Ha escrito dos libros de cuentos imprescindibles: Los aéreos y Belinda y el monstruo. Con la novela Los dos Luises dejó claro que dominaba también las distancias largas. Intrusos y huéspedes le elevó a la altura de los mejores. Cinco largos años después, regresa. Y de qué forma: Habitación doble (Anagrama) es uno de los acontecimientos del año. Luis Magrinyà ha vuelto. El responsable de Alba Clásica vive su tiempo y lo hace con un vídeo como complemento (youtube.com/watch?v=FUxZA_BoG6g).

Habitación doble es un proyecto del que ya formaba parte su anterior libro, Intrusos y huéspedes: «una serie de narraciones divididas en dos partes, entre las cuales pasa el tiempo. Estas dos partes algunas veces son narradas por el mismo narrador, a veces no; a veces están unidas por un personaje secundario que aparece en ambas, a veces no, y, en general, vamos de las nociones más previsibles de narración, tiempo, espacio e identidad a las más imprevisibles: las dos partes de la última narración, por ejemplo, ya difícilmente tienen algo que ver la una con la otra».

La mayor dificultad al escribir este libro «ha sido no forzar su sentido. Mi idea ha sido: vamos a escribir ocho situaciones muy distintas y vamos a juntarlas a ver qué pasa, a ver qué resulta de su combinación y "organización". No quería influir en que el conjunto finalmente tuviera mucho sentido, o en lo contrario, en que no tuviera ningún sentido. Sólo he trabajado con la idea de "a ver qué pasa". Mi conclusión, al final, es que después de todo el sentido sí surge. No he podido evitar, por ejemplo, que un gran número de las historias trate de la relación entre padres e hijos».

¿Qué debe aportar la literatura en los tiempos que corren? «Seguramente lo que los otros medios no pueden o no quieren aportar. En mi caso yo procuro escribir historias presentadas en un formato de no ficción (diarios, cartas, declaraciones, ensayos) con unos contenidos o puntos de vista que sé positivamente que ningún medio de no ficción (periódicos, tele, etcétera) «compraría». En mi libro, por ejemplo, una editora de éxito declara que es muy consciente de publicar libros malos; o vemos a una camello leyendo David Copperfield. Este tipo de realidades -que son realidades, muy concretas y existentes- son precisamente las que están excluidas del actual mercado de autenticidades. Nuestro mercado reclama autenticidad, pero sólo para lo que le interesa. ¿Dónde puede decir una editora de éxito que sólo publica libros malos? ¿Dónde puede decir un camello que lee David Copperfield? Pues me temo que ahora mismo -y es paradójico- sólo en la literatura».