Opinión | Ventana indiscreta

Las emociones y la razón en política

El reciente caso de Pedro Sánchez y el debate entre populismo y crítica constructiva

La carta de Pedro Sánchez, presidente del gobierno, ha abierto las opiniones sobre qué y cómo debe de ser el discurso político. Para algunas opiniones, la carta es una burda manipulación de los sentimientos emocionales de la opinión pública, añadiendo el ya manido adjetivo de "populismo". Para otras opiniones es una exposición de ética y de valores, que marca una inflexión en la política española a tener en cuenta.

No es nuevo el debate y es bueno que lo haya, en torno a esa dualidad: "emoción-razón". Siempre hubo y habrá, desde la política, llamamientos al corazón en oposición a la cabeza. Otra cosa es cómo se haga ese llamamiento y con qué fin. Porque, me temo, afortunadamente, que los sentimientos y las emociones son tan humanas como la razón.

La derecha política, que es máster en esa dualidad, ha manejado hasta el paroxismo la "emoción versus razón". Aún, hoy, insiste en manipular la razón y las razones en beneficio propio, negando la masacre franquista con el grosero argumento de "la convivencia entre todos los españoles". Desde otro plano, pero emotivo al fin, la izquierda alternativa también se nutre de las emociones y de los sentimientos en su discurso. Qué es si no aquel "asalto a los cielos"; aquella consigna "lo queremos todo…". Ahora, surge la carta del presidente del gobierno y el debate, con más o menos fortuna, está en la prensa. .

En mi opinión, discutible, por supuesto, los programas de las organizaciones políticas, actualmente, se fundamentan más sobre análisis emotivos de la sociedad, que sobre situaciones reales a resolver. Este esquema tiende, a anular el juicio reflexivo de la ciudadanía que debería justificarse, en la razón y la realidad y no tanto en la emotividad.

Vivimos en una sociedad, no me cabe duda, en la que se tiende a la dominación de nuestras emociones, por parte de un discurso de doble cara, tendente a gobernar todos los ámbitos de la vida. Una dictadura de las emociones, propia del capitalismo consumista, distrayéndonos de la atención racional para ser más conscientes y responsablemente libres frente a las inquietudes contemporáneas. Es decir, "pensar y actuar" y si se puede "transformar".

Sin embargo, esta visión opuesta entre emotividad y razón no parece tan "real", dicen expertas personas, desde la psicología social, como a simple vista pudieran resultar: "ni las emociones constituyen ese estado de enajenación que convierte a la persona en materia dúctil y manipulable, ni el racionalismo es una garantía del bien social, incuestionable". Para ello aducen a hechos de como estructuras e instituciones racionales que en un tiempo, no muy lejano, han gobernado zonas y países del mundo, han estado en el origen de los campos de exterminio nazi, de los miles de asesinatos cometidos. Añadiendo a lo anterior cómo la voracidad productivista y de ganancia del capitalismo, está propiciando, sin vuelta atrás, la devastación del planeta y el cambio climático.

Estaremos de acuerdo en que un racionalismo sin humanismo, sin empatía, deja poco o nada para la "razón", y se convierte en un monstruo que destruye todo a su paso. Estamos, entonces, ante una ideología que gestiona la razón sin sentimientos hacia el "otro" elevando la capacidad destructiva, hacia metas que no se vislumbran nada aceptables.

Pero qué ocurre cuándo la emotividad, se convierte en el elemento central del discurso político, manejando el corazón como opuesto a la cabeza, teniendo solo como fin tocar la cuerda sensible del o de la votante y olvidando que no solo es eso, sino que la realidad impone algo más que el manejo de la emoción humana: dar alternativas racionales…

"El sueño de la razón produce monstruos", es una aguafuerte del pintor español Francisco Goya. Fue y es estudiado sobre su significado, habiendo diversidad de opiniones. Una, es la que puede valer para contrarrestar el exceso que a mi juicio hay en el discurso emotivo. "Cuando la razón se solapa, y se niega, todo se vuelve visiones". Y, a veces, las emociones son eso visiones, espejismos, que cuando se despierta de ellas, la decepción se aparece y se adueña de lo que tendría que ser la razón.

El manejo espurio de las emociones, en detrimento de la razón, está muy unido al espectro neofascista. Esta ideología no está interesada por la concreción racional de la sociedad y dar soluciones o al menos propuestas para su mejora. Recurre a un discurso xenófobo y machista que toca la "vena emotiva" de algunos sectores sociales.

No se trata de excluir las emociones y ser solamente un racionalista. Sería negar al mismo ser humano, compendio de valores y de razón, también de miserias. No obstante, sí parece que el abuso de la "inteligencia emocional", una de tantas divisiones de la inteligencia, se maneja para la confusión de quienes recibimos el mensaje. Operando en la ofuscación que posteriormente pueda justificar la falta de cumplimiento en realidades concretas. El pensamiento crítico es en mi opinión, el que puede darnos pistas para evaluar la validez de la relación entre "emoción y razón en el discurso político".

Karl Marx, incorporó al ámbito social y político su pensamiento crítico, además de sistémico, apuntando a la transformación social, como forma de cuestionamiento de proceder de la ciencia económica de la época. Hoy, el marxismo es pensamiento crítico, con las debidas reflexiones de actualidad, ya que además de evaluar las condiciones de validez de la razón económica capitalista, también es crítica social, en la medida en que denuncia y cuestiona realidades como la desigualdad social, la explotación en el trabajo, la enajenación y alienación de la persona, conceptos parece que olvidados. Pero actualmente muy válidos, en tanto que inciden en la llamada "salud mental".

El dominio ideológico desde el manejo manipulativo de las emociones es eso precisamente: enajenación y alienación de la persona. No es sino otra manifestación de la dominación de clase.

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