A mi aire

Dichosas prisas

José Manuel Ibáñez

José Manuel Ibáñez

Sin terminar de recuperarnos de toda la parafernalia de las recién terminadas fiestas navideñas, y con la preocupación de la peligrosa cuesta de enero que cual espada de Damocles pende sobre nuestras cabezas, sin el más mínimo respiro ya ha comenzado el inmisericorde bombardeo a diario de carnavales, fiestas gastronómicas y folixas diversas.

En mi tertulia, obviamente con criterios dispares, algunos celebran la llegada del siete de enero como punto final, pero a otros le parece bien que la murga continúe.

Uno que cree que el paso del tiempo es tan veloz que ni el más sofisticado radar es capaz de detectarlo, también entiende que tampoco hay que apurar con exceso de prisas muchas cosas.

Así que para los que peinamos canas –yo casi ni eso– y que tenemos la impresión de que los años nos pasan de dos en dos, y lo contemplamos todo con cierta calma, se nos escapan un tanto estas prisas de los que ya están haciendo cálculos para las vacaciones de Semana Santa e incluso para las del verano, o planes para las fiestas de San Pedro o La Flor de Lada. Con la panza aún llena saboreando jornadas de lo que pinte.

Pero peor resulta para los guajes que el mismo día que comienzan sus vacaciones ya les anuncian con grandes cartelones que les reservan libros de texto para el próximo curso. ¡Ganas de fastidiar!

Entiendo que todo ello resulta muy prestoso para muchos, pero igual un poco más pausado todo no estaría mal, aunque, obviamente, cada cual es muy libre de montárselo a su libre albedrío. Faltaría más, por lo tanto simple reflexión exenta de crítica.

Y ya puestos en prisas, reflejar la del Ministerio de Hacienda, que nos avisa que desde el próximo 3 de abril ya podemos pasar por taquilla para hacer la declaración de la renta. Otros que tal bailan, pues igual les urge recaudar con urgencia para ir pagando los votos de los catalanes y vascos. En fin... habrá que tomarlo con calma.

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