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¿Un pueblo traicionado?

Un libro de Paul Preston cargado de rigor histórico, pero con un título panfletario

El gran historiador e hispanista británico Paul Preston, autor de obras tan conocidas como Las tres Españas del 36 (1998), El holocausto español (2011), Juan Carlos (2013), Franco (2015) y El final de la guerra (2015), vio publicado entre nosotros a finales de 2019 Un pueblo traicionado (España de 1874 a nuestros días: corrupción, incompetencia política y división social) . Vaya por delante que se trata de una obra excelente –en realidad, destilación del trabajo de toda una vida sobre temas españoles–, extraordinariamente bien documentada y absolutamente recomendable, se compartan o no sus opiniones.

Ahora bien, el título del libro me parece escandalosamente panfletario. ¿No había otro menos complaciente con los intereses editoriales? ¿No podía, además, ese sumario juicio de portada considerarse como una muestra del tradicional desdén inglés por el supuesto exotismo hispánico? A disolver tal impresión se apresura Preston en el prefacio del libro: “Esta es otra obra escrita por un historiador británico que ama a España y que se ha pasado los últimos cincuenta años estudiando su historia. Como se deduce del título, el libro se hace eco del espíritu de Richard Ford y de muchos comentaristas españoles como Lucas Mallada, Ricardo Macías Picavea, Joaquín Costa, Manuel Azaña y José Ortega y Gasset”. Y añade: “Este libro no pretende insinuar que España sea un caso único por lo que se refiere a la corrupción o a la incompetencia gubernamental: existen otras naciones europeas a las que podrían aplicarse interpretaciones parecidas en diversos momentos históricos. Por ejemplo, mientras escribía el libro, he vivido a diario durante tres años a la sombra del proceso del Brexit en Gran Bretaña. Me ha dolido presenciar cómo una amalgama de mentiras, inepcia gubernamental y corrupción dividía profundamente al país y amenazaba con provocar la desintegración del Reino Unido”.

Vale, pero, ¿cuál es el pueblo traicionado y qué justificación tiene esa demofilia de raíz declaradamente machadiana? ¿Es el pueblo reaccionario que gritaba “¡vivan las cadenas!” al paso de los Cien Mil Hijos de San Luis, el que engrosaba las filas de los ejércitos carlistas durante tres guerras civiles, el del terrorismo anarquista de entresiglos, el que, integrado en la UGT, colaboró con la Dictadura de Primo de Rivera, el adherido a la CNT-FAI que contribuyó a la inviabilidad y destrucción de la II República, el que se alzó contra ella en 1934, el que votaba a las derechas durante el período republicano (la mitad del país), el que participaba en las magnas apoteosis franquistas de la Plaza de Oriente, el que actúa alborozado en las grandes manifestaciones soberanistas de la Diada a pesar del latrocinio de los Pujol y compañía, o, más bien, el que llenó las calles de España entera tras el 23-F y los asesinatos por ETA de Francisco Tomás y Valiente y Miguel Ángel Blanco?

Por otra parte, ¿quién traiciona a quién? Escribe Preston que la victoria de Franco “supuso el establecimiento de un régimen de terror y pillaje que les permitió, a él y a una élite de secuaces, saquear con impunidad, enriqueciéndose, al mismo tiempo que daba rienda suelta a la ineptitud política que prolongó el atraso económico de España hasta bien entrados los años cincuenta”. En efecto, el régimen de Franco constituye una de las épocas más negras de la historia de España, pero fue, sin duda, el castigo contra la incapacidad de los políticos españoles para la convivencia. De nada sirve lamentar su maldad intrínseca (y su mediocridad pestilente) si no se advierten sus causas.

La corrupción que describe el libro de Preston estuvo, está y estará presente: el régimen del 78, por desgracia, la contiene en todos los niveles de poder. Al punto que la obra que reseño concluye con afirmaciones desoladoras como la siguiente: el deterioro de la imagen de la monarquía (Urdangarín, Corinna, comisiones del AVE entre Medina y La Meca) no fue el único problema que el rey Juan Carlos legó a su hijo. Si en 2014 todavía no resultaba evidente, “en 2018 se vio con claridad meridiana que Felipe VI había heredado el trono de un país encarnizadamente dividido, con un sistema político averiado, fruto de la corrupción y la incompetencia política”. La corrupción está siendo afrontada principalmente por nuestra lenta justicia, pero, ¿cómo solucionar el mal endémico de la incompetencia política? Y eso que Paul Preston escribió su obra antes de la pandemia y su chirriante y caótica gestión institucional.

En suma, un libro polémico e imprescindible.

Un pueblo traicionado

Paul Preston 

Debate, 776 páginas 

26,50 euros


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