Opinión | A contracorriente

Ábalos, cuéntame un cuento

Las responsabilidades políticas y legales en la trama de las mascarillas

Es un personaje siniestro con cara de pocos amigos. Valenciano, hijo de torero y un vividor de la "cosa pública". Maestro nacional sin apenas docencia, se enfundó en el comunismo primero y socialismo después para alcanzar una carrera meteórica de la mano de Pedro Sánchez.

Su estilo de vida política está sujeto a graves vaivenes con actuaciones nefastas y cargadas de nula honestidad en sus planteamientos. El tema de las maletas en el aeropuerto de Barajas con el trasfondo de la vicepresidenta venezolana y ahora la trama corrupta de las mascarillas lo sitúa en un momento delicado para su carrera.

Es un tipo duro y sólo piensa en su integridad y en salirse con la suya negando la evidencia ante hechos más que probados aunque sin planteamientos judiciales de momento.

Esa trama criminal de presunta corrupción con las mascarillas en época de pandemia y sus acólitos aprovechados de un momento crítico, lo ponen ante las cuerdas a él y al presidente Sánchez.

Son tiempos complejos y extraños. Un Gobierno de coalición socialcomunista entregado a unos partidos alejados de la realidad nacional que sólo buscan sus propios intereses donde el chantaje, la osadía y el descaro son acciones que presiden esta débil legislatura. Y en todo este embrollo aparece esa corrupción indecente con José Luis Ábalos Meco –como la cárcel– de primera figura de cartel publicitario y sus compinches, junto a otras figuras del panorama socialista que tienen mucho que explicar ante una "Justicia" que deberá ser implacable.

España está viviendo una etapa convulsa y desesperada con un Ejecutivo poco ejemplar y preñado de incertidumbre con una gestión desastrosa que se refleja en el devenir social y económico. Malos tiempos para la lírica. Y en todo este vodevil surge la figura de Ábalos de ponente estelar, rodeado de cámaras, micrófonos, bolígrafos y ordenadores en un especial mediático casi sin precedentes.

Y un partido socialista triste, mermado, abúlico y trasnochado exigiéndole que se vaya a Pernambuco o a la Conchinchina para no molestar con sus impertinencias. Y Ábalos, firme en su actitud y desobediente, seguirá de parlamentario en el Grupo Mixto, dándole morcilla a su partido del alma y poniendo en jaque a su organización que en otro tiempo le entregó un poder omnímodo. Ábalos lo sabe todo de esta trama corrupta, lo mismo que su mentor Cerdá y el desaparecido Sánchez.

Hacen falta luz y taquígrafos y castigar a los culpables de una fechoría sin escrúpulos con ejemplaridad. Lo dicen muchos socialistas de sentimiento que lo mejor ante este espectáculo lamentable es que el ínclito Sánchez convoque elecciones cuanto antes para lograr la estabilidad y el pulso democrático perdidos en estos últimos años de bajo nivel político. España deber encontrar el buen camino del progreso y la decencia ocultos en estos tiempos oscuros y depresivos.

¿Recuerdan al primer ministro Italiano Betino Crasi que hundió a su partido socialista y huyó a Túnez para evitar la justicia ante graves despropósitos en su país? José Luis Ábalos Meco, con su tradición torera, nos tendrá que dar unos pases con manoletina en este ruedo ibérico impenitente y sacarnos de dudas. Todos queremos saber. El partido socialista tiembla.

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