La ciudad en invierno caldeó hace un par de años la temporada literaria y puso doble subrayado al nombre de su autora: Elvira Navarro. El ojo de lince del editor Constantino Bértolo daba una vez más en el clavo: un libro de una madurez y firmeza poco comunes en alguien que empieza. La segunda obra es harina de otro costal. El nivel de exigencia aumenta: es inevitable. Y Navarro pasa la prueba con una solvencia que no sólo confirma los buenos presagios sino que los pone en ebullición: La ciudad feliz (Mondadori) es una obra redonda con un contenido lleno de aristas: un auténtico dragón de papel que se mueve con sinuosa elegancia al tiempo que arroja llamaradas de tinta... china. Navarro juega fuerte, y no tiene miedo en apostarlo todo a una carta esférica: la mirada de un niño que observa lo que ocurre con una familia china en España, los remolinos que se crean alrededor de una niña cautiva de una curiosidad recalcitrante, el latido de una ciudad que se convierte en un personaje más como escenario de almas rasgadas por la incomunicación y el olvido. Voces en el albor de la vida: estupor, miedo y audacia.

El talento de Navarro no tarda en hacerse notar: la primera página armoniza información con evocación, la precisión del vocabulario abre el camino a un lirismo que no va de farolillo, no es un adorno sin más, sino que nace de una capacidad para la observación destilada, para la belleza atrapada entre papeles. Navarro hace convivir en su territorio literario la dureza con la ternura, la amargura con la dulzura, la miseria con la inocencia. Sin estirar diálogos, sin encoger minuciosas descripciones que llenan la novela de aromas y sabores en estampida. Aquí los ríos pueden fluir por el jardín, los pollos se asan bajo palmeras, los dragones sonríen tras los escaparates. Un mosaico de identidades errantes en un mundo que no las comprende y que no entienden. La novela es una guía perfecta para conocer mejor a esos seres sonrientes que tiran los precios y se evaporan cuando cierran sus negocios. Y a los adolescentes con sus secretos y mentiras. La ciudad feliz encierra historias de familia, pasos iniciáticos, heridas de desdén, sentimientos ocultos que buscan la luz que más temen. También esconde un inesperado abismo en el que una historia da paso a otra: una chica que espía a quien la espía, una inquietante relación: turbadora y nunca previsible, con la que se cierra esta gran novela de pequeños seres. Muy humanos.