La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Música

La defensa de un legado

Riccardo Muti reivindica el papel central de la música clásica desde el concierto de Año Nuevo en Viena

Cultura - Música

Pocos acontecimientos culturales han logrado la difusión mundial que, cada inicio de año, consigue la Orquesta Filarmónica de Viena en su tradicional concierto de valses y polkas, que es también un evento televisivo y un sensacional escaparate turístico para la capital de Austria y el país en su conjunto. La retransmisión a través de la televisión y la radio y, posteriormente, su comercialización antes en vinilo, luego en compact disc y DVD, y ahora también a través de las redes, es, además, un más que rentable negocio cuidado al detalle. Este año tampoco faltó la ya tradicional cita pese a estar vacía, sin público, la sala dorada del Musikverein. Sólo la fuerza de la música, del patrimonio, a través de los intérpretes, llegó a todo el mundo con la magnificencia y ambición artística que son habituales en una formación del nivel de la Filarmónica de Viena, una de las grandes orquestas internacionales y pieza clave en la historia de la interpretación, desde su creación a mediados del siglo XIX. Estrechamente vinculada a la Ópera Estatal de Viena es un gran ejemplo de agrupación polivalente, capaz de afrontar los más diversos compromisos. La idea del concierto de Año Nuevo, articulado sobre el eje de la música de la familia Strauss, se ha convertido, con el paso del tiempo, en acontecimiento global y ha sido emulado en la mayoría de las capitales musicales que disponen de orquesta propia.

Cada primero de enero la Filarmónica de Viena invita para este acontecimiento a un gran nombre de la dirección y el maestro italiano Riccardo Muti, en este terrible periodo que atraviesa la humanidad, ha sido el encargado de comandar el concierto. Es Muti un maestro muy querido por los filarmónicos vieneses y, de hecho, está entre los cinco que más veces han subido a un podio que tiene en las polkas y los valses straussianos su principal argumento.

Muti reivindica la música clásica como lo que es: un legado que explica nuestra civilización

decoration

No es el italiano un artista dócil, que se calle o se atenga a fórmulas estandarizadas. Lleva bastante tiempo defendiendo el legado de la ópera y la música clásica, frente a ataques de la más diversa índole, especialmente en su país natal. Cuando otros colegas suyos se quejaban del mal funcionamiento en Italia de los teatros dejó bien claro que para criticar la política cultural del país el primer requisito era pagar los impuestos en el mismo y no en paraísos fiscales, tal y cómo hacían muchos de ellos. Con la misma contundencia, ante los recortes de las instituciones públicas derivados de la crisis económica de 2008, protagonizó contundentes protestas que frenaron la sangría presupuestaria que asoló la cultura en Italia y otros países en los últimos años y se cebó de manera terrible en los teatros y auditorios. Tras su alocución en la Ópera de Roma, incluso intervino el presidente de la República italiana en la defensa del patrimonio musical de la nación.

Con motivo del covid-19 y de las medidas para frenar la pandemia también ha alzado su voz, clamando por la necesidad de mantener abiertos los teatros con las medidas de seguridad pertinentes. También aquí encontró una respuesta inmediata del primer ministro, que justificó los cierres, defendiendo, eso sí, de manera rotunda, la lírica y la música clásica, aunque sin atreverse a entrar en el fondo de la cuestión que planteaba el maestro.

El fenomenal altavoz global que supone el concierto vienés ha servido para que una vez más el maestro vaya al nudo de la cuestión en este momento de tanta dificultad. Explicó que las armas de los músicos en el escenario eran las flores que los rodeaban y que no se puede entender la música como un “mero entretenimiento. La música es una misión y hacemos este trabajo para contribuir a una sociedad mejor. La salud es importante, también la de la mente”. A partir de ahí se dirigió a los políticos para que vean en la cultura “un elemento primordial” y medular de la sociedad. En contraposición al batiburrillo del ocio que tantas veces se quiere hacer pasar por cultura, Muti reivindica la música clásica como lo que es, uno de los legados imprescindibles que explican nuestra civilización. Frente al timo de la estampita y la superficialidad con la que hoy se tratan de colar esperpentos variados y subproductos culturales, Muti centra el debate en plena “civilización del espectáculo”, que diría el premio Nobel Mario Vargas Llosa, en la que prima el ocio que no exige y sólo la atención mayoritaria acaba por ser la única medida de valor. Gracias, maestro, por seguir hablando claro y apartar los cantos de sirena precisamente desde un evento cultural de la mayor audiencia que no por ello renuncia a su esencia, sino que cada año confirma su valía desde la fidelidad a sus orígenes y al repertorio al que sirve.

Compartir el artículo

stats