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Lo inmundo y lo bello

“Los relatos de Fata Morgana”, el empeño narrativo de Jonathan Littell después de “Las benévolas”

En 2006 la publicación de “Las benévolas” produjo un cataclismo en las letras europeas. Un escritor norteamericano llamado Jonathan Littell, que había adoptado el francés como lengua expresiva y apenas poseía bagaje literario, revisitaba el ciclo de la Orestiada para escribir una monumental novela protagonizada por un militar nazi situado más allá del bien y del mal. Su protagonista, Max Aue, pasaba a engrosar por derecho propio el exiguo panteón de las criaturas hechas de luz y horror: Stavrogin, Kurtz, Coriolano. Hombre culto y gélido, capaz de pasar de Bach al linchamiento en un mismo párrafo, Aue resumía su visión de la existencia citando una pavorosa conclusión del absolutista Bossuet: “Ese momento postrero, que borrará de un solo trazo toda vuestra vida, irá también a perderse, con todo lo demás, en ese gran abismo de la nada. No quedará ya en la tierra vestigio alguno de lo que somos: la carne cambiará de naturaleza; el cuerpo tomará otro nombre y ni siquiera el nombre de cadáver habrá de durarle mucho. Se convertirá, como dijo Tertuliano, en un no sé qué carente de nombre en lengua alguna”.

Tras la publicación de aquella obra maestra, que posiblemente le haya regalado a Littell la inmortalidad literaria, y que releída en perspectiva, hoy que han transcurrido quince años desde su aparición, se antoja aún más superlativa, Littell realizó una pirueta extraña, de francotirador, y entre 2007 y 2012 editó cuatro libros en una excéntrica editorial de Occitania, Fata Morgana, títulos que tuvieron un destino unánime: el silencio. Después del estruendo del Goncourt y del aplauso de las academias, Littell se zambullía en una oscuridad buscada, en la que resonaban los ecos incómodos de unos pocos escritores y artistas: Kafka, Beckett, Bacon y, por encima de todos ellos, Sade.

Esos cuatro textos, “Estudios”, “Relato sobre nada”, “En cuartos” y “Una vieja historia”, son los que Galaxia Gutenberg reúne bajo el marbete “Los relatos de Fata Morgana”, otorgando al lector en español la posibilidad de saber qué ocupaba el ánimo de Littell después de vaciarse en el viaje de “Las benévolas”. Y lo que ocupaba ese ánimo insinúa una doble dirección. Por un lado, responder a una pregunta de mera supervivencia, la que tiene que ver con la idea de proyecto literario, máxime cuando ese proyecto, con anterioridad, se ha encarnado en un agujero negro. Por otro lado, rastrear ese sentido en una nueva inmersión, refinada y casi abstracta, en los dos polos que iluminaban la vida del protagonista de “Las benévolas”, lo inmundo y lo bello, polos que descuellan con enorme fuerza en el último texto de la colección, el extraordinario “Una vieja historia”, primera plasmación del libro que, con idéntico título pero en versión extendida, Littell publicó en Francia en 2018, esta vez en la mítica Gallimard, y que ya Galaxia nos entregó traducido ese mismo año, permitiéndonos ahora conocer, al modo de las precuelas, qué aspecto tenía en su manifestación original ese fragmento tan aterrador como magnífico acerca de los abismos de lo humano.

Los relatos de Fata Morgana

Jonathan Littell Traducción de Robert Juan-Cantavella  

Galaxia Gutenberg 160 páginas

17,90 euros

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