataforma de gestión inteligente de basura. Muy guapino, pero si luego lo más simple no funciona, como la recogida de contenedores o de excrememtos… agua en una cesta.

Al final, me temo que mi amigo se va quedar como estaba y dentro de cuatro años volverá a repetir su promesa. Muchos añoramos a los antiguos barrenderos que con una simple escoba y un carrito, sin tanta tecnología y gaitas, lo dejaban todo perfecto.

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