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La belleza rebelde

Una antología cifra la obra en marcha de Juan Carlos Mestre

Una quinta parte de la obra de Juan Carlos Mestre se compila en la antología “La hora izquierda”. Poemas en continuo proceso de reescritura procedentes de libros que ya tienen un lugar privilegiado en la poesía contemporánea en castellano, como “La tumba de Keats” o “La bicicleta del panadero”. Los textos fueron seleccionados por el profesor y escritor Emilio Torné, autor también del prólogo, en el que aprecia cómo el poema, en Mestre, “resulta una espiral dinámica que al tiempo que se aleja ahonda en sus significaciones, bajo la convicción de que transitar más allá del control de la consciencia no implica de ningún modo extraviarse en el absurdo irracional”. Leemos, pues, ese mundo enorme que ya es la poesía de Mestre, tan rica en matices; una aura literaria que vuela en múltiples direcciones.

En los poemas de Mestre asistimos a un lúcido espectáculo de inteligencia, humor y mensaje. El poeta de El Bierzo nos conduce a su inmenso universo de emociones para alzar una vela de compromiso y belleza. Versos que alcanzan excelsas cotas de libertad para clamar contra el mercantilismo literario, como sucede en “Poema uno”; o que ponen el grito en el cielo por los desheredados de la Historia, que merecen ser enmendados –como en Neruda– en clave de arte, con las herramientas de la imaginación y el ingenio: “Mis antepasados inventaron la Vía Láctea / dieron a esa intemperie el nombre de la necesidad”.

Es imposible leer a Mestre y no admirar la riqueza léxica de sus composiciones, un placer estético y sensorial que queda patente en “Cavalo morto”, uno de sus más célebres poemas: “Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lêdo Ivo. Un poema de Lêdo Ivo es una luciérnaga que busca una moneda perdida. Cada moneda perdida es una golondrina de espaldas, posada sobre la luz de un pararrayos”. Tiene la poesía del berciano la ambición de ser oferente, de volcarse hacia los demás como justificación y definición del yo: “Bienaventurado el que a los cuarenta años aún no ha conocido la recompensa y llama virtud al cordón de un zapato”.

La condición humana es el embalaje del autor, la piel compartida. El oficio de poeta, que no deja de ser el de todas las profesiones, del que concluye: “Las estrellas para quien las trabaja”. Palabras que humillan fatuas solemnidades y requerimientos pomposos, para aposentarse en lo verdaderamente importante de la vida, o en lo que, en su transcurso, puede pasar desapercibido. La memoria, individual o colectiva, parece obligar a Mestre a escribir para revisar hechos históricos –franquismo o nazismo– o para sumergirse en los recovecos de la infancia en el territorio mágico de El Bierzo, o para dejar un testimonio del padre ausente. Virgilio, Kafka o Rimbaud, entre otros muchos, desfilan por “La hora izquierda”, destapados con naturalidad para ser asumidos como personajes con magma en los poemas.

Esta oportuna antología de la obra siempre en marcha de Juan Carlos Mestre deja una sutil carcajada reflexiva y una verdad amplificada de ternura.

La hora izquierda 

Juan Carlos Mestre

Ya lo dijo Casimiro Parker

232 páginas

15 euros

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