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La brújula

Un universo oscuro para el hombre invisible

Ilustraciones opresivas del argentino Scafati en una de las obras maestras de H. G. Wells

Un universo oscuro para el hombre invisible

Uno de los cráteres de la cara oculta de la Luna lleva desde 1970 el nombre de H. G. Wells. La comunidad científica quiso así rendir homenaje al escritor que, junto a Julio Verne, asentó los cimientos de la ciencia-ficción. Wells (1866-1946), autor de más de un centenar de títulos, dejó obras que son piedras miliares del género y, entre ellas, una que, por su capacidad de desasosiego y los interrogantes éticos que suscita, ocupa lugar de excepción: El hombre invisible (1897). Sin alcanzar la brutal repercusión que otro Wells, Orson, dio a La guerra de los mundos (1898), El hombre invisible se aloja reinante en el panteón wellsiano de los arcanos de la SF junto a narraciones como La máquina del tiempo (1895) o Los primeros hombres en la Luna (1901).

No hay que olvidar que Wells fue, ante todo, un escritor social, atento a fustigar usos, abusos y costumbres. De ahí que en El hombre invisible, junto a la historia del científico que se envuelve en vendas, gafas, abrigo, guantes y sombrero para ocultar el drama y la perfidia de su éxito, acechen las reacciones que el intruso provoca en la pequeña comunidad donde desembarca un día invernal de principios de febrero. Y es ahí donde adquiere pleno significado que haya sido el dibujante argentino Luis Scafati (1947) el encargado de ilustrar este volumen. Scafati no es hombre de visiones amables. Lo saben cuantos han accedido a sus creaciones para La metamorfosis, La peste escarlata, Drácula, la Narración de Arthur Gordon Pym o Informe sobre ciegos. En sus manos el lápiz, el carbón y la tinta son instrumentos de cirujano que hurgan en la narración hasta extraerle el ánima y mostrarla oscura, desquiciada, opresiva, desoladora. Tanto que, en adelante, al lector se le hará difícil imaginar el texto de Wells sin las heridas abiertas por el trazo asesino de Scafati.

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