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La brújula

Sinfonía de voces para un mundo cacofónico. Los movimientos del cuerpo, al segundo. Flaubert y la búsqueda de la palabra precisa. Una auténtica novela de fantasmas

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Sinfonía de voces para un mundo cacofónico

Sus experiencias como ingeniero, dentro y fuera de EE UU, hicieron entender a George Saunders (1958) que la América sobre la que escribía su amado Carver había cambiado. La patológica tendencia occidental al consumo ya apenas suscita críticas. Casi todo está ya bien, porque las grandes corporaciones se encargan de crear los mecanismos de seducción adecuados. Pero quien lea los diez impresionantes relatos que se alojan en Diez de diciembre entenderá dos cosas. La primera, por qué este volumen ha sido aplaudido como uno de los diez mejores de 2013 en EE UU e incluso ha sido finalista del National Book Award. La segunda, que bajo las frenéticas aguas de la relación compulsiva con el objeto, es mucho lo que va de pena. Saunders, un consumado maestro del relato, mezcla voces y puntos de vista sin que le preocupe demasiado que el lector tenga que trabajar un poco para entrar en su universo. El resultado es tan desarmante como "Vuelta de honor", la historia de una agresión a una niña con la que se abre el volumen.

Los movimientos del cuerpo, al segundo

Esto es un experimento. Un experimento radical que adquiere forma de prosa pero tiene corazón poético y visual. Así que con la misma intensidad con la que se recomienda a los exploradores del más allá literario, se desaconseja al resto de la población. El neoyorquino Kenneth Goldsmith (1961), un habitual de la vanguardia que en 2013 estrenó la nómina de poetas laureados por el MoMA, ha decidido que un día en la vida de un hombre merece ser escrutado con todo el detenimiento que exige anotar cada uno de sus impulsos y movimientos. Dicho y hecho. Inquieto es el relato, por fuerza telegráfico, de cada movimiento de un cuerpo, desde que despierta hasta que, 13 horas después, se duerme. Y no cualquier día, sino el 16 de junio, el célebre "Bloomsday" con el que cada año se homenajea a Joyce. Esteban Pujals y Marjorie Perloff, ayudan al lector, con un prólogo y un epílogo, a situarse ante un texto desconcertante que, en el transcurso de la jornada, sufre extrañas, hilarantes o desquiciantes mutaciones imprevistas.

Flaubert y la búsqueda de la palabra precisa

Flaubert (1821-1880) escribió miles de cartas a lo largo de su vida. Son unas 3.800 las que han sobrevivido, y ocupan nada menos que cinco volúmenes de la canónica Bibliothèque de la Pléiade. George Sand o el ruso Turgueniev son algunos de sus destinatarios, como también lo es su amante Louise Colet. Escritora y mujer de mundo, Colet mantuvo una relación de diez años con el «eremita» Flaubert a caballo entre las décadas de 1840 y 1850. Es la época de las dos primeras versiones de La tentación de san Antonio y, sobre todo, de Madame Bovary. La selección de cartas que ahora presenta Funambulista cubre el periodo entre 1851, año del inicio de Madame Bovary, y 1854. Sobre la tenue línea de la relación amorosa se entretejen reflexiones que esbozan toda una teoría de la Literatura, combinadas con duras críticas a la propia obra y quejas por los sufrimientos que le provoca la escritura. Léanle decir «¡cómo me agobia mi Bovary!» y entiendan cuál es el precio de estar obsesionado por la «palabra precisa».

Una auténtica novela de fantasmas

Si no me equivoco, la última edición en castellano legible de esa depurada historia de fantasmas que es El hotel encantado, llamado a veces El hotel de los horrores, databa de mediados de los años 90. Así que para general comodidad de quienes durante estas casi dos décadas se hayan incorporado a las lecturas sobrenaturales, la editorial Eneida, cuyo catálogo de clásicos de toda condición aloja numerosas joyas, acaba de publicarla en un cuidado volumen, con esmerada traducción de Diego Alonso. El hotel encantado fue dado a la luz por Collins en 1878, es decir, diez años después de que La piedra lunar le consagrara a ojos de muchos como el primer eslabón de la novela policiaca en inglés. En sus páginas, los amantes del género encontrarán todos los elementos que lo caracterizan: amor, ambición, suspense, crímenes y, por supuesto, auténticos fantasmas que apagan velas a su paso y vuelven irrespirable el ambiente de un viejo palacio veneciano reconvertido en hotel para mal de algunos viajeros incautos.

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